Pueyrredón, el arte del desnudo y la ruptura de tabúes en la Argentina del siglo XIX
Hoy, 3 de noviembre, es el Día Nacional del Artista Plástico Argentino, en conmemoración del fallecimiento de Prilidiano Pueyrredón. Por ese motivo, recordamos una de sus facetas: la de primer pintor de desnudos en el Río de la Plata. “El baño” y “La siesta” son las obras de esa vertiente que se conservan hasta nuestros días.
"El baño", obra de Pueyrredón del año 1865. Foto: Colección privada / Museo Nacional de Bellas Artes
A Prilidiano Pueyrredón, hijo de Juan Martín de Pueyrredón, se le considera un pionero de la pintura en Argentina, condició que alcanzó, en buena medida, gracias a la educación artística que obtuvo en Europa. Nacido en 1823, estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y en la Escuela de Bellas Artes de París. Lo cual le proporcionó conocimientos en técnicas artísticas de la época y exposición al influjo de grandes maestros decimonónicos.
Pueyrredón, junto a otros intelectuales y artistas, buscaba establecer una identidad cultural en Argentina, y su trabajo en la Academia de Dibujo y Pintura contribuyó al desarrollo de una narrativa visual nacional. Dado que falleció el 3 de noviembre de 1870, se eligió esa fecha para celebrar el Día Nacional del Artista Plástico, en conmemoración de su vida y obra.
"La siesta" de Prilidiano Pueyrredón. Foto: Colección privada
En agosto, en este mismo espacio, se recordó el vínculo del artista con Santa Fe, consistente en una muestra que, ya entrado el siglo XX, posibilitó a los santafesinos observar de primera mano sus trabajos. Por eso, en función de la efeméride, la decisión fue centrar estas líneas en una faceta menos conocida pero significativa: es que Pueyrredón fue el primer pintor de desnudos en el Río de la Plata. Algo que, en su momento, provocó escándalo.
Pueyrredón era un gran admirador de la tendencia del desnudo que emergió en el arte europeo del siglo XIX. Con las herramientas que adquirió durante su formación desarrollada allí, desafió las convenciones de la sociedad de Buenos Aires de su época cuando reprodujo esta tendencia. Aunque se cree que pintó varias obras eróticas, solo dos de ellas han sobrevivido hasta la actualidad: “El baño” y “La siesta”, ambas de 1865 y actualmente en la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Estas pinturas, a pesar de su fama, no se crearon con la intención de exhibirse públicamente, sino más bien para el consumo privado.
"Reposo", de Eduardo Schiaffino. Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
Explorar la sensualidad
Roberto Amigo, experto en el trabajo de Pueyrredón, señala: “De los desnudos de Pueyrredón, 'La siesta' ha ocupado mayor atención por la posición ambigua de ambos cuerpos, como si fueran duplicados. Sin embargo, en su factura es más radical 'El baño'." La obra "El baño" muestra una bañera en leve diagonal, enfocando el cuerpo femenino desnudo, cubierto sutilmente por el agua y una tela que se sumerge en el líquido. Esta obra, con su iluminación desde arriba, crea una escena íntima que parece anticipar la llegada de alguien. La cabeza de la mujer está girada, como si estuviera alerta ante la presencia de un observador, invitándonos a ser espectadores de un momento íntimo sin formar parte de é”.
"El despertar de la criada", de Eduardo Sívori. Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
Carlos Avalle destaca, por su parte, la gran y poderosa diagonal que marcan los cuerpos en reposo de “La siesta”. “Un tratamiento de la piel como solo este artista podía hacer. Una escena relajada en el calor de una siesta en la tarde de verano Porteño? Un descanso después de haber realizado las tareas? O quizás en el rostro que observamos de frente podríamos también intuir cierta calma después de alguna “tormenta”? La maestría con la cual el maestro resuelve texturas en las sábanas y las almohadas es una invitación al relax. El fondo neutro y de valores bajos sólo nos permite ver unas cortinas pesadas, una silla y una mesa vacía”, indica.
Lo curioso de estas obras es que, a pesar de su carácter íntimo, se hicieron ampliamente conocidas. Esto se debe, en parte, a la influencia de la tradición europea en Buenos Aires a través de la fotografía. “La siesta” y “El baño” parecen hacer referencia a la tipología del daguerrotipo erótico, una forma temprana de fotografía que creaba un efecto tridimensional cuando se veía a través de un visor. Esto se suma a la misteriosa naturaleza de las obras de Pueyrredón, que se mantienen como un testimonio del dominio técnico del artista y su audacia al explorar la sensualidad en un contexto social conservador.
Pridiliano Pueyrredón, más allá de las controversias que rodearon su obra, fue un pionero en la construcción de la identidad cultural argentina a través del arte. Y sus desnudos, aunque inicialmente escandalosos, forman una parte esencial de su legado artístico y siguen siendo motivo de admiración y análisis en la actualidad.
Obra de César Fernández Navarro. Foto: Colección de Santa Fe Arte
Otras miradas
La elección del desnudo, sobre todo femenino, como tema fue una tradición que siguieron otros pintores argentinos en el siglo XIX, entre ellos Eduardo Sívori y Eduardo Schiaffino, quienes a finales de ese siglo presentaron en Buenos Aires obras que despertaron controversias. La especialista Laura Malosetti Costa explica que “ambos pintores eligen el cuerpo femenino como campo de batalla. Abordaban un género en el cual las innovaciones formales fueron particularmente polémicas. El desnudo (en particular el femenino), instituido como el punto más alto, la vara con que podía medirse la perfección alcanzada en términos de formación académica, era también objeto de fantasías eróticas. Aparecía como un territorio en el cual se cruzaban con particular vehemencia problemáticas y disquisiciones de índole moral y social”.
"Verano", de Fernández Navarro. Foto: Archivo El Litoral
Ya entrado el siglo XX, fueron muchos los artistas plásticos que desandaron ese mismo camino. César Fernández Navarro, por ejemplo, artista nacido en Bahía Blanca, formado en España y radicado en Santa Fe antes de la década de 1940, se dedicó en varias oportunidades a la figura femenina. Dentro de su vasto legado, están “Muchacha con redes”, “Muchacha recolectando paja”, “Lavanderas”, “Mujer con pescados”, “Descanso en la arena” y “En el camino” “Lavanderita”. También se ocupó del desnudo centrado en el cuerpo femenino. Su talento, en tal sentido, es ostensible en esta obra integra la colección de Santa Fe Arte, pero también en otras como su “Desnudo”, óleo sobre tela y “Verano”, que pertenece al patrimonio del Museo Rosa Galisteo.
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