En mayo de 1972, la sala mayor del Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez fue testigo de la apertura de una muestra que también funcionó como puente cultural: afiches japoneses y obras de dos grabadores del mismo país.
Con el apoyo de instituciones culturales, el museo Rosa Galisteo recibió en mayo de ese año una selección de obras de dos artistas japoneses: Tsuyoshi Yayanagi y Kosuke Kimura.
En mayo de 1972, la sala mayor del Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez fue testigo de la apertura de una muestra que también funcionó como puente cultural: afiches japoneses y obras de dos grabadores del mismo país.
En el acto de inauguración, el representante de la Sociedad Japonesa de Cultura, de Buenos Aires, Akihiro Otani, mostró su beneplácito por la actividad, que tuvo la colaboración del Instituto Argentino-Japonés de Cultura.
"Muy halagador será para nosotros si a través de esta muestra, que aún cuando no tiene toda la amplitud deseada posee en cambio un sincero y cordial deseo de comunicación, logramos acrecentar el diálogo cultural entre nuestros dos países", dijo.
Los dos grabadores japoneses cuyas obras pudo observar el público santafesino en el Rosa Galisteo, fueron Tsuyoshi Yayanagi y Kosuke Kimura.
El primero estudió grabado en París y participó en bienales en esa ciudad, en Japón, Brasil y Polonia, presentando numerosas obras gráficas. Su labor se caracteriza por los colores brillantes y las imágenes ricas.
Kimura, por su parte, estudió grabado en la Universidad Municipal de las Artes de Kioto. Emergió como artista en los ‘60, una época en la que el arte se había vuelto más democrático por el crecimiento económico de Japón.
Aprovechando la serigrafía y la fotografía con las tecnologías más avanzadas de su tiempo, representó una acumulación de imágenes virtuales y reales, provenientes de experiencias visuales saturadas por la información.
El 14 de mayo, El Litoral publicó una reseña sobre la muestra, en la cual Jorge Taverna Irigoyen vertió su mirada sobre los mencionados grabadores.
"Varias serigrafías, algunos heliograbados y neo grabados, dan posibilidades para que el público aprecie dos actitudes distintas pero igualmente actuales", expresó el crítico.
"En una, la de Yayanagi, el color plano y saturado, con ritmos geométricos y figuras quebradas, da cierta visión contemporánea que podrá eslabonarse o no, con vertientes derivadas del ‘pop art’", agregó.
"En la otra, Kimura busca la figura humana rota, segmentada, sus accidentes cotidianos de lucha y de vértigo, su soledad, en fin, para componer inteligentes frisos en que la imagen va indisolublemente unida a la idea", apuntó luego.
"Dos conductas expresivas ponderables, a través de un medio común, usado con habilidad y conocimiento: el de las nuevas técnicas grabadoras", cerró.
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