Vestido con la camiseta de su alma, la de River Plate, y mientras dejaba el campo de juego acompañado por sus tres hijos, Ariel Ortega se llevó este sábado una ovación inolvidable de la multitud que colmó un Monumental que se rindió incondicionalmente ante sus gambetas descompaginadoras de defensas y de sus goles distinguidos.
A los 15 minutos del segundo tiempo, el pequeño Tomás Ortega, como para que resultara todavía más inolvidable la despedida-agasajo de su papá, hizo un gol. Tomasito recibió dentro del área una asistencia del Burrito y batió a Nahuel Guzmán, el arquero de Newell's Old Boys.
Inmediatamente a continuación el ídolo caminó hasta donde estaba su primogénito, lo abrazó
cálida y paternalmente, y se puso a llorar.
A los 24 minutos del segundo tiempo de su partido despedida-agasajo-tributo, el Burrito derramó lágrimas, al igual que sus hijos, y dio la vuelta olímpica al paso, saludando con el brazo derecho alzado y la mano abierta, como si quisiera estirarla para estrecharla con la de cada uno de sus admiradores.
El jujeño Ariel Ortega admitió este sábado que pensaba "decir mil cosas" al momento de dirigirse hacia el público que colmó el estadio Monumental en su despedida del fútbol, pero que "lo único" que se le pasó por la mente fue agradecer a los hinchas, a sus compañeros y a Dios.
"No tengo más que palabras de agradecimiento por este momento. A mis compañeros gracias por acompañarme. Tenía pensado decir mil cosas, pero lo único que se me viene a la mente en este momento es agradecerle a ustedes (hinchas) y a Dios por hacerme hincha de River", sintetizó el "Burrito" con la voz entrecortada, desde el césped del estadio de River.
En el sábado de la despedida-agasajo para Ariel Ortega, otro talentoso, Marcelo Gallardo, resaltó que el Burrito "merecía estos recuerdos que se lleva para toda la vida".
"La verdad es que Ariel merecía estos recuerdos que se lleva para toda la vida", enfatizó Gallardo, otro histórico Diez que tuvo River Plate.
El Muñeco habló así en la puerta de los vestuarios de un Monumental que se colmó con 65 mil admiradores que de ninguna manera se permitieron perderse este cotejo que fue un tributo para el ídolo Ortega, quien por última vez se calzó la camiseta de la banda roja.
"Más allá de todo, uno ha dejado una marca y eso es imposible no reconocerlo", argumentó Gallardo respecto de su caso personal, ya que este sábado también disfrutó del cariño que le otorgaron los aficionados.








