Nancy Balza
“¿Vivir solo es un factor de riesgo para la integración social?” Ese es el interrogante que se planteó la Universidad Católica Argentina, a través del Barómetro de la Deuda Social con las personas mayores. Así, se propuso indagar acerca de las condiciones de vida de las personas mayores que viven en esta situación y compararlas con aquellas que viven acompañadas. Para ello se estudiaron las estrategias de subsistencia, condiciones habitacionales, condiciones de salud y del bienestar subjetivo, tales como los recursos psicológicos, capacidades y apoyos sociales con los que cuentan, las relaciones con el entorno familiar de integración, respeto y reconocimiento familiar, la sociabilidad y sus necesidades de recreación y por último, la valoración social de las personas mayores.
Luego de un completo análisis sobre situaciones relevadas en buena parte del territorio nacional, se concluyó que ni en la capacidad de subsistencia, ni en la vivienda y el hábitat, ni en la salud se advierten factores particulares de riesgo en las personas mayores que viven solas. En cambio, varios de los indicadores relacionados con las necesidades psicológicas, de relación con los otros y con la sociabilidad, “arrojan resultados preocupantes e iluminan mejor el campo de las condiciones de vida de quienes, siendo mayores, viven solos”.
En este sentido, se advierte que “vivir en soledad potencia la insatisfacción de las necesidades de afecto y cariño; ésta es su mayor vulnerabilidad”.
CON PERSPECTIVA DE DERECHOS
Santiago Seghesso es trabajador social y director provincial de Políticas de Adultos Mayores. En ocasión de esta nota, lo primero que llamó la atención fue una pila de diplomas ubicados sobre su escritorio, listos para ser entregados. ¿A quiénes? “A integrantes de la Policía Comunitaria que fueron capacitados para atender requerimientos de adultos mayores con una respuesta acertada pero, sobre todo, desde una perspectiva de derechos”.
En línea con los datos relevados por el Observatorio de la UCA, el último censo arrojó que en 2010 vivían en la provincia de Santa Fe 88.004 adultos mayores de 65 años en hogares unipersonales (3 % de la población), de los cuales el 75 % eran mujeres. De acuerdo conla proyección anual que aplica la provincia, la población envejece en promedio 1,72 % por año; es el indicador que habría que emplear desde la fecha del censo para obtener datos actuales.
—¿Este dato motiva u obliga a establecer políticas especiales?
No sólo las últimas tecnologías marcan la brecha a favor de quienes conviven con generaciones más jóvenes, sino que también éstas cristalizan en el acceso a otros bienes del hogar, a un automóvil e incluso a servicios financieros o bancarizados.
Santiago Seghesso, director provincial de Políticas de Adultos Mayores. Foto:Mauricio Garín
—El gobierno de la provincia tiene que atender con sus políticas públicas a toda la población adulta mayor de 60 años. Teníamos un encuadre normativo para la persona mayor y nos dimos cuenta de que faltaba actualizarlo con una mirada del otro como sujeto de derecho. Por eso se está discutiendo en la Cámara de Diputados un proyecto de ley que ya tiene aprobación de dos comisiones y tiene que pasar por otras dos antes de llegar al recinto para su media sanción. Permite mirar al adulto mayor dentro de un paradigma de derecho y ofrece la posibilidad de diseñar la política pública ya no en función del anterior concepto de asilo, sino atendiendo a los deseos y necesidades de la persona. Por lo tanto hay que tener un abanico de respuestas, incluso prever un equipo multidisciplinario que pueda llegar a la casa de esa persona, mantener un cuidado domiciliario o proporcionar ayudas técnicas para las viviendas con el fin de que el adulto mayor siga viviendo en su casa. —¿Qué los preocupa más, la cuestión material de los adultos mayores o la cuestión afectiva? —Hay distintas maneras de mirar la vejez, uno puede mirarla como un problema biológico donde atiende nada más la fragilidad y decide si le da o no un medicamento o una prótesis, o con una comprensión más integral donde se piensa, además, cómo de sola o de feliz se siente esa persona. Puede ser que el bienestar esté hoy marcado por una rampa para que pueda acceder y permanecer en su casa o por un andador o una silla de ruedas. La política social tiene que responder a ambas necesidades. En ese punto, consideró que “hay personas mayores que llegan a la vejez con una autonomía y una cantidad de vínculos que otras no tienen, y sostener vínculos sociales en esa etapa favorece al bienestar, que no pasa sólo por tener plata para llegar a fin de mes sino por una cantidad de amigos y relaciones que ayuden desde lo afectivo, lo emocional, el equilibrio y la armonía”. Para Seghesso, “lo importante es que en estos últimos años se habla de los viejos. En Diputados se está discutiendo una ley, a nivel nacional también, y el año pasado se conoció la Convención Interamericana (ver aparte) que “fue un espaldarazo importante porque sienta el marco de comprensión de los derechos de las personas mayores”. UNA CARENCIA AFECTIVA La directora de la Asociación Mutual de Pensionados Sociales, Ley 5110, Gisela Carrizo no tiene cuantificada la cantidad de adultos mayores que viven solos, pero sí observa la falta de acompañamiento en algunos datos concretos: “No hacen uso de la cobertura que tienen y luego de su fallecimiento llegan los hijos y exponen que no tenían idea de lo que sus padres o abuelos pagaban y por qué servicios”. Para Carrizo, en general “las cuestiones habitacionales, de medicación y alimentarias están resueltas o atendidas: el tema es la carencia afectiva, que nadie se preocupe por ellos ni por su situación”.
" Todos hablan de que somos los más vulnerables, pero nadie llega al fondo de la cuestión: los jubilados no cobran los haberes que corresponden ni tienen las prestaciones médicas que tendrían que recibir y el tema es de larga data”. Norma Ciorciari Presidente de la Federación de Jubilados y Pensionados nacionales
En el hogar Casa de los Abuelos, creado a partir de un convenio con la Municipalidad santafesina para socios y no socios, se recibe a gente en situación de calle. “De todos ellos, en muy pocos casos damos con los familares y cuando están, muy probablemente la vinculación sea económica. Pero la carencia -insiste- es en lo afectivo”. En la residencia hay 35 internos y 15 más en Esperanza. “Generalmente van allí luego de estar en situación de calle o porque estuvieron solos, llegan muy deteriorados y con los días, cuando reciben atención médica pero sobre todo contención afectiva -a cargo de un equipo interdisciplinario-, el cambio que se observa es muy grande”. MEJOR, ACOMPAÑADOS En calle Alvear al 6100 se ubica el Centro de Jubilados Villa María Selva, una espaciosa casa donde funcionan talleres y consultorios pero, sobre todo, un lugar de encuentro y de intercambio para los adultos mayores que concurren para participar de alguna de las actividades o servicios que ofrece. En el salón, al que se llega luego de atravesar buena parte de la amplia y prolija casa, funcionan los talleres de crochet y tejido a dos agujas. Allí se aprende o se ponen en práctica saberes ya conocidos pero también se entrelazan vínculos con otras personas que comparten las mismas preocupaciones y alegrías. “Este es un espacio de contención”, admite Enrique Lamagni, presidente del centro -uno de los 50 que funcionan en al ciudad-, mientras comenta que “acá los jubilados se encuentran, hablan, juegan y se comentan sus problemas diarios: que la diabetes, que la presión...”. En no pocos casos, las necesidades se palpan en la lista de espera para la entrega del bolsón que financia el Pami a través del plan Pro Bienestar. Pero siempre hay espacio para la solidaridad, y “a pesar de que hay jubilados que cobran la mínima, cooperamos con el hogar de ancianos de la Ley 5110. Ellos nos traen ropa, pañales, marcos de anteojos, remedios, lo que puedan y se los llevamos”. El salón sirve de sede para los té bingo, será el espacio para la despedida de año prevista para el 9 de diciembre. Y en la puerta, desde un pizarrón, se invita a los integrantes a sumarse a un viaje a Cataratas a fines de noviembre. Como se sabe, a toda edad es importante tener un plan. Volviendo al estudio realizado por la UCA queda abierto el debate acerca de la necesidad de políticas sociales focalizadas en quienes “por opción o circunstancias de la vida, voluntaria o involuntariamente, para bien o para mal, viven en soledad”. “Tal vez estos resultados no justifiquen políticas específicas -dicen sus autores-, pero sí que este factor, vivir solo o acompañado, sea suficientemente tomado en cuenta a la hora de formular políticas para las personas mayores en los más variados campos. Se trata, en definitiva, de no volver a soslayar que cuando se trata de la misma política, programa o proyecto, llega distinto a quienes viven solos”.
DANIEL BUSCHIAZZO, MÉDICO PSIQUIATRA (*) “Un buen envejecer comienza en la juventud” —¿Cómo afecta la soledad a las personas mayores? —La situación de soledad y aislamiento afectivo produce imposibilidad real de reponer lo perdido: la muerte de familiares y amigos. El sentimiento de abandono, la carencia de soporte familiar, la sensación de vacío y la autopercepción de ser una persona inútil, sin proyectos, son factores de vulnerabilidad psíquica y física para diversos padecimientos que afectan severamente la salud del adulto mayor aumentando la dependencia, llegando incluso a la discapacidad. —¿Hay un denominador común entre quienes tienen más recursos y quienes están en situación de vulnerabilidad? —No se puede hablar de un denominador común. En todo caso existen circunstancias que se traducen en factores de riesgo bio psico-sociales que ponen al adulto mayor en situación de vulnerabilidad: carencia de vínculos tempranos que les hayan proporcionado seguridad; modos patológicos de apego a los objetos como intento de llenar el vacío; vínculos dependientes; sentido único a través del trabajo, la pareja, los hijos, la imagen, etc; duelos no elaborados; posición frente a la pérdida de todo o nada; carencia de red de apoyo familiar o social; tendencia a la descarga en el cuerpo (somatizaciones); empobrecimiento imaginario-simbólico y emocional; la jubilación, el deterioro económico y pérdida de status y roles; el progresivo deterioro de la calidad de vida con la ausencia de planes concretos de apoyo económico, institucional o social, que determina que parte de los adultos mayores viva con recursos catalogados como de pobreza y con frecuencia no puedan afrontar una atención en el sistema de salud apropiada, como consecuencia de un mecanismo previsional deficiente y poco equitativo. La existencia de las enfermedades físicas, sobre todo si son de curso crónico, dolorosas e incapacitantes, pueden llevar a la desesperación ante el desmoronamiento orgánico. —¿Qué alternativas se pueden tener en cuenta para que los adultos mayores se mantengan activos e insertos en la comunidad a pesar de vivir solos? —Antes que nada hay que entender que un buen envejecer comienza en la juventud. Por lo cual la respuesta implica la participación de todos nosotros para mejorar la situación actual de los adultos mayores del presente y proyectar nuestro futuro. Dicho esto, desde la perspectiva del sujeto individual se busca incorporar y potenciar las características que llevan a buen envejecer tales como flexibilidad y adaptabilidad a los cambios; reflexividad; poner las angustias en palabras; autocuestionarse; soñar, fantasear, imaginar, jugar, desear, reírse de sí; aceptar pensar o reflexionar anticipadamente respecto a la propia vejez; tener expectativas positivas de longevidad; aceptar que se replantee la imagen, el rol, la función actual; cuestionar los prejuicios (propios y ajenos); adaptarse a la disminución del rendimiento y tener en cuenta las limitaciones; hacerse cargo del autocuidado en la salud y en la enfermedad; poseer un proyecto diario que organice la vida alrededor de cierta rutina. Desde lo social comunitario, pensar y articular la atención y cuidado de la salud, desde la perspectiva de red social: la importancia del abordaje radica en la interconexión entre los diversos integrantes del equipo de salud y con los integrantes de la red social del adulto mayor. Su utilidad, especialmente en la población de adultos mayores, radica en la promoción de la salud y prevención de enfermedades y de situaciones que por desconocimiento o ignorancia incrementan el riesgo personal y/o familiar. (*) Integrante del equipo interdisciplinario de la Casa de los Abuelos Ley 5.110.
CONVENCIÓN DE LA OEA En junio de 2015 se acordó la Convención Interamericana sobre la protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. El objeto del documento, que entre otros conceptos define “vejez” como una “construcción social de la última etapa del curso de vida”, es promover, proteger y asegurar el reconocimiento y el pleno goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de la persona mayor, a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad.