"De la A a la Z de la cocina santafesina es un proyecto que intentó recuperar las recetas que efectivamente se preparan y se comen en Santa Fe". Así, de manera breve y concreta, lo resume Paula Caldo, investigadora del Conicet y docente rosarina, quien puso en marcha esta indagación en el marco de la iniciativa "Transmitir la cocina desde la región. Un recetario santafesino con historia", financiada por la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación (AsaCTel)
Fue un trabajo a conciencia que involucró el recorrido por ciudades y pueblos en busca de la historia que sigue presente entre las ollas y las sartenes donde se cuecen los sabores de la provincia. Toda esa tarea, que se hizo en equipo con especialistas en Bellas Artes a lo largo de meses, viajes y talleres, quedó compilado en un libro, que es mucho, muchísimo más que una sucesión de recetas. Porque aún en la descripción de ingredientes y preparaciones, lleva una medida de tradición y otra pizca de novedad. Y por si fuera poco incluye propuestas para trabajar en las escuelas.
La pandemia cambió los planes de todo el mundo y también de las autoras-compiladoras; por eso no hubo presentación social del libro, ni aulas abiertas donde hablar de alimentación con la publicación en mano. "El libro salió de imprenta el 13 de marzo a la mañana y a la semana siguiente el país entró en cuarentena obligatoria. En ese momento lo que decidimos fue hacer lo que hizo todo el mundo: darle curso y visibilidad a la existencia del libro en forma virtual". Fue así como se difundió a partir de la página web www.recetariosantafesino.com.ar para que puedan llegar nuevas recetas y a la par se inició un intercambio a través de una página de facebook.
Mientas tanto y en la medida en que fue posible, el libro comenzó a llegar a autores y autoras, a bibliotecas y museos para que pueda ser consultado y se produzcan "devoluciones". ¿Cómo? Ni más ni menos que "la puesta a prueba de las recetas compartidas y recopiladas".
En esa tarea se encuentra el equipo y la respuesta "emociona". Así lo explica Caldo: "Cuando salimos de Rosario y de la capital provincial, que son los lugares donde generalmente ocurren las actividades, y entramos a la Santa Fe profunda, encontramos una enorme alegría y entusiasmo. No solamente el texto llega como obsequio al autor o la autora sino que también lo quieren tener las familias porque allí están los nombres de abuelas, madres, tías, sobrinos, nietos que quieren tener el libro".
El Litoral
Foto: El Litoral
Un nuevo tiempo
Podría decirse que la realización de este compilado, más allá de los obstáculos para su presentación, no pudo ser más oportuno: es un hecho que en aislamiento o distanciamiento "los tiempos de la cocina adquirieron un valor diferente y en las ciudades con más urgencias y una vida más agitada se recuperó el valor de comer juntos". Es que la cocina lleva mucho tiempo; "de eso hablan estas recetas y es una de las primeras variables que se encuentran al contraponer esa cocina del pasado, de elaboración casera y producción de los ingredientes en casa, a la cocina fácil y rápida".
Las familias cocinan y el recetario llegó a inscribirse en esa dinámica. Entonces, lo que se fue generando solo, porque no era una consigna original, es que quien cocina se comunica y envía una foto y un comentario de cómo surgió esa receta: "Muchas autoras cocinan la receta que nos brindaron y nos envían imágenes del proceso y el resultado final. Y otras personas que no participaron en la elaboración del libro pero lo tienen o consultan la página, preparan recetas aportadas por otros, las prueban y las comentan".
Así se produce un ida y vuelta facilitado por la tecnología y la comunicación, mientras el encuentro físico para compartir gustos y secretos deberá quedar para más adelante. Y la virtualidad acorta distancias: "El otro día un cocinero de Gálvez preparó la receta de caponatta de la abuela María Angélica, de la localidad de Centeno, y nos envió comentarios elogiosos sobre un plato que nunca había probado".
"Se empiezan a hacer esos cruces de cocina entre gente de distintos puntos de la provincia y decimos que hay herencias que se comparten; como cuando una autora propuso la receta de una comida que preparaba la abuela de un ser querido que ya no está, y la compartió porque era muy cara a la tradición familiar".
Como se ve, el resultado de aquella laboriosa y precisa recopilación derivó -tal cual el objetivo- en un libro publicado, pero también en otros resultados inesperados. Casi como cuando se agrega un nuevo ingrediente a una receta conocida y el producto final se parece a la original pero quizá queda mejor sazonado.
El Litoral
Foto: El Litoral
Mesa compartida
El proyecto "se volvió atractivo, primero, porque comer es algo que nos involucra a todos y a todas y la cocina es un tema del que tenemos algo para decir. Y como esto involucra la práctica cotidiana generó un interés por marcar la singularidad de las familias". Esta condición, sumada al acceso a las tecnologías y a las redes sociales "que nos han enseñado a hablar en primera persona", facilita el intercambio y entusiasma, como también lo hace la idea de un texto colectivo.
"Es cierto que muchas localidades quedaron fuera, fundamentalmente porque quizá no se leyó en un principio el entusiasmo que teníamos de que esto iba a ser de verdad". Aquí, Caldo señala que "en este trabajo lento que hicimos de golpear puertas, algunas se abrieron de par en par; otras, un poco, y otras no se abrieron. Y ahora que el libro existe, está la página web y el deseo de reimprimir en una edición ampliada aunque por el momento es imposible".
Mientras tanto, "el libro se usa, y permite que gente de distintas localidades cocine como lo hacen otros y, de esa manera, comparten herencias e historias". El distanciamiento o aislamiento, según el caso, hace que la llegada de los libros a algunas localidades sea más lento que el esperado. Y de presentación "en vivo" ni hablar. Por eso es que se apeló una vez más a la creatividad para organizar un ciclo virtual de conversaciones en torno al libro. Para seguir hablando de lo que en definitiva nos une en forma real o mediada por las redes: el generoso acto de cocinar, desde la preparación más simple a la receta más compleja, y la vital necesidad de alimentarnos.