Hubo un tiempo en que en la ciudad de Santa Fe existió la figura del Jardinero Principal, que tenía la responsabilidad de mantener las plazas, espacios públicos, bulevares, calles arboladas y todo aquel resquicio urbano donde hubiera vegetales.

A principios del siglo XX existió la figura del Jardinero Principal. Era el encargado del mantenimiento de las plazas y espacios públicos de la ciudad. Curiosamente, hoy existe una ordenanza de “placeros”: ¿se cumple?

Hubo un tiempo en que en la ciudad de Santa Fe existió la figura del Jardinero Principal, que tenía la responsabilidad de mantener las plazas, espacios públicos, bulevares, calles arboladas y todo aquel resquicio urbano donde hubiera vegetales.
Hacía de todo, con vocación de servicio: barría la hojarasca de deja el otoño, las flores caídas en primavera; podaba, cortaba el césped, juntaba la basura que tiraban los paseantes; plantaba las flores; co-administraba el Vivero Municipal y rendía las cuentas por los gastos utilizados. Era, sin más, un “jardinero fiel”.

Pero a su par, aparecía la figura del “Guardián Jardinero”, un custodio, una suerte de Sancho Panza de aquel Quijote de las plantas y los árboles (ver más abajo).
La época en que existió fue a principios del siglo XX, entre 1903 hasta ya entrada la década del ‘20. Existe una vetusta legislación sobre la Dirección de Plazas y Paseos, el trabajo del Jefe del Jardinero Principal y la peonada que ayudaba a éste en tan agobiante trabajo, bajo el frío áspero de los inviernos o del verdugo sol de los veranos.

Todo esa normativa consta el digesto histórico de 1915: un compendio de decretos del municipio, ordenanzas del Concejo que pueden mostrar, al ojo detenido y curioso, cómo se organizaba bajo las normas la capital, donde en ese entonces había carretas, calles de tierra y de adoquines, y la leche se repartía con la vaca “a pie de cada domicilio”.
La Dirección de Plazas y Paseos -autoridad de aplicación- debía velar por la conservación y mejoramiento de las plazas, jardines, bulevares, arboledas, calles y del municipio. Era desempeñada por un Jefe, con el título de Director de Plazas y Paseos, un Jardinero Principal y demás personal de “guardianes” y peones.
¿Y qué debía hacer ese “jardinero fiel"? Su labor estaba estrictamente ligada a “la conservación y mejoramiento de las plazas y paseos; la formación de plazas y paseos nuevos, algo que debía realizar bajo el cuidado inmediato del mismo Jardinero Principal”.

Este jardinero debía ordenar al personal de peones de plazas y paseos que lo ayudaba, así como de las cuadrillas especiales que se formaran para la creación de paseos nuevos, y, a su vez, les transmitirá las órdenes que reciba del Director.
Está encargado de la “perfecta conservación” de los pabellones, fuentes, bancos y demás construcciones que adornan las plazas y paseos para el uso público; de la conservación y reemplazo de las herramientas y útiles de jardinería, entre otras labores.
Cada plaza o paseo estaba bajo “custodia” de un Guardián Jardinero con la dotación de peones necesarios para el servicio. Y cada Guardián llevaba a cabo su trabajo en su respectiva plaza o paseo, de acuerdo con las órdenes que recibiera el Director o el Jardinero Principal.

Los guardianes no trabajaban: a eso lo hacía el jardinero, con ayuda de los peones. Cuidaban las plazas. Ellos debían permanecer en su horario de servicio, y conservar las herramientas que se utilizaban para mantener las plazas. Si faltaba algún material como plantas, flores, semillas, podían recibir una sanción dineraria.

El personal debía usar la “mayor prudencia y cortesía con el público en los casos en que, en el desempeño de sus funciones, tengan que notificar a los ciudadanos el cumplimiento de disposiciones referentes a plazas o paseos”, dice la normativa.
Curiosidades de la historia: mucho más aquí en el tiempo, año 2004, el Concejo sancionó una ordenanza que instituyó la figura del “placero” en la ciudad. Eran cuidadores de espacios públicos del dominio municipal, en todas las plazas y parques del ejido urbano local. Algo así como aquellos viejos “jardineros fieles”.

Sus funciones: cuidado y mantenimiento de los espacios verdes; barrido y baldeo de calzada y caminos con baldosas; corte de césped; colocación de florales en canteros; poda de ornamentales; riego; fertilización; forestación y recolección de hojas, además de la vigilancia y control del espacio público.

Pero en los hechos, esa ordenanza nunca se aplicó del todo. En 2018, se sancionó una resolución donde el Legislativo local le pidió al municipio que “proceda a dar cumplimiento a la Ordenanza N° 11.161/04”, justamente, que creó la figura del Placero en el ámbito de la Municipalidad de la ciudad capital.
Otro antecedente. En 2020, se vandalizó el Monumento al General José de San Martín. El Concejo le pidió al Ejecutivo que informe si dicha plaza contaba con placero y con custodia y vigilancia de la Guardia de Seguridad Institucional (GSI).

Ahora sí, un último dato: en el actual Presupuesto Municipal 2025, el ítem “Urbanismo” (recolección de residuos, barrido y limpieza, mantenimiento de espacios verdes, alumbrado público, etcétera) es el que más gasto de recursos le insume al Estado municipal.
No estaría mal, quizás, sólo quizás, pensar en el retorno de aquel viejo y dedicado servidor público: el jardinero fiel.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.