Una bacteria crítica para la salud tiene reloj biológico y abre una nueva mirada sobre las infecciones
Investigadores del CONICET identificaron por primera vez un reloj biológico en la bacteria Acinetobacter baumannii, un patógeno humano crítico y multirresistente, con posibles implicancias en el tratamiento de infecciones.
Esta bacteria no solo detecta la luz azul, sino que organiza su actividad interna en ritmos cercanos a las 24 horas. Imagen creada con IA
Un equipo de investigadores del CONICET confirmó que la Acinetobacter baumannii —una bacteria multirresistente responsable de infecciones intrahospitalarias— posee un reloj biológico interno que responde a los ciclos de luz y oscuridad, un rasgo sorprendente que podría influir en la comprensión de su virulencia y en la forma de enfrentar tratamientos antibióticos. El trabajo fue publicado en la revista Communications Biology.
Un ritmo interno sorprendente
La investigación, liderada por la doctora María Alejandra Mussi, investigadora del CEFOBI (CONICET-UNR), mostró que esta bacteria no solo detecta la luz azul, sino que organiza su actividad interna en ritmos cercanos a las 24 horas. “Durante muchos años trabajamos en mecanismos de resistencia a antibióticos… en un momento descubrimos que estas bacterias sensan luz. Y esto fue un hallazgo”, relató Mussi.
Este hallazgo representó una sorpresa: se pensaba que estas bacterias —no fotosintéticas— no tenían ninguna relación con ritmos estructurados por luz y oscuridad, pero el equipo demostró que A. baumannii mantiene ciclos internos incluso en ausencia total de luz.
Imagen de microscopia de fluorescencia confocal. Ritmos circadianos de expresión. Fotos: gentileza investigadores
Cómo funciona el reloj bacteriano
Los científicos utilizaron mediciones de luz generada por la actividad del gen blsA, principal sensor de luz en la bacteria, para observar fluctuaciones que se repetían en ciclos cercanos a 24 horas. “La actividad del promotor blsA puede sincronizarse con ciclos de 24 horas de luz azul-oscuridad, que se resetea inmediatamente después de un cambio de fase”, explicaron los autores en la publicación científica.
Además, los investigadores compararon bacterias con y sin este sensor de luz. Sin blsA, la bacteria no ajustaba los ritmos al estímulo externo de luz, aunque mantenía el ritmo endógeno. “Los resultados globales indican que blsA está involucrado en la sincronización con el zeitgeber (la señal temporal), pero no afecta el componente endógeno del ritmo”, consignaron los autores del estudio.
El becario doctoral Valentín Permingeat, coautor del trabajo, subrayó el valor del descubrimiento: “Es como una persona, tiene un ciclo a lo largo del día en función también de la hora… Una de las hipótesis es que estos patógenos puedan sincronizar su ritmo circadiano con la luz del día, a fin de optimizar la infección”.
Permingeat destacó que la existencia de ritmos endógenos sugiere que el microorganismo no solo responde al ambiente, sino que organiza su biología interna de forma estructurada: “Este descubrimiento implica que el microorganismo se comporta de manera diferente en distintos momentos del día”.
Laboratorio del CEFOBI. De derecha a izquierda: Valentin Permingeat, Alejandra Mussi, Barbara Pérez Mora. Foto: gentileza investigadores.
Por su parte, Mussi valoró el aporte del equipo y de los jóvenes científicos: “Este hallazgo reivindica el valor de los jóvenes investigadores y el compromiso del equipo para desarrollar esta investigación, que representa un aporte único en el mundo”.
Implicancias para la salud y tratamientos
Los autores señalan que el hallazgo podría tener implicancias profundas para la medicina y la terapia antimicrobiana. Si estos ritmos internos afectan la virulencia, la resistencia o la persistencia de la bacteria, los tratamientos antibióticos podrían variar en eficacia según la hora del día en que se administren.
“La existencia de ritmos endógenos sugiere que este patógeno ha desarrollado mecanismos para anticipar variaciones periódicas en las condiciones ambientales”, señalaron los investigadores, lo que plantea la posibilidad de diseñar estrategias terapéuticas ajustadas a los ritmos biológicos del propio patógeno.
El descubrimiento de un reloj biológico en Acinetobacter baumannii representa un cambio conceptual en la microbiología y la medicina: una bacteria considerada “crítica” para la salud humana muestra una organización temporal interna que podría modular su comportamiento, su respuesta a antibióticos y su capacidad para causar enfermedad. Este avance abre una nueva dimensión en el estudio de las infecciones y su posible control.