Su obra unió máquinas, rituales y luchas sociales. Fue muralista, estridentista y parte de una generación que cambió el arte latinoamericano. Un repaso por sus principales trabajos, a 124 años de su nacimiento.
Fragmento de “Danza de Yautepec”. Foto: Colección Familia Revueltas
Fermín Revueltas nació el 7 de julio de 1901 en Santiago Papasquiaro, Durango, en una familia donde el arte era algo cotidiano. Silvestre se entregó a la música, José a la literatura. Rosaura a la danza y luego a la actuación. Consuelo y Fermín se orientaron a las artes plásticas.
En el caso de Fermín, aquella pulsión encontró cauce en distintos lenguajes: muralismo, pintura de caballete, ilustración, grabado. Pero, sobre todo, en una mirada moderna, social, ritual y revolucionaria, que nunca perdió su raíz simbólica.
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Juventud errante
En 1917, la Revolución Mexicana lo obligó a emigrar. Fermín y su hermano Silvestre fueron enviados a estudiar a Texas, y un año más tarde a Chicago. Aquella formación plantó las semillas de una sensibilidad que abrazaría las vanguardias del siglo XX.
En 1920, ya de regreso en México, ingresó a la Escuela de Pintura al Aire Libre de Chimalistac, donde el arte rehuía los academicismos para dialogar con lo popular. Allí comenzó a gestarse su lenguaje propio, mientras trababa relación con el escritor Manuel Maples Arce y los primeros miembros del movimiento estridentista.
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Velocidad, máquinas y espiritualidad
El estridentismo fue para Revueltas un estallido estético. "Su obra, en medios diversos quedó marcada por ese entusiasmo y sus claras deudas con el constructivismo ruso o el futurismo italiano", apuntó el crítico Héctor Antonio Sánchez.
"El estridentismo, aunque comenzó siendo un movimiento literario, muy pronto se enriqueció con la plástica de algunos artistas que se aliaron a la estética del dinamismo, la velocidad, la belleza de las visiones urbanas y la nueva estética de las máquinas", escribió Ida Rodríguez Prampolini.
En ese clima, Revueltas coeditó la revista "Irradiador" (1923) junto a Maples Arce. Lo hizo mientras maduraba su propio imaginario: un México contradictorio, industrial y ritual. Todo eso al mismo tiempo.
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Su paso por el muralismo
En 1922, Diego Rivera lo convocó como asistente en la ejecución del mural “La creación” en el Anfiteatro Simón Bolívar. Fue su ingreso al muralismo mexicano, en un momento de gestación. Pero pronto hubo diferencias.
Ese mismo año, Fermín comenzó a trabajar en su primera obra monumental: "Alegoría a la Virgen de Guadalupe". "Muestra a unos peregrinos que visitan a la Guadalupana, aunque también podría ser una aparición sobre el Cerro del Tepeyac. Una composición triangular que de algún modo evoca una pirámide", interpretó Sandra Zetina.
La pieza, como tantas otras de Revueltas, "alude a lo que la antropóloga Anita Brenner denominaría ‘los ídolos detrás de los altares’; es decir, la religiosidad indígena que ha pervivido a través del cristianismo, o bien la transformación de la religión católica en un espacio sincrético".
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Oficios, mitos y modernidad
Revueltas apostó al diálogo visual entre mundos en tensión. Su obra incorpora luchas sociales, trabajadores industriales, leyendas ancestrales y elementos naturales. Entre sus trabajos destacados figuran "La indianilla", "Puerto", "Bañistas", "Danza de Yautepec" y "La danza del venado".
Esta última, encargada por el Banco Nacional Hipotecario en 1934, resume su madurez ideológica. Allí, la presa hidroeléctrica convive con un paisaje mitológico: la naturaleza y la tecnología en una utopía plástica.
Como anotó Maricela González, autora de un estudio publicado por la UNAM, "aunque la obra de Revueltas abarca escasos 15 años, fue partícipe fundamental de los movimientos que definieron la plástica nacional que después se institucionalizaría en la Escuela Mexicana de Pintura".
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Muerte prematura
Fermín Revueltas murió el 9 de septiembre de 1935, a los 34 años. Su vida fue breve, pero iluminó los márgenes de lo que después sería llamado el arte nacional mexicano.
Según Camila Revueltas, descendiente del artista, "creía firmemente en la sensibilización del ser humano por medio de la expresión cultural. Fue mal entendido en diversas ocasiones y acusado falsamente de fascista".
Como escribió su contemporáneo Maples Arce: "La vanguardia no es un lugar, sino una actitud frente al mundo". Fermín la vivió hasta el final.
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