Sergio Dalmaso forma parte de la tercera generación de una familia rosarina que lleva más de 50 años dedicada a la fabricación de calesitas para todo el país. . Hace poco más de un año logró instalarla en la plaza central de la ciudad, donde se la rebuscaba para vivir del negocio familiar. Pero llegó la pandemia del coronavirus y le cambió todo, como a casi todo el mundo. Cerrado el carrusel desde marzo y sin un horizonte concreto, decidió empezar a desarmar la calesita y vender los caballitos.











