Por la humedad en Santa Fe, las lavanderías
están "detonadas" y no dan abasto de trabajo
Algunas hacen horarios de corrido, otras incluyeron horas extra. La elevada humedad no permite que seque bien la ropa en los hogares, ni dejándolas bajo un ventilador ni al lado del calefactor. Lavado y secado de toallones, lo que más se pide.
El registro gráfico es de hace unos años. Una lavandería local, tapada de bolsones de ropa lavada y por lavar. Fue en una época de lluvias muy copiosas que se prolongaron durante varios días. Crédito: Archivo El Litoral -Guillermo Di Salvatore
¿Quién no ha tenido en estas últimas semanas que dejar la ropa lavada debajo de un ventilador, al lado del calefactor o frente a la estufita de cuarzo, a ver si se seca? Pasa un día y nada: la “pilcha” sigue húmeda, y si secó, por esas casualidades, le quedó olor a humedad. Los tenders domésticos están al límite de su capacidad. Que la ropa de los nenes, que la camisa para el laburo, que los toallones siguen mojados...
La escena puede tener un “agravante” si en el hogar hay una mascota, o varias: la combinación entre el olor a humedad y a perro húmedo puede resultar “letal” para los sentidos olfativos menos tolerantes. Y toda esta circunstancia costumbrista, muy propia de Santa Fe, encuentra su correlato en las lavanderías de la ciudad. Es en ellas donde desembocan las prendas que no se pueden secar en casa. Y claro: se les hizo un cuello de botella.
De acuerdo a un sondeo telefónico de El Litoral, la mayoría de las lavanderías no dan abasto, y varias estimaron que el trabajo al menos se duplicó esta semana, en comparación con días normales. Algunas sumaron horas extra de trabajo, otras decidieron hacer horarios de corrido -de ocho de la mañana a las 20-, y en otros casos los pedidos de lavado y secado se están entregando recién a las 48 horas.
Al 96%
Un par de datos simples para comprender las circunstancias climáticas actuales en la ciudad. De acuerdo a los registros del Centro de Informaciones Meteorológicas (CIM) de la FICH, este lunes hubo una humedad relativa mínima de 54%; pero la máxima fue del 95%. Y este martes, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), la humedad fue del 96% en esta capital: uno salía a la calle y sentía que el aire estaba “pegajoso”.
La neblina es una “aliada” de la insoportable humedad en esta capital. Crédito: Guillermo Di Salvatore
A esto se suman como agravantes la lloviznas intermitentes, los chaparrones aislados y, como corolario, la persistente neblina, que comenzó el sábado pasado con grandes bancos de color gris en el cielo, y que afectaron la visibilidad de los conductores.
“Estoy trabajando desde las 7.30 de la mañana y como viene la mano, me voy a tener que quedar hasta la hora 23 trabajando. Pero bueno, estar desbordados de trabajo es una suerte. Es muchísimo lo que estamos recibiendo”, le dice a El Litoral Lucas, el dueño de una lavandería ubicada en Necochea al 3500.
No es frecuente que este tipo de situaciones ocurran, excepto cuando los períodos de humedad son prolongados, tal el caso actual: van al menos 10 días del mismo clima. Y lo que más se pide es el servicio completo, de lavado y secado (no secado sólo), porque “no hay tanta diferencia en lo económico”.
Aparte, si alguien trae la ropa húmeda lavada en el lavarropas de su hogar, “es imposible secársela en el momento, por la enorme demanda de trabajo que tenemos”, añade. Desde ese local, este martes se están entregando pedidos para recién el jueves a la tarde, siempre hablando de ropa, “porque si se trata de acolchados, el cliente tiene que esperar hasta la semana que viene para retirar”, explica el dueño.
¿Y qué prendas?
En un hogar, se puede lavar ropa de telas finas (remeras, camisas) y quizás se seque, con viento a favor. El problema son los toallones, los buzos gruesos de algodón, los jeans. “Mirá, la gente está trayendo todo lo que tiene, porque no se les seca nada y aparte, gana tiempo. Pero hay algunas personas que traen lo justo y necesario, para que no se salga tan caro el servicio, como por ejemplo, toallas, sábanas y alguna camperita nada más”, explica Lucas.
Lucía es empleada de otra conocida lavandería de Gral. Paz al 5.600. La situación allí es muy similar al relato anterior: “Estamos desbordados y haciendo horario de corrido, de 8 a 20. No damos abasto, incluso haciendo otras extra”, cuenta la joven. Estimó asimismo que por lo menos “se duplicaron” los pedidos de lavado y secado de ropa. “Lo que más nos trae la gente para lavar es ropa blanca, sábanas, toallas y toallones”.
La falta de plata también juega
Según Lalo, dueño de una tradicional lavandería de Alvear y calle Maipú, se levantó “un poco” la demanda, sobre todo de secado de ropa más que de acolchados. “Hasta mayo, vinieron muchos clientes por los acolchados; ahora la prioridad es la ropa de uso diario que no se seca por la humedad”, dijo el muchacho.
En su caso, “la demanda no es tanta en comparación con otros años. Antes, en días así, teníamos que cerrar el negocio y poníamos un cartel para advertir a la clientela que ya no teníamos más capacidad en las máquinas de lavado”, agregó.
Yo lo que noto -prosiguió Lalo- es que la crisis económica y la falta de plata en la gente impacta mucho. A la situación la vemos muy difícil. Y los números que se manejan en el local no coinciden con los de épocas anteriores. Es el mismo servicio ofrecido, la misma atención personalizada y la misma calidad de los productos que usamos… Pero bueno, es lo que nos toca a todos los santafesinos”, opinó.
Entre el vaso medio vacío y el vaso medio lleno, la buena es que si bien recurren principalmente clientes tradicionales a su comercio, han venido clientes nuevos. “Esto quizás se debe a que también el barrio (Candioti norte) creció, y quizás la gente se va animando a gastar unos pesos de más para lavar y secar sus ropas. No obstante, creo que este panorama económico negativo es coincidente con lo que también está pasando a nivel país y en Santa Fe”, concluyó.
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