El norte santafesino también llora la partida de María Angélica Scotti
La reconocida escritora falleció en Rosario, a sus 78 años, tras una larga enfermedad. Su paso por Reconquista a principios de los ‘80 dejó una huella imborrable que aún hoy sigue marcando el camino de quienes insisten en la Literatura como forma de vida.
La escritora María Angélica Scotti, Marián, en sus años de exilio interno por la dictadura militar.
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María Angélica Scotti, Marián para los más cercanos, nació en la provincia de Buenos Aires, estudió Letras y fue profesora de Filosofía, Latín y Griego por algunos años en la Universidad de Buenos Aires, donde de a poco comienza a ensayar su arte de contar y novelar, escribiendo algunas cosas.
Narradora destacada y premiada, publicó entre otras novelas y cuentos, Señales del cielo, Diario de ilusiones y naufragios, El pasajero del sueño y Aventuras y desventuras de Ulises caminante y algunas memorias. Marián, como se la conocía, padecía en los últimos años una larga enfermedad.
Su obra ha recibido elogios de notables como Tomás Eloy Martínez, Marcos Aguinis, María Esther de Miguel, Héctor Tizón, Juan José Hernández, Antonio Requeni, Mempo Giardinelli, Eduardo Gudiño Kieffer, Ana María Shua, María Rosa Lojo, Juan Villoro y Ray-Güde Mertin, entre otros.
Hace más de tres décadas se había radicado en Rosario junto con su compañero de vida, el también destacado periodista, dramaturgo, director teatral y gestor cultural Walter Operto, y sus cuatro hijos.
En el año 1976, amenazados por las autoridades de la dictadura militar, decide con su familia irse a vivir a la correntina ciudad de Goya, desde donde luego pasaría por Reconquista. Su esposo y compañero de casi toda la vida, Walter Operto, trabajando en prensa y también en dramaturgia había escrito algunas obras como “Ceremonia al pie del Obelisco”, la cual era una crítica también al sistema político, a la sociedad, y todo aquello hizo que decidan refugiarse en ese exilio interno.
Marián recorría las ciudades y los pueblos en su bicicleta, en busca de comprender la naturaleza de sus personajes.
En Goya y con algunos viajes al pueblo de San Mariano, que es el pueblo donde Walter había nacido, Marián empieza a encontrarse con las historias de un pueblo que vivía en relación al ferrocarril y se apasiona por todas esas historias de tierra adentro, historias pequeñas que a la vez revelaban también lo que iba sucediendo en el país… y ella, con una mirada latinoamericana, con una mirada politizada también -porque siempre fue peronista, como remarca su hija Cecilia- empieza a escribir su primera novela, que fue Buenos Augurios.
En el nombre de la madre
Es precisamente su hija Cecilia Santa María, hoy docente y dirigente gremial, quien narra el derrotero de María Angélica en el norte santafesino:
“En el ’81 nos vamos a vivir a Reconquista. Ahí es donde ella empieza a desarrollar sobre todo la cuestión de los talleres literarios, talleres que fueron experiencias casi inéditas en la ciudad, explorando colectivamente las formas de narrar y haciéndolo a través de la lectura de grandes autores, o autores que ella consideraba que hacían un aporte esencial a esta misma mirada que ella tenía de la literatura, con una forma además de ir generando un estilo propio y lo hace dejando un gran semillero”.
Y prosigue: “allí arma un grupo de lectura, de análisis, con un ejercicio literario sistematizado, que conforma luego un movimiento literario muy fuerte, muy interesante. Primero lo hizo desde un espacio que le da la municipalidad, gracias al lugar trascendente que le brinda la gestión cultural de la profesora Delia Ittig de Vassallo. Luego, otras grandes mujeres se encargaron de seguir con su legado”.
Por último, Cecilia destaca: “mi vieja era una mina de convicciones muy fuertes y muy sensible también frente a todo lo social. La apasionaba la trama social, también por eso su elección siempre de novelar sobre la historia misma -no la novela histórica- era su pasión, y era muy serio su trabajo porque hacía grandes investigaciones… incluso para algunas novelas viajaba para conocer los lugares sobre los que ella quería narrar y lo hacía personal, es decir, se ponía en el lugar del personaje que ella iba a contar, y lo narraba conociendo su naturaleza, su lugar, el paisaje, la gente, el clima”.
Su despedida en las redes sociales
Su hija Cecilia Santa María fue la encargada de dar la noticia a sus allegados a través de sus redes sociales, un día después de su partida:
Se nos fue María Angélica Scotti, Marián. Gran escritora.
Apasionada por la literatura.
No tuvo el reconocimiento merecido de su talento, como suele sucederle en estas tierras a quienes no están dispuestos seguir las reglas del mercado. Sus elecciones fueron siempre en el sentido contrario. Pese a eso tuvo muchos premios importantes (Konex -Alcides Greca – Emecé - Eduardo Mallea, entre otros).
En plena dictadura emprendió con su compañero Walter Operto un exilio interno y vivieron en diferentes lugares del país. Allí se enamoró de las historias que cobijaban los pequeños pueblos y descubrió la argamasa de sus novelas. Investigaba, leía, estudiaba y recogía datos, testimonios y luego novelaba.
Todas las tardes de su vida, con una pasión y dedicación admirable, se iba con su bicicleta a una piecita que alquilaba para leer y escribir. Así nacieron sus libros: Buenos Augurios, Señales del cielo, Diario de ilusiones y naufragios, El pasajero del sueño, Las orillas del fuego, Juglar, Aventuras y desventuras de Ulises el caminante, entre otros.
En todos ellos se trasluce una mirada latinoamericana, cargada de identidad y vuelo propio. Fue feminista, defendiendo sus propias convicciones, rebelándose contra los mandatos establecidos. Tuvo cuatro hijos en medio de su pasión por la escritura y varias mudanzas de casas y ciudades. Armó diferentes talleres literarios donde despertó en otros y otras su misma pasión.
Seguramente las nuevas generaciones la van a conocer por sus maravillosos libros, que les invito a leer. Yo la conocí desde siempre.
Se nos fue Marián. Gran escritora. Mi mamá.
El recuerdo de María Nélida Pedernera
María Angélica en Reconquista organizó el taller literario que después continuó Laura Vizcay y que siguió con el nombre de “María Angélica Scotti” cuando ella se fue a Rosario. El marido de Marián, Walter Operto, organizó en nuestra ciudad el diario Panorama, que estuvo desde también desde principios de los ‘80 hasta el año ‘86 aproximadamente, cuando partieron de Reconquista.
Nosotros tuvimos una amistad personal, pero además continuamos en el tiempo porque aparte de que yo me inicié escribiendo ficción en el taller literario de Marián, desarrollamos una relación más allá de la distancia, por afinidad, y cada vez que yo iba a Rosario la visitaba, le mandaba las cosas que escribía, y también iba conociendo toda su obra.
Algunas de las obras más destacadas de María Angélica Scotti.
Aquí fue muy significativo lo que dejó. En ese taller se formó Patricia Severín, Laura Vizcay, gente como Silvina Salinas hizo un paso fugaz, Albi Azulay, o Ricardo Rojas que ahora falleció. Mucha gente joven. Y se publicó un primer libro que reunió el trabajo de los talleristas al cual ella le dedicó mucho, mucho tiempo, que era “Fabulaciones y Cantares”, publicado con la Fundación del Banco Bica. Ahí fue donde yo publiqué los primeros fragmentos de Mate Cocido, porque la novela que después finalmente publiqué, mucho, mucho después, empecé a trabajarla en el taller de María Angélica Scotti.
Para mí Marián es algo así como una referencia personal, ideológica… de ideología en el sentido de cómo pensar la literatura, cómo pensar la escritura. Y bueno, yo le tengo un gran aprecio y una gran admiración. Digo en presente porque para mí sigue estando dentro de mí, más allá de que en los últimos años estuvo muy disminuida por el cáncer, aunque siguió escribiendo hasta último momento.
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