Tincho Carpincho: un personaje que emergió de las islas y echó raíces en el alma santafesina
Quién fue aquel entrañable animal que apareció por las calles de Santa Fe escapando de la gran inundación del ‘83. Una creación fantástica del querido y recordado periodista Jorge Álvarez y su familia. El carpincho gigante llenó de vecinos el estadio de la UTN y juntó donaciones para los inundados. Dónde está hoy Tincho.
Tincho Carpincho junto a su amigo, el pequeño Martín. Gentileza Familia Álvarez.
Dicen que entre los ríos del Litoral santafesino todavía se escucha un chapoteo distinto, como si un carpincho gigante siguiera navegando la memoria de quienes crecieron viéndolo en la tele. Su nombre era Tincho Carpincho, un héroe de goma espuma y un corazón enorme, nacido del sueño de un realizador santafesino que quiso, a través de su creación, enseñar a querer a nuestra tierra, el río y a sus múltiples habitantes.
Por aquellos años en que la televisión local aún se hacía con ingenio, fe y mucho amor, Jorge Álvarez soñó este personaje entrañable: Tincho Carpincho, un carpincho gigante que hablaba de solidaridad, naturaleza y esperanza. Su origen está contado con lujo de detalles en el libro Con la lente de una cámara (2008, Ed. TV Prensa), donde Álvarez dedica un capítulo completo a narrar el nacimiento de su criatura más querida: “1983 – Cómo nació Tincho Carpincho”.
Todo comenzó lejos del Litoral. Era 1981 y Álvarez, realizador de La historia de Santa Fe, viajaba con su esposa y sus cuatro hijos por Venezuela y Miami. En una visita a Disney World —ese universo donde todo puede convertirse en personaje—, se encendió la chispa: “Fue allí donde comencé a pensar en la creación de un personaje, como había hecho Disney con todos los que había creado, pero nuestro, de la zona, bien telúrico”, recuerda. Así, entre montañas rusas y castillos, nació la idea del carpincho gigante, inspirado en el animal más grande de la fauna litoraleña y bautizado con un nombre familiar: Martín, o simplemente “Tincho”.
El carpincho gigante en plena grabación de un capítulo de sus aventuras. Gentileza Familia Álvarez.
Justamente Martín Álvarez, el mayor de los hijos del realizador, recuerda hoy a su padre como “un experimentador y un vanguardista de la televisión santafesina y argentina”. En su relato aparece el hombre inquieto que viajó por América Latina buscando nuevas tecnologías y narrativas. “En Venezuela —cuenta— mi viejo descubre el primer showroom que los japoneses de Sony montaron en América, donde presentaban los primeros equipos portátiles de televisión. Se trajo una de las primeras cámaras al país y empezó a producir acá en el Litoral, con La Tierra y Su Gente, un programa que había iniciado en Venezuela”. Martín sería más tarde su ladero. En su faceta de cineasta y realizador audiovisual recorrió el mundo con la cámara en su hombro junto a su padre. Ambos tuvieron el privilegio de entrevistar a grandes personalidades, como la Madre Teresa de Calcuta, Fangio, Maradona, entre tantos, y al mismo tiempo supo extraer y narrar el espíritu de la gente común, “los nadies” de esta tierra.
La leyenda de Tincho
De esa misma mente pionera surgió luego Tincho Carpincho, tras el monumental proyecto audiovisual La Historia de Santa Fe, una serie que recreó batallas, la fundación y escenas históricas con un despliegue técnico inusual para la época. “Fue un delirio a lo Spielberg —ríe Martín—. Grababan con cámaras que pesaban ocho kilos y una casetera igual de pesada colgada del hombro. Hacía falta más de una persona solo para mover los equipos. Y así filmaron todo. Una locura hermosa”.
El recordado periodista Jorge Álvarez, mentor de Tincho Carpincho. Archivo.
La leyenda de Tincho contaba que una inundación había traído hasta la ciudad un carpincho descomunal, pero detrás del mito había una lectura ambiental: las crecientes empujaban a estos animales hacia la costa, donde se volvían presa fácil de los cazadores. Álvarez pensó entonces en unir fantasía y mensaje: una historia que hablara del río, de la ecología y de la necesidad de cuidar lo propio.
El hijo de Jorge recuerda que la idea no comenzó como un programa infantil, sino como una ficción insertada dentro de La tierra y su Gente. “Empezaron tirando la noticia de que se había visto un carpincho gigante en las islas. Lo decían en tono misterioso, casi como hizo Orson Welles con La guerra de los mundos. Lo tiraban en el noticiero y la gente no sabía si era real o invento. Hasta que apareció el primer capítulo y medio Santa Fe quedó enganchada”.
El primer Tincho fue una verdadera obra artesanal. “Al muñeco lo hicieron Anderson y Silvar, que tenían una sastrería teatral. En las primeras grabaciones, a veces se lo ponía Hugo Anderson y otras mi esposa, porque nuestros hijos eran protagonistas y era más fácil dirigirlos así”, contó Álvarez en su libro. El disfraz, de goma espuma y piel sintética, era una sauna móvil: “Meterse adentro de ese bicho era tremendo. Apenas se podía respirar y la visión era muy limitada. ¡Pobre el que estaba adentro!”.
Quién encarnó al carpincho
Martín, que vive hoy en medio del humedal de la costa santafesina -llena de carpinchos-, agrega: “Al principio, quien se metía dentro era mi vieja. Era la única manera de que nosotros, los chicos, siguiéramos el juego durante las grabaciones. Después lo interpretaron varias personas, incluso Emilio Jatón (quien décadas más tarde sería intendente de Santa Fe), que trabajó mucho tiempo con nosotros. También Waldi Castaño, que además le puso la voz al personaje”.
Los registros visuales de Tincho Carpincho muestran además una época en Santa Fe, y la inundación de 1983. Gentileza Familia Álvarez.
Con el tiempo, Tincho Carpincho se transformó en un programa propio: Las aventuras de Tincho Carpincho, con exteriores en las islas, filmaciones en plena naturaleza y un fuerte contenido ambientalista. “Fue el primer ecologista de la tele, te diría —afirma Martín—, porque hablaba de nuestra fauna, nuestra flora, nuestras raíces. En ese tiempo no existía nada igual”.
El nombre del personaje también tiene una historia familiar. “Yo tenía ocho años y hacía de uno de los chicos que lo encontraba en una casa inundada. Como mi apodo era Tincho, mi viejo decidió bautizarlo así: Tincho Carpincho. Fue un guiño cariñoso, una mezcla entre el personaje y su familia”, recuerda.
Martín Álvarez - amigo de Tincho Carpincho. Fernando Nicola.
Hacer ficción en Santa Fe era para la época una gran aventura. En la actualidad quedan pocos registros en video digitalizados de Tincho Carpincho. La familia Álvarez compartió hace un par de años en YouTube una cuidada edición que resume el espíritu de esta historia. Allí se ve al carpincho en las islas santafesinas, sobre una canoa, durante la inundación. Hay reptiles, pájaros y gran cantidad de flora y fauna local. También las recorridas del personaje por una Santa Fe de los ‘80, los cuatro pequeños hermanitos Álvarez, y la aparición de un personaje inesperadamente clave en esta historia: el Abuelo Lobato.
El abuelo Lobato
Cuenta Jorge en su libro que un día recibió a un personaje en su estudio de grabación, algo así como “un Indiana Jones de las islas”, lo describe. “Vestía un saco de piel de nutria con flecos a los costados de las mangas, un sombrero, vaqueros, botas cortas, una peluca negra y una sonrisa grande con unos ojos vivaces que acapararon mi atención”. Era un aventurero, navegante, creador de grandes ingenios, quien rápidamente se sumó a las aventuras protagonizando el papel de un abuelo de los cuatro niños que vivía en la isla. Embarcados todos juntos salían por el humedal a buscar a Tincho Carpincho.
La publicación de la Campaña Abrigue a un niño, realizada en la Tecnológica en 1983 con Tincho Carpincho, en El Litoral.
Archivo.
Pero Tincho no se quedó en la pantalla. En tiempos difíciles, con el país aún golpeado por la posguerra de Malvinas, la dictadura militar y la pobreza en aumento, en una Santa Fe también golpeada por la gran inundación, Álvarez imaginó que su personaje podía inspirar algo más. Así nació la campaña “Abrigue a un niño con Tincho Carpincho”, una cruzada solidaria que movilizó a toda la ciudad. “Pensé que, a través de él, se podía despertar un mayor sentimiento de solidaridad en los niños”, escribió en sus memorias.
El éxito fue inmediato. El gimnasio de la Universidad Tecnológica sobre la Costanera se colmó de donaciones y de gente. Sobre el escenario se sucedieron artistas locales, entre ellos un trío humorístico que poco después sería famoso: Midachi. La fiesta culminó con papel picado, globos y la canción de Tincho compuesta por Orlando Vera Cruz y arreglada para la orquesta por el maestro Jorge Chiapero Favre. “Toda una fiesta”, resumía Álvarez.
Durante la inundación de 1983, Tincho Carpincho convocó a grandes y chicos y colmó la capacidad del estadio de la Tecnológica, sobre la costanera santafesina, para juntar donaciones para los inundados. Archivo.
Martín revive aquella jornada: “Fue una locura. Se armó una caravana por toda Santa Fe, la gente tiraba ropa y comida a las camionetas, y todo desembocaba en la Tecnológica. Ese día actuaron los Midachi, cuando todavía eran tres profes de educación física haciendo humor. Fue una fiesta inmensa, de pura solidaridad”.
Una conmovedora anécdota
La historia tuvo un final tan humilde como humano. Esa noche, agotado y con sus hijos dormidos en el auto, Álvarez notó que el tanque de nafta estaba vacío y no tenía dinero. “Era irónico —dice—, después de tanto esfuerzo, quedarme sin nafta en medio de la noche. Pero mi esposa me dijo: ‘Confiá en Dios, que vamos a llegar’. Y llegamos. No me dormí: me desmayé”.
Al día siguiente, aún conmovido, escuchó en la radio a Juan Carlos Bettanín dedicarle palabras elogiosas por la campaña. Álvarez estacionó frente a la iglesia de los Padres Agustinos para escucharlo. “El Beta hablaba con tanta emoción que no pude contener las lágrimas. Justo al levantar la vista, vi sobre la puerta la figura de Jesús con los brazos abiertos. Ivonne (su esposa) me tomó la mano y me dijo: ‘Mirá dónde paraste’. Ni que lo hubiéramos calculado”.
Para Martín, su padre fue un visionario que entendió antes que nadie el poder educativo de la televisión. “Él siempre vio la tele como una herramienta para construir un mundo mejor”, dice. “Tenía ideas muy adelantadas, veía el futuro y apostaba a que desde la pantalla se podía enseñar, compartir valores, inspirar”.
Martín Álvarez - amigo de Tincho Carpincho. Fernando Nicola.
Hoy, más de cuatro décadas después, el espíritu del personaje sigue vivo. “Tincho está guardado, pero late —dice su hijo—. A veces pienso que tiene ganas de salir y decir cosas. Fue un activista de la ecología, de la cultura local, y su mensaje sigue siendo necesario. Él representa eso: valorar lo nuestro, cuidar la tierra y mantener viva la magia”.
Su última aparición
Cada vez que alguien le menciona al carpincho, Martín revive un pedazo de su infancia. “A lo largo de mi vida me crucé con mucha gente que me decía: ‘Yo crecí con Tincho Carpincho’. Ahí entendí la dimensión de lo que hicimos. Mi viejo trascendió (falleció el año pasado, a los 76 años), pero su obra sigue viva. El carpincho está en el corazón de la gente”.
La última aparición pública de Tincho Carpincho fue durante un festival solidario realizado en 2017 en Arroyo Leyes: “Me quiero dar un Gustock”. Sobre el escenario tocaban Motta y Hugo & los Gemelos, entre otras bandas, cuando de repente apareció él, bailando entre los músicos, para sorpresa de los presentes. ¡Es Tincho, no lo puedo creer, es la historia de mi infancia!, gritó sorprendido uno de los espectadores.
“Esa noche yo estuve adentro del Carpincho”, rememora Abelardo Gurpide, uno de los organizadores de la velada. “Fui a buscar el traje a la casa de Jorge Álvarez, que me lo entregó con solemnidad. Ahí comprendí la dimensión y el valor de ese gesto, y lo cuidé durante esas horas como a un hijo. Me lo puse y bailé toda la noche. Casi me muero del calor. Después del festival se lo devolví. Así que puedo decir que debo haber sido el último en encarnar a Tincho Carpincho”.
Martín Álvarez, realizador audiovisual, cineasta, y músico, es el hijo mayor de Jorge Álvarez y acompañó a su padre por todo el mundo, cámara al hombro. De niño, protagonizó el personaje que encuentra en la isla a Tincho Carpincho y se hacen amigos. Archivo.
-¿Dónde está ahora? -fue la pregunta para Martín Álvarez.
-Y... seguramente refugiado en algún estero de su amado litoral Argentino, siempre atento a que el ser humano no ande depredando tanto ni lastimando sin sentido nuestros hermosos pagos- contestó.
Así cierra una historia que nació de una inspiración en "el norte de las Américas", surgió y se crió entre los ríos del Litoral y dejó una huella indeleble en la memoria santafesina. Tincho Carpincho fue mucho más que un muñeco: fue un puente entre la infancia, la naturaleza y la esperanza, un símbolo de lo que puede surgir cuando la imaginación se mezcla con el compromiso y el amor por su gente.
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