En 2007, el pico de la creciente sorprendió a los ganaderos con gran cantidad de hacienda en las islas y, al momento de la evacuación, se perdieron muchos animales ahogados en los arreos.
Aquella vez, el error de cálculo se produjo debido a que Iguazú -el dato de referencia para anticipar el comportamiento del río en la zona- no mostraba niveles alarmantes y los productores creyeron que la suba no sería de importancia. Sin embargo, el agua ingresó al Paraná por el río Paraguay; cuando el pico arribó a Santa Fe, ya era tarde para evacuar “a nado” y la cantidad de barcazas no era suficiente.
Esta vez, los ganaderos contaron con la información a tiempo y comenzaron a tomar las medidas preventivas con antelación. El primer paso fue vacunar contra la aftosa (requisito indispensable antes de cualquier traslado) y aproximar el rodeo a los puntos de salida. Luego, cuando confirmaron la proximidad de la creciente, iniciaron la evacuación por arreo sin mayores inconvenientes, dado que el nivel del río lo permitía.




