El pintor de las clases humildes: el obituario que El Litoral le dedicó a Estrada Bello
Cuando el artista murió, el 13 de diciembre de 1964, el diario publicó una sentida necrológica. Lo describió como "uno de los más decisivos exponentes de la primera generación plástica santafesina". Su mirada sobre nuestra zona sigue siendo una brújula estética y humanista.
Una ilustración de Estrada Bello resume su poética. Foto: Archivo El Litoral
Domingo Sahda se refirió a él en las páginas de este diario como "portaestandarte del mundo de los silenciados". La definición es precisa: Enrique Estrada Bello, quien falleció un 13 de diciembre de 1964, siempre prestó atención a los personajes de las "orillas" para construir su imaginario.
Como sus contemporáneos europeos Käthe Kollwitz y Otto Dix, al igual que los mexicanos Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, su proyecto estético consistió en darle voz a los que no tenían un lugar reservado en el centro.
Esto es palpable en sus trabajos, donde quedaron inmortalizados el Indio Ramón, Manaco y el Negro Arigós. Pero también los anónimos: un joven que sostiene un mediomundo, una anciana con una flor, una muchacha de barrio, la hija de un quintero, una mujer con un pescado en la mano.
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Miradas especializadas
Jorge Taverna Irigoyen, en 1966, lo describió en El Litoral como "pintor de visión lúcida, a veces hiriente en su placidez, supo encontrar en su arte la simbología de lo humilde, el calor de las naturalezas menos destacadas".
Isaac Aizenberg destacó a su vez que "Enrique se inclinó hacia la gente humilde por su propia humildad, los retrató en su sencilla dignidad porque retrataba su propia y digna sencillez".
Nidia Maidana, en una reciente entrevista realizada para esta sección, remarcó que los trabajos de Estrada "tienen un arraigo en lo local; recuperan un imaginario litoraleño, urbano y ribereño, profundamente ligado a la gente de aquí".
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Valorado por sus pares
"Ha fallecido hoy en esta ciudad, víctima de una rápida dolencia, el artista santafesino don Enrique Estrada Bello", informó El Litoral el 13 de diciembre de 1964.
"Con él, desaparece una de las figuras claves de la pintura del litoral, uno de los más decisivos exponentes de la primera generación plástica santafesina", agregó el vespertino.
Hay que poner de relieve un dato: Estrada Bello había actuado como ilustrador para este medio. De hecho, sus comienzos en el universo del arte fueron trabajando como caricaturista en diarios santafesinos.
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En la edición del 1 de enero de 1940, es posible hallar una serie de trabajos de su autoría para acompañar textos literarios. Allí también se pueden identificar trabajos de Roberto López Carnelli y Ricardo Supisiche.
En aquel obituario de 1964, además del valor de Estrada como pintor, se pone hincapié en su rol como gestor cultural, fuerte impulsor de diversas instituciones.
El llamado de la pintura
Había nacido el 11 de octubre de 1897 y desde muy joven sintió el llamado de las bellas artes. Al punto que dejó la secundaria para dedicarse a la pintura. En la Academia Reinares recibió su diploma de profesor de dibujo a los 18 años y en adelante fue pintor, dibujante, ilustrador, maestro y gestor de sociedades y escuelas.
Estimarte
"Todas las latitudes le mostraron dueño de una voluntad poderosa e inconmovible, de una intuición sin caídas, de un alto y relevante sentido humanístico", remarcó El Litoral en la sentida necrológica de 1964.
La riqueza de los humildes
"Dentro de la creación propia, Estrada Bello trabajó intensamente tratando de plasmar -en fiel y poética síntesis- los diversos tipos ribereños del litoral santafesino", señaló luego el obituario.
Para cerrar con estas palabras. "Su pintura, dentro de un inconfundible acento propio, delineó certeramente la riqueza caracterológica de las clases humildes, el paisaje que tanto conocía y amaba tan intensamente".
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Que los más importantes salones del país hayan recibido y premiado sus obras como "testimonio de una consustanciación regional de incuestionable jerarquía" es casi una consecuencia lógica. Es que había verdad en su arte.
Muchos años después de la muerte de Estrada Bello, el inefable Taverna Irigoyen lo describió en su columna como "un enamorado de la figura humana". Tal vez por eso su obra le haya ganado la pulseada al paso del tiempo.