Sin poder trabajar y con las mismas obligaciones tributarias y fiscales de siempre (pago de impuestos, sueldos de empleados, costos del alquiler, etcétera), la situación laboral del rubro peluquería es “crítica” en esta capital, al igual que lo que pasa en otras actividades autónomas no exceptuadas. Ese fue el complejo panorama en el que coincidieron varios titulares de salones de la ciudad, y también desde la Cámara de Estilistas y Afines Santafesinos. Se estima que sólo en esta capital hay entre 1.200 y 1.300 profesionales peluqueros y de la estética capilar.
El decreto provincial 382/2020 exceptuó actividades tales como el ejercicio de “profesiones liberales, inmobiliarias, mudanzas (estas últimas dos ahora se autorizaron en la ciudad capital, por decisión administrativa de la Nación), peluquerías y afines, comercio mayorista y minorista” en toda la bota santafesina, con excepción de Gran Santa Fe y Gran Rosario. Con todo, en esta capital las peluquerías siguen con sus puertas cerradas. Solamente pueden vender online y enviar a domicilio insumos como tinturas, shampoos y cremas.
“Ni siquiera podemos trabajar con cortes a domicilio. El ingreso nuestro hoy es cero, y los gastos fijos se mantienen: está el alquiler, cuatro empleados que tengo, y las boletas de la luz y el agua siguen viniendo; gastos de productos para el cabello que por lo general se compran y se pagan entre 30 y 45 días, no los podés usar (porque no se puede trabajar) y los vendedores nos llaman pidiendo el pago de estos productos”, lamenta en diálogo con a El Litoral Gustavo Di Paolo, titular de un conocido salón.
“Hace 50 días que nuestras puertas están cerradas. Desde entonces, llegan los costos de impuestos habituales, con sus vencimientos. Hay muchos colegas que alquilan, y la situación se torna insostenible”, advierte a este diario Kuny Acuña, presidenta de la Cámara de Estilistas y Afines Santafesinos. Esa entidad nuclea a un grupo de peluqueros, barberos, manicuras, depiladoras locales, entre otros oficios relacionados.
En la peluquería, lo que debe primar siempre es la higiene. “Los peluqueros nos lavamos permanente las manos antes y después de atender. Le lavamos el cabello a cada cliente”, asegura Di Paolo. Y opina que se puede fijar un protocolo sanitario con todas las medidas de higiene y distanciamiento garantizadas, con barbijos obligatorios, con un sistema de turnos y un máximo dos clientes.
El mayor riesgo de contagio está en la cercanía que se establece entre el peluquero o coiffeur con la persona al momento de cortarle el pelo. “Eso se subsanaría con el uso obligatorio de barbijos”, agrega el peluquero, y compara. “Si vamos al caso, cualquier repartidor de alimentos a domicilio también está encima de lo que va a entregar; puede toser o estornudar sobre ese alimento, puede ser portador del virus, aún asintomático, y luego deja en el domicilio ese envío”.
“La situación es muy complicada hoy para nuestro sector. No podemos seguir paralizados. Nosotros no somos de reclamar subsidios; nuestro oficio es sólo trabajar”, sentencia el conocido estilista Daniel Casadei, quien presentó un protocolo para volver a abrir sus puertas: “Está pensado en lo sanitario y siempre dentro de lo realizable”, afirma.
¿Qué dice ese protocolo sanitario? En resumidas cuentas, lo siguiente: “Atención únicamente por turnos, y sin acompañantes; esterilización permanente de implementos de trabajo (antiséptico, alcohol, esterilizador); esterilización entre cliente y cliente de sillones, fundamentalmente del apoya brazos, pileta lavacabezas, picaportes de ingreso; contar con un paño embebido en agua lavandina al ingreso del salón, para que el cliente pise y así higienice las suelas de su calzado”.
Agrega: “Dirigir al cliente a su sector de atención, impidiendo que deambule por el salón; realizar un lavado de cabello de cada cliente para descartar cualquier transporte del virus; higienizar permanentemente las manos con agua y jabón, fundamentalmente luego de manipular dinero o tarjetas de pago; trabajar con barbijos; al solicitar el turno, el cliente debe ser consultado sobre si presenta algún signo de insuficiencia respiratoria o fiebre; de ser así, solicitarle que no visite el salón”.
Casadei enumera: “Se atiende a un cliente y se le da turno. Una persona por peluquero, con un máximo de dos clientes. Esa persona, antes del ingreso a local, pisa un paño que contenga lavandina diluida en agua, siempre con barbijos ambos. La persona se sienta, y el peluquero limpia el asiento y sus alrededores delante de él, con un paño con lavandina. Eso deja tranquilo al cliente”.
Tenés que leerPeluquerías: Peligran más de 100.000 puestos de trabajo en ArgentinaCuando el peluquero termina de trabajar, se controla que el cliente vaya desde el sillón hasta la pileta ‘lavacabeza’. “Siempre tiene que haber una lavado de cabeza. No es necesario a mi consideración que usemos guantes, porque nos estamos lavando las manos todo el tiempo, excepto para una tintura. Se rocía entre cliente y cliente (si hay dos dentro del salón) con un atomizador que contenga las proporciones de alcohol al 70% y agua, que es lo que se recomienda”, explica Casadei. Al terminar, el cliente entrega el monto de lo que que hizo (un corte, por ejemplo), y los billetes también se rocían con alcohol al 70%.
La Cámara de Estilistas y Afines Santafesinos también presentó ante las autoridades locales un protocolo sanitario para volver a trabajar. “Barbijo obligatorio, sistema de turnos espaciados y, en salones grandes, distanciamiento de hasta 2 metros entre un cliente y otro, hasta dos personas. En el momento en que el cliente quiere ingresar, se le toma la temperatura. Es una manera de detectar síntomas asociados al Covid-19. Estamos preparados para abrir nuestros salones, porque nuestras economías domésticas no dan más”, expresa Kuny Acuña.
En Reconquista, los peluqueros de esa ciudad presentaron un protocolo muy extenso para poder trabajar. Lo mismo en Rosario, a través de la Cámara de Titulares de Salones de Peluquería y Afines: se elaboró un protocolo sanitario para habilitar el funcionamientos de los locales.
País: 100 mil puestosde trabajo en peligro
Según la Cámara Argentina de la Industria de Cosmética y Perfumería (CAPA) y la Unión de Peinadores Argentinos (UPA), en la Argentina existen más de 78 mil salones de belleza, que se vieron obligados a cerrar respetando la normativa para contener el avance del Covid-19, lo que generó que más de 100.000 profesionales queden sin ingresos.
“En algunas provincias y plazas del país se logró aplicar un protocolo de bioseguridad e higiene, y las peluquerías están en funcionamiento actualmente. Sin embargo, en 11 provincias y ciudades como Rosario, todavía no se logró avanzar con esta medida, y ellos tienen la necesidad imperiosa de volver a trabajar para poder sustentarse. Los peluqueros están comprometidos y trabajando para cumplir el protocolo en sus salones de belleza”, indicaron en un comunicado.