Ernesto Bertani: el artista que desarmó la realidad con metáforas visuales
Conocido como el “ilusionista de Ituzaingó”, dejó una obra artística única, con su aerógrafo y estilo personal. Hoy, 3 de febrero, es el aniversario de su nacimiento.
Muestra de Ernesto Bertani realizada en el Rosa Galisteo en 1997. Foto: Archivo El Litoral
Muchos se referían a él con el apodo de “el ilusionista de Ituzaingó”. Tal vez por las metáforas visuales que solía trazar en sus obras. Lo cierto es que Ernesto Bertani, que nació un día como hoy, 3 de febrero de 1949, dejó una producción en la cual, a través de un universo creativo muy personal, ejerció una mirada crítica sobre problemáticas universales, pero que en los países latinoamericanos se manifestaron con mayor crudeza, como el autoritarismo.
Archivo El Litoral
De formación autodidacta, Bertani dejó la carrera de Arquitectura poco tiempo después de iniciarla y se sumó a los talleres de Leonardo Rodríguez, en escultura y de Víctor Chab, en pintura. Cuentan las crónicas que se topó con su vocación mientras miraba pintar a su tía Bertha Rioboo, pintora y galerista. En 1976 presentó dibujos de las series “Censura, Suicidas y Gángsters”. Al año siguiente realizó su primera exposición individual y consiguió el Primer Premio de Dibujo de la Sociedad Hebraica Argentina.
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Respecto a esos primeros años de labor, Ignacio Rodríguez Zaldívar escribió en El Cronista: “a veces no alcanzaba el dinero para comprar lienzos y como en la misma cuadra había un sastre que les regalaba los retazos de los casimires, un día empezó a pintar sobre un recorte de un ‘Príncipe de Gales’, y allí comenzó un estilo único y personal que siempre fue un sello distintivo de su obra”. En efecto, Bertani usaba el aerógrafo para trabajar sobre géneros de tapicería y casimires.
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Mónica López Ocón en un artículo que publicó Tiempo Argentino, recuerda que Bertani “pintaba con aerógrafo y su minuciosidad llegaba al preciosismo. Por lo general trabajaba con series temáticas que tenían el carácter de obsesiones plásticas. Series de amantes, de ladrones, de lectores de lápices particulares. También hacía objetos y esculturas”.
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“De su serie de cuadros sobre lápices que no solo dibujan, sino que también son capaces de abrazar, de generar árboles, abecedarios, cabelleras y muchas otras cosas de una creatividad deslumbrante, hizo un lápiz corpóreo, redondo, con dos puntas, cada una de diferente color, que se tocaban como una serpiente que se muerde la cola, símbolo que en el arte antiguo era la plasmación plástica del concepto de infinito”, agrega López Ocón.
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En primera persona
En el blog de la periodista cultural Camila Reveco consta una entrevista con Bertani donde deja conceptos interesantes. “El lápiz, para mí, siempre representó una síntesis de todas las herramientas que los seres humanos utilizamos para expresarnos, para crear, para graficar lo que sentimos. Desde las cavernas, con un palito quemado, hasta hoy, con un mousse, hemos usamos montones de herramientas para decir lo que queremos. El lápiz por supuesto que está lleno de cosas, el tema es saber cómo poder sacar de ese lápiz todo lo que queremos decir”, afirma allí.
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“Yo soy un artista que trabaja con más interés el contenido que la forma. Si bien recurro a técnicas en donde trato de conseguir un realismo bastante extremo, lo hago para que lo que quiero decir, sea más fácilmente comprendido y para que sea más atractivo. No me considero tanto un pintor, sino más bien un dibujante. Casi te diría un diseñador, que quiere expresar determinadas cosas. Lo de la obsesividad tiene que ver con eso: con hacer mi trabajo muy creíble y muy atractivo”, agrega.
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Reconocido
A lo largo de su vida, Bertani realizó muchas muestras especialmente en la Galería Zurbarán y recibió varias distinciones: el Primer Premio de Pintura en el Salón Municipal (1982), Primer Premio de Dibujo en el Salón Municipal (1983 y 1992) y Gran Premio de Honor en Pintura en el Salón Nacional (2002). Falleció en 2021, a los 72 años de edad.
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Según Jessica Fabaro “fue considerado un pintor urbano porque reflejaba en sus obras las sensaciones de los habitantes de las grandes ciudades, personas que usan la vestimenta como su segunda piel”.
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