Así como Jorge Torres se encontró con una pintada agresiva hacia su persona en una pared ubicada enfrente de su domicilio en pleno centro de la ciudad, lo propio ocurrió con Paulo Rosales (“Rosales cagón”).
Esto se suma a la visita de los barras ocurrida el domingo pasado en ocasión del entrenamiento previo al encuentro ante Platense. Sin lugar a dudas que este clima, que se repite lamentablemente en los últimos tiempos en Unión, poco ayuda para revertir el mal pasaje futbolístico del equipo.
Obviamente, desde que pasó lo del domingo se ha decidido que el plantel se entrene bajo custodia estricta. Y más allá de que hay cuestiones que tienen que ver con el clima futbolero que impera en la ciudad (como las pintadas), éstas se producen en un contexto peligroso por lo que se viene dando en Unión en los últimos tiempos, donde se produjeron apretadas a otros planteles, robos en los domicilios de ex jugadores (recordar los casos de Arrieta, Peralta y Nicolás Diez, que luego rescindieron sus contratos) y lo acontecido el domingo anterior.




