Fue un partido cerrado, trabado, con un equipo que siempre quiso asumir el protagonismo y otro que no atacó casi nunca. Unión tuvo situaciones para ganar el partido (con un tiro en el palo incluido) pero le faltó acertar al arco rival. Momentáneamente quedó en la punta otra vez. Buen partido de los dos “5”.
No pasó nada en un primer tiempo en el que hubo una leve superioridad de Unión a partir del buen trabajo en el medio de Mauricio Martínez (el más claro de los 22), de la incansable actividad de Palacios y el voluntarismo con mezcla de porfía de Palavecino para intentar –y a veces exagerar- la jugada individual. Pocos desbordes de Vargas y Del Blanco por afuera, controlados por Insúa y Barrios, que tuvieron como primera misión la de frenar la trepada de los laterales de Unión, colaborando así con los tres centrales que puso el Gallego Insúa (Capraro, Tobio y Rak), que cerraron los caminos hacia el arco de Miño.
Otro tanto ocurrió en el área de enfrente, porque Tagliamonte fue un espectador más. Barracas Central no atacó nunca, no pateó al arco y no tuvo situaciones de peligro. Bruera fue el más adelantado, pero apenas pudo ganar un par de veces de arriba en su labor de pivote para luego habilitar a Ruiz, tirado por el costado de Vargas o Tapia, el volante más adelantado de un equipo ordenado pero poco profundo.
El partido careció de atractivos. No hubo una sola jugada clara de peligro y la única que tuvo Unión a su favor (una pelota que le bajó Colazo a Palavecino y el remate del volante tatengue fue a parar a las manos de Miño), fue anulada por posición adelantada previa de Colazo. Es decir, tampoco se puede contabilizar, por lo que ese primer tiempo redondeó un 0 a 0 que calificó de manera clara y contundente lo muy poco que se vio de fútbol y de acciones de peligro.
Mauricio Martínez, nuevamente, fue la manija de Unión. Se volcó mucho por el callejón izquierdo, le dio un traslado seguro a la pelota y se mostró siempre como receptor para el resto de sus compañeros. Pero jugó muy solo, con apenas un poquito de compañía por parte de los volantes laterales y poca influencia de los delanteros.
Poco y nada varió en el segundo tiempo. Solo que el partido se hizo más cortado y también más caliente. Algunos fallos de Herrera enervaron a la gente, algo que se veía venir y estaba “cantado” que podía ocurrir. De todos modos, todo eso en un contexto de muy poco riesgo para los dos arqueros ante la falta casi total de profundidad por parte de los dos equipos en un trámite extremadamente trabado, más allá de la leve superioridad de Unión que se mantenía activa durante todo el partido.
Juego muy trabado este sábado en el 15 de Abril. Crédito: Matías Pintos
Ya Insúa había puesto a Candia y al Perrito Barrios, cuando Madelón, pasados los 20 minutos de la parte final, hizo tres modificaciones: Solari, Fragapane y Tarragona a la cancha en lugar de Palacios, Palavecino y Estigarribia. Enseguida, un remate potente en el poste de Vargas que luego tomó Fragapane, pero en posición adelantada, le pudo dar el premio de ponerse en ventaja al equipo que más hacía, aunque no le alcanzaba.
En Unión también crecía la figura de Mauro Pittón (de muy buen partido), que estuvo cerca con un remate desde afuera que Miño desvió al córner. Era más el local, los cambios le habían dado más energía y a la superioridad futbolística le agregaba dominio territorial y más despliegue físico que el rival.
Faltando poco para el final, Madelón buscó liquidar el partido con la entrada de Gamba (homenajeado antes del partido por haber llegado a los 200 con la camiseta del Tate) en lugar de Colazo. Y cerca estuvo de marcar cuando no pudo llegar a empujar un centro bajo que le tiraron desde la derecha. Ya a esta altura, Unión acumulaba méritos y era, de los dos, el único que hacía el gasto y ambicionaba otra cosa que ese 0 a 0 difícil de cambiar en muchos pasajes del juego.
El único que quiso algo más fue Unión. Barracas apenas se dedicó a cuidar el 0 a 0, a aprovecharse de ese arbitraje que se tornó permisivo en el segundo tiempo y apenas si arrimó algo de peligro en el final del encuentro con un par de jugadas de pelota quieta. Poquito y nada. Casi nada, frente a un Unión que en el segundo tiempo fue el que más quiso y por momentos arrinconó al rival, empujándolo sobre su propio arco.
El punto le suma a Unión. Pudieron ser tres. O al menos lo intentó mucho más que el rival en un partido cerrado, trabado y en el que había que poner la lupa sobre el arbitraje, en el marco de este fútbol plagado de sospechas. La gente lo entendió así y aplaudió al equipo, que prácticamente hizo los deberes para coronar la semana que viene la clasificación para el Reducido.
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