“Acá ya nos robaron a todos: a nosotros dos veces en una semana, al lado rompieron el blíndex, enfrente entraron varias veces, en la esquina mataron al chico de la despensa y en la otra cuadra fue el robo al restaurante. Ninguno se salva”, resumió Matías Falchini, dueño de un local en avenida General Paz entre Ángel Cassanello y J. P. López.
Esta mañana, la consternación se palpaba en cada palabra y en cada rostro. Comerciantes y vecinos no podían creer el final de Alfredo Omar Segado, que fue asaltado ayer en su bazar Lavalle y recibió un balazo en la ingle. “Es lo que nos está tocando vivir: soportar la delincuencia de la forma en que la estamos soportando”, expresó contrariado Esteban Cherri, que atiende una carnicería enfrente del local asaltado.
En esa zona los robos son muy frecuentes e incluyen desde arrebatos en la calle, pasando por rotura de vidrios hasta asaltos a mano armada. “Trabajamos con miedo, llenos de rejas y de alarmas. Ya no sabemos a qué recurrir para sentirnos más seguros”, sostuvo Cherri, al tiempo que contrapuso la “libertad de acción de los delincuentes” a la inseguridad de los trabajadores. “Se necesitan medidas concretas para que sean los delincuentes los que le tengan miedo a la policía y a los jueces. Actúan con total libertad, a cualquier hora del día”.
En la otra cuadra del bazar asaltado, Lidia Caneppele se tomó unos segundos antes de hablar. “Estamos muy tristes. Ya no se puede trabajar. Lo único que pensamos es en cerrar”, las frases fueron cortas, pero contundentes, como la angustia que reflejaban sus rostros. “En tres años nos robaron cuatro veces: la primera nos desvalijaron y otras dos fue a mano armada. Además, nos rompieron tres veces la camioneta”, relató Caneppele.
Presencia policial
Ante los reiterados reclamos de comerciantes y vecinos -la semana pasada hubo un cacerolazo frente a la 8a. pidiendo más seguridad-, volvieron a verse los policías caminantes. “Hace menos de un mes que tenemos los policías de lunes a viernes, y hace dos semanas agregaron los sábados”, comentó Pablo Pérez, otro comerciante que fue asaltado el mes pasado, a mano armada. “El día que me robaron no había patrulla porque llovía”, recordó, detrás de la reja.
Pegado al bazar Lavalle vive María Noemí Cuervo, una de las primeras en socorrer al hombre malherido. “Era impresionante la cantidad de sangre que había. Un hombre le hizo un torniquete en la pierna, pero no alcanzó”, recordó la mujer, todavía shockeada por la tragedia. “Tuvimos la policía toda la semana, de lunes a sábado. El domingo no vino y lo mataron al Nenucho”, repitió como para convencerse de lo ocurrido.
Otra vecina fue clave en la captura del delincuente, ya que vio cuando un hombre fugaba en moto a toda velocidad. Inmediatamente proporcionó los datos a la policía, que comenzó a buscar al caco. La persecución continuó por barrio Candioti hasta que, en Blas Parera, el fugitivo se accidentó y ahí fue trasladado al hospital Cullen. Una vez en el nosocomio, fue reconocido por el propio Segado, que estaba siendo atendido.
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