Por Enrique Cruz (h)
En este fútbol donde se corre mucho, no hay tiempo para pensar ni tampoco espacios para la creación, asoma la saludable intención de este Colón que en la versión Gamboa ha conseguido redondear 45 minutos iniciales que son lo mejor que se le ha visto al equipo en este campeonato.
“Cuando llegué al vestuario, a los jugadores los vi con la cabeza gacha, como si hubiesen perdido. Y les dije que levanten el ánimo, que se ganó y que no se puede, a veces, sostener un nivel tan alto durante todo un partido”, comentaba el técnico debutante, que seguramente habrá visto la parte positiva de la situación: el descontento de los jugadores por haber puesto innecesariamente en riesgo la victoria.
Es cierto que Colón pudo haber marcado tranquilamente otro gol en el segundo tiempo y que lo del primer tiempo fue muy elogiable. También es verdad que Gamboa deberá encontrar un buen diagnóstico para determinar si lo del segundo tiempo fue sólo mérito de Olimpo o si hubo algún aspecto que quedó a la deriva en el rendimiento de su equipo. Pero le alcanzará con ese primer tiempo descollante, que mostró sin dudar la mejor imagen que se le vio a Colón desde que empezó esta temporada.
A vuelo de pájaro, si se pregunta qué fue lo mejor que hizo Gamboa, uno tiene que decir que le dio al equipo la suficiente confianza para manejar la pelota, para tenerla, cuidarla y explotarla. No tengo la menor duda que esto que se vio anteayer en Bahía Blanca, fue lo que habrá querido plasmar Mohamed en algún partido, pero “murió” en el intento. Por algo Mohamed trajo dos jugadores de la categoría técnica de Damián Díaz y de Higuaín, más el aporte de Larrivey. Inclusive, hasta se puede agregar al “Lobito” Ledesma —aún en deuda— porque no se trata de un volante de contención que sólo aporta a la hora de recuperar la pelota, sino que es un “5” que juega. Por eso, en las intenciones de Mohamed, siempre existió la posibilidad de que el equipo se luzca con la pelota en los pies. Pero no lo consiguió.
Gamboa puso toda la carne en el asador como no lo hizo Mohamed. Para el Turco, Damián Díaz fue titular a veces y suplente otras, Higuaín jugó generalmente de delantero, Larrivey no siempre compartió el ataque con Fuertes y los cuatro juntos apenas coincidieron en un pasaje del partido con All Boys, cuando se perdía y los tiempos del Turco se empezaban a consumir. Pero entiendo que todo técnico —incluyo a Mohamed— querrá tener en cancha el máximo potencial posible. Y Gamboa arriesgó en su primer partido, aprovechando también las dimensiones reducidas del campo de juego y las debilidades del rival. Y le salió bárbaro: Colón ganaba 3 a 0 en el primer tiempo y había metido dos tiros en los postes. Demasiada diferencia, poco habitual para los tiempos que se viven en el ultracompetitivo fútbol argentino.
La pregunta es: ¿se puede sobrevivir en el fútbol argentino con este esquema cargado de riesgos? Toda una incógnita. El cuidado excesivo del balón es un síntoma saludable y propenso a que se repita. El tema pasa por las características de los intérpretes, a sabiendas de que si a los cuatro de arriba se le suma otro volante con capacidad para ocupar posiciones ofensivas como Moreno y Fabianesi, la posibilidad del desequilibrio queda latente.
Algo de esto pasó ante Olimpo. En el primer tiempo, cuando Colón tuvo la pelota, Olimpo no inquietó y se vio claramente superado. En el segundo tiempo, cuando Colón dejó de gobernar el trámite a partir de la tenencia de la pelota, se empezaron a ver huecos y falencias que debieron subsanarse con el ingreso de un volante mixto como Alfredo Ramírez para pararse al lado de Bellone y fortalecer un sector que empezaba a transformarse en vulnerable.






