José Luis Jiménez es uno de los 239 expertos del mundo que le advirtieron a la OMS que el coronavirus se transmitía por los aerosoles que emiten las personas al hablar. Realiza zooms en Latinoamérica y explica cómo reducir las posibilidades de contagio.
José Luis Jiménez, español, es Doctor en ingeniería por el MIT y Profesor de Ciencias ambientales de la Universidad de Colorado, Estados Unidos, país donde está radicado. En Google figura como "investigador altamente citado entre 2014-2019 (Web of Science)", "quinto científico más citado a nivel mundial en geociencias durante los últimos 10 años", y recibió numerosos premios internacionales. Fue uno de los 239 científicos del mundo que advirtieron que el SARS-CoV-2 -nuevo coronavirus- se transmite por aerosoles. Se lo notificaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que no lo admitía.
Los aerosoles, cabe recordar, son partículas microscópicas, invisibles al ojo común, que la gente libera al hablar, respirar, toser, gritar, cantar, y que pueden flotar en un ambiente cerrado por varias horas. Éstos pueden llevar partículas infectivas de un portador del virus hacia una persona "huésped", que puede ser infectad: es lo que se denomina la transmisión aérea.
La OMS tardó más de un año, desde que declaró la pandemia global, en reconocer que ésa es "otra vía de contagio". Todo ese tiempo aseveraba que las personas se infectaban por el contacto con superficies contaminadas y por las gotas grandes (llamadas "proyectiles") que también las personas exhalan. Que con la distancia y el barbijo alcanzaba, además de la higiene permanente de manos: pero no, no alcanzaba.
Más allá de su reconocida actividad profesional, Jiménez se dedica a brindar charlas virtuales enseñando cómo se transmite por la vía aérea el virus, y cuáles son las mejores medidas de prevención. Una de sus últimos zooms fue organizado por el Gobierno mexicano en conjunto con varias entidades científicas: como la sala virtual estaba tan llena, debieron habilitar un streaming por Facebook: había periodistas, funcionarios y público en general. Participó El Litoral.
El científico dio algunas frases contundentes: "Desinfectar superficies es un desperdicio de tiempo y dinero, no sirve para nada. A la fecha no hay ningún caso de contagio por superficie. El Covid-19 se transmite por el aire; el dogma que difundió la OMS fue un acto de desinformación". "La buena ventilación de espacios cerrados es clave: esta es una pandemia de interiores". "La siguiente pandemia será una gripe u otro coronavirus que se va a transmitir también por el aire, y nos tenemos que acostumbrar y preparar para esto, para que no nos tome por sorpresa".
Superficies y "proyectiles"
Los virus respiratorios (no sólo el coronavirus, sino tantos otros como la gripe, tuberculosis o sarampión) están presenten en los fluidos respiratorios que mojan la nariz y la tráquea, y en la saliva: para infectar a otra persona, tienen que "viajar", aterrizar en las mucosas de una persona "huésped" o ser inhalados.
Desde un principio se habló de dos formas de contagio de coronavirus: la primera, por contacto de superficies contaminadas. Ejemplo: una persona infectada se toca la nariz, luego toca su teléfono; después viene otra persona, toma el mismo teléfono y toca con sus manos el interior de su boca o nariz.
Pero "al día de hoy, se han demostrado cero casos de contagios por superficies. Si se transmitiera por superficies, el coronavirus no se hubiese extendido tan demasiado en el planeta. La CDC (Centro de Control de Enfermedades de EE.UU.) ya hace mucho tiempo que lo dice. Aclaro: lavarse las manos está muy bien, como prevención para muchos otros patógenos; pero pasarse el día desinfectando superficies es una pérdida de tiempo, excepto en las áreas Covid de los hospitales", explicó en científico.
La segunda forma de contagio es a través de gotitas de saliva -fluido respiratorio-, que pueden contener partículas infectivas del virus, y que van de la persona infectada hasta otra que será contagiada. "Esas gotas son grandes (en diámetro y peso), se pueden ver con una luz adecuada y se comportan como un 'proyectil'. Por eso se las denomina 'gotas balísticas': van como bala por el aire y le pueden 'pegar' a la persona huésped en el interior del ojo, nariz o la boca. Debido al peso, caen por lo general al piso", explicó el experto.
Pandemia de interiores
Pero al mismo tiempo en que una persona expele esa gotas balísticas, emite unas mil veces más de aerosoles. "Los aerosoles son pelotitas de saliva pero mucho, mucho más pequeñas que las gotas proyectiles. Y como son mucho más pequeñas, ya no se comportan como éstas, sino que se viajan por vía aérea, como el humo del tabaco. Salen, se frenan, flotan y siguen las corrientes de aire que puede haber en un ambiente cerrado. Los aerosoles sí se respiran: lo que sale de nosotros no es el virus solo, sino que éste viaja dentro de esas gotículas microscópicas, los aerosoles".
Jiménez aseguró que no hay evidencia que apoye el contagio por superficies o por gotas proyectiles. "Existe una situación peligrosa que es hablar muy cerca de alguien y sin mascarilla (o barbijo), porque en la cercanía persona-persona, los aerosoles que pueden llevar partículas infectivas del virus están más concentrados. Por eso funciona la distancia social, que es una medida muy efectiva", subrayó.
Pero además, los aerosoles flotan en el aire y se pueden acumular en una habitación cerrada, sin ventilación. Ahí se dan los brotes de contagios. Y al aire libre, hay muchísima menos transmisión aérea que en viviendas cerradas. "Esta es una pandemia de interiores: si no fuera por los contagios que se dan en espacios cerrados, no habría pandemia. Hay 500 veces menos posibilidades de contagiarse en el exterior que en una casa cerrada. Y los contagios en el exterior sólo pueden darse si dos personas (una de ellas infectada) hablan muy, muy cerca de la otra y si ninguna tiene la mascarilla puesta", añadió.
La "caja" y la ventilación
Una habitación es como una caja, y en ésta puede haber un agente contaminante que es el virus (una persona portadora del SARS-CoV-2). De la persona infectada sale una determinada cantidad de partículas infectivas por unidad de tiempo. "Y al virus le pueden pasar tres cosas: lo primero, puede venir aire de afuera (si hay ventanas abiertas) y llevárselo: se va el virus con el aire. Lo segundo, que el virus pierda capacidad infectiva: no dura un día en el aire, sino que se estima que vive una hora, y luego de ese tiempo dejar de ser infectivo", agregó Jiménez.
Y tercero, "hay un módulo de infección dependiendo de cuántas partículas del virus que viajan con los aerosoles se están respirando: esa es la probabilidad de infección. Más allá del esquema matemático en que nos basamos para explicar los contagios y las súperpropagaciones, todo se puede simplificar en un número que nos dice cuánto de riesgo de contagio hay en una determinada situación", explicó.
¿Y qué causa más riesgo de contagiarse, siguiendo este modelo? "Si hay menos ventilación, si hay más gente, si no hay mascarillas colocadas, si se habla más fuerte, el riesgo de infectarse es alto. A la inversa, el riesgo de infección es menor si los ambientes están ventilados, si hay menor cantidad de gente con sus barbijos puestos (los cuales deben tener una buena filtración), y si se habla despacio", concluyó el doctor Jiménez.
"No hay a la fecha evidencia científica que apunte al contagio por superficies o por gotas pesadas. Los contagios de coronavirus se dan a través de aerosoles".
El aire que respiramos
En su cuenta de Twitter, José Luis Jiménez tiene más de 76 mil seguidores, y allí sólo explica las formas de transmisión aérea del SARS-CoV-2. Ha iniciado campañas de donaciones de medidores de dióxido de carbono para varios países de Latinoamérica, no se cansa en insistir que mantener "controlado" el aire que respiramos, y que los barbijos con buena filtración son claves para reducir el riesgo de infecciones.
Críticas hacia la OMS: "Desinformó sobre cómo protegernos de este virus"
"¿Qué nos dijeron durante la pandemia?", interroga en su charla virtual el Dr. Jiménez. El 28 de marzo de 2020, la OMS informó al mundo que el virus se transmitía a través de las gotas pesadas (proyectiles) y por contacto de superficies contaminadas. "Pero estamos seguros de que esto no es así: decir que no nos infectamos por aerosoles fue un acto de desinformación. Con el tiempo, se demostró que este error (de la OMS) es uno de los más grandes en la historia de la salud pública", criticó.
Y durante mucho tiempo, junto a muchos científicos del mundo "estuvimos tratando de 'desatascar' a la OMS. No nos hacía caso, pero poco a poco, lo fuimos consiguiendo. La OMS ha aceptado, final y tardíamente, el 30 de abril de este año, que la vía de contagio es por los aerosoles. Pero aún no lo comunica claramente, y esto hace que los gobiernos no informen a sus poblaciones cuáles son las medidas de prevención correctas de una forma clara".
Cuando recién comenzó la pandemia, Jiménez y otros científicos monitorearon un coro. Sus integrantes estuvieron cantando dos horas y media: una sola persona infectó a 52 de los 60 que estaban. Se encontraban separados a 4 metros de distancia. "Conclusión: el contagio es por aerosoles y éstos, al haber personas cantando, salen muchos más", subrayó.
"En el comité de expertos de la OMS, conformado para ver cómo se transmitía esta enfermedad, al principio de la pandemia, había seis expertos sobre cómo lavarse las manos y cero expertos sobre transmisión por aire. ¿Cómo pudo haber pasado esto? Hay razones políticas y económicas, imagino yo", fustigó.