Treinta vidas acompañadas en casa: el cuidado domiciliario que humaniza la salud en Santa Fe
La atención gratuita y personalizada está destinada a pacientes adultos y pediátricos que requieran continuar su tratamiento fuera de los hospitales. Cuenta con un equipo interdisciplinario amplio y de gran trayectoria en el ámbito de la salud para garantizar acompañamiento y calidad de vida.
El servicio se caracteriza por ser dinámico, con un intercambio continuo y un recambio frecuente de pacientes.
MCSF.
En la quietud de una casa cualquiera, lejos del murmullo de los pasillos hospitalarios, la salud también se abre camino. Allí, donde la vida cotidiana intenta recomponerse entre rutinas y afectos, el Estado municipal de Santa Fe sostiene desde hace más de una década un servicio silencioso pero decisivo: el de cuidados domiciliarios, una red que durante este año acompañó a 30 personas —adultas y pediátricas— que debieron continuar sus tratamientos fuera de los nosocomios.
Desde 2013, la Municipalidad de Santa Fe ofrece esta atención pública, gratuita y especializada destinada a pacientes que requieren cuidados continuos y personalizados en sus propios hogares. Son hombres, mujeres, niños y niñas que llegan derivados desde los tres niveles del sistema de salud y que encuentran, en la intimidad de su casa, un modo distinto de transitar la enfermedad: más humano, más cercano, más digno.
Cada semana, los hogares se transforman en pequeñas salas de atención integral. Médicos clínicos y pediatras, enfermeras, kinesiólogos, terapistas ocupacionales, psicólogos, trabajadores sociales, nutricionistas y personal administrativo conforman un engranaje aceitado que pone el cuerpo y el saber al servicio de cada paciente. No se trata solo de curar, sino de acompañar, de leer cada necesidad y responder con una mirada amplia.
Equipo
“Somos un equipo interdisciplinario porque no solamente tenemos la parte biológica”, explica la médica pediatra Priscilla Romano, integrante del servicio municipal. “También están el asistente social, la terapeuta ocupacional, psicología y ahora sumamos nutrición. Es un equipo bastante amplio, que trata de cubrir todos los aspectos que estos pacientes necesitan para su cuidado diario”, detalla.
La red de acompañamiento y asistencia garantiza dignidad y acceso a la salud a las personas de Santa Fe.
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Las prestaciones abarcan desde el seguimiento y control de enfermedades crónicas hasta la administración de medicación, cuidados paliativos, educación al paciente y su familia, evaluación y tratamiento de heridas, rehabilitación física y apoyo psicológico y social. La atención es constante y cercana: el equipo visita semanalmente cada domicilio, controla la evolución clínica y actúa de manera ambulatoria ante cualquier alerta, con la posibilidad de derivar a los hospitales cuando la situación lo requiere.
“Evaluamos pacientes crónicos con patologías de base neurológicas, cardiovasculares, respiratorias y otras”, señala Romano. “La idea es anticiparnos, contener y evitar internaciones innecesarias, siempre priorizando la calidad de vida”.
Derivaciones
El servicio es dinámico, con un recambio permanente. Actualmente, asiste a unos 25 pacientes adultos y siete pediátricos, aunque las cifras varían según la demanda y las derivaciones. En el sector adulto, la permanencia promedio ronda los tres meses, mientras que en el área pediátrica predominan las patologías crónicas que acompañan a los niños durante toda su vida. A lo largo del año, el número de personas atendidas supera las 30 tanto en adultos como en pediatría.
“Somos un equipo interdisciplinario porque no solamente tenemos la parte biológica”, explicó la médica pediatra del equipo municipal, Priscilla Romano.
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Las derivaciones llegan principalmente desde los hospitales y centros de salud públicos, como el Hospital de Niños o el Iturraspe. “Nos envían un formulario con la historia clínica, antecedentes, medicación y todo lo que el paciente requiere”, explica Romano. En muchos casos, el servicio también funciona como un apoyo clave para los hospitales, que encuentran en la internación domiciliaria una respuesta ante la alta demanda.
Detrás de los números hay historias que explican, mejor que cualquier estadística, el sentido de esta política pública. Ludmila es una de ellas. Tiene parálisis cerebral y desde 2020 recibe cuidados domiciliarios. Vive al cuidado de su tía, su “mamá del corazón”, quien recuerda con emoción el punto de quiebre que significó este acompañamiento.
Contención
Ese año, Ludmila sufrió un shock séptico que la mantuvo largo tiempo en terapia intensiva. No pudo volver a respirar por sus propios medios y fue traqueotomizada: dependerá de un respirador de por vida. “El servicio fue un gran milagro para nuestra familia”, cuenta su tía. “La contención y el acompañamiento que nos dan es maravilloso. Gracias a esto pudimos traerla a casa; de lo contrario, Ludmila terminaría sus días en un hospital, y no sería lo conveniente”.
En su hogar, la niña recibe atención permanente: pediatra, enfermería para el control de signos vitales y kinesiología, fundamental para la estimulación diaria que necesita. “Es muy bueno que esté en su casa, con su familia, hasta que Dios así lo permita”, dice la mujer, con la serenidad de quien sabe que, aun en la fragilidad, hay un cuidado que sostiene.
Así, puerta adentro, el servicio de cuidados domiciliarios construye salud lejos del ruido, pero cerca de la vida. Un trabajo que no siempre se ve, pero que deja huellas profundas en quienes encuentran, en su propio hogar, la posibilidad de vivir mejor.