Lo que hoy es un sello distintivo de Franck no comenzó por casualidad. Alicia Machín recuerda con claridad aquel viaje a Capioví -en la provincia de Misiones-, adonde fue con su esposo hace más de una década.

Desde hace doce años, el grupo Recreando convierte botellas plásticas, silobolsas y materiales descartados en figuras navideñas que adornan las calles y plazas de Franck. Lo que empezó con un viaje y un bolsón en la parroquia hoy reúne a más de 20 mujeres y se volvió un ejemplo de creatividad, reciclaje y comunidad para toda la región.

Lo que hoy es un sello distintivo de Franck no comenzó por casualidad. Alicia Machín recuerda con claridad aquel viaje a Capioví -en la provincia de Misiones-, adonde fue con su esposo hace más de una década.
“Quedamos encantados con lo que hacían para la Navidad reciclando botellas y elementos que se tiran a la basura”, cuenta a El Litoral. Las fotos, las ideas y el entusiasmo volvieron con ellos. Y de inmediato, también las ganas de replicar algo similar en el pueblo.
Así nació el grupo Recreando, que desde el año 2012 se convirtió en un ícono de Franck y la región. Alicia convocó a cinco o seis mujeres —y al entonces párroco Fernando Cano— para iniciar las primeras pruebas.
“Nos gustó a todos. Desde allí todos los años reciclamos botellas, plásticos, cartones y otros elementos reciclados para embellecer la localidad. Esta va a ser la Navidad número 12 que estamos adornando las calles y espacios públicos de Franck”, relata.
Al principio, el trabajo se concentró alrededor de la iglesia, y para obtener fondos vendían pastelitos, pasta frola y lo que hiciera falta a la salida de misa. Lo costoso era siempre lo mismo: la pintura.

Con el paso del tiempo, los adornos crecieron en tamaño, creatividad y cantidad. Cuando se animaron a decorar la plaza en el año 2015, la comuna local intervino para ofrecer un espacio más grande donde almacenar y trabajar.

“Todos los años agregamos una o dos cosas nuevas, pero también restauramos lo de los años anteriores. No tiramos nada. Este año trabajamos mucho, porque las tormentas de finales de 2024 afectaron a muchos adornos”, subraya Alicia, fiel a la esencia del proyecto.
El grupo no solo creció en producción, sino también en integrantes. Hoy son 24 mujeres que trabajan todos los lunes y miércoles en los talleres ubicados en la ex fábrica de Confites, frente al Club Atlético Franck.
El año arranca formalmente el lunes siguiente a Pascua, cuando comienzan a dar forma a los adornos que “alumbrarán” las calles en diciembre.

“Somos un grupo de amigas. Nadie cobra nada. Las botellas son una excusa: nos reímos, compartimos problemas, alegrías y tristezas. Se hace más liviano”, afirma con emoción. Con el hábito instalado, la comunidad participa activamente.
Desde aquel primer bolsón bajo el techo de la parroquia, hoy la gente sigue acercando botellas limpias y sin etiquetas. El Ejecutivo comunal provee hierro, estructuras, pintura y los insumos necesarios para cada figura. El sistema funciona y se consolida año a año.

Este 2025 —como cada edición— sumó novedades. “Hicimos un camello nuevo, un globo aerostático en la esquina de la plaza, y osos fabricados con silobolsa reciclada”, detalla Alicia.
También incorporaron cascanueces hechos con tachos de cartón descartados por una industria láctea local y casitas elaboradas con plásticos provenientes de cartelería política. Todo se reutiliza. Todo encuentra una nueva forma.

Lo que empezó en Franck rápidamente despertó interés en otras localidades del departamento Las Colonias. Muchas comunidades visitaron el taller para aprender la técnica y replicar el proyecto.
“Siempre decimos que no enseñamos, porque es prueba y error. El plástico es difícil, pero compartimos lo que sabemos para que otras localidades reciclen. Es nuestro granito de arena”, sostiene.
Sobre el final Alicia destacó el apoyo que año a año les brinda la comuna de Franck, y a cada una de las integrantes del grupo Recreando.
“Un agradecimiento muy especial a la comuna por todo lo que nos ayuda y a cada una de las chicas que integramos el grupo. La verdad, es un orgullo”, dijo a El Litoral.
Doce años después, aquella idea nacida en un viaje se convirtió en una tradición entrañable que ilumina diciembre, une a la comunidad y demuestra que la creatividad también puede cambiar el mundo, una botella por vez.