Darío Pignata
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SUNCHALES (Especial para El Litoral).-
Estaba “cantado” que el tema León Najnudel se llevaría, por cuestiones obvias, una parte importante de la charla con Julio César Lamas.
—Contabas que hubo algo de suerte al cruzarte con León, pero también se dice que a la suerte “hay que ayudarla”...
—Creo que yo también lo busqué. Te cuento algo: el día que León se da cuenta que existo, yo ya le daba vueltas alrededor de él como una mosca. Venía de Paraná, en un Argentino en el ’87, donde me le puse cerca para escuchar y en el ’88 él viene a San Andrés con Sport y le saqué tema de conversación. Ahí arrancó todo, fui a su casa dos días por invitación a trabajar y me preguntó si podía venir. Era martes, volví a Buenos Aires y el domingo estaba viviendo en Cañada de Gómez.
—A uno le da la impresión que cuando nacen los tipos como León se tira el molde.
—Yo pienso que León es la persona más importante de la historia del básquetbol argentino, porque lo que él hizo no lo hizo nadie. Si hay que comparar los títulos ganados por Magnano o Hernández, lo superan, pero León cambió la competencia interna. Fue lo que nos permitió a todos ser profesionales de dedicación exclusiva y graduarnos hasta un nivel. Después, vino una generación de jugadores que hicieron un Master en Euroliga y en NBA, con resultados únicos para el básquet nuestro. Pero sin la Liga Nacional no hubiera existido nada.
—Todo el mundo habla de Najnudel...¿cómo era León?
—Una mente brillante con una forma simple de explicar cosas que para él eran fundamentales. Instaló la Liga en un momento donde eran todas complicaciones. Casado con el básquetbol, aglutinaba gente alrededor de él y lideraba. En esos años, León no pensaba en su equipo sino en la actividad en general. Decidía comprometerse con la actividad para hacerla crecer. Y lo logró. En ese tiempo, la información era poder y él la compartía. Fue maestro de jugadores, dirigentes, entrenadores, árbitros.
A la hora justa, en el momento justo. León es una persona única en el básquetbol. Un apasionado, muy inteligente, con mucha calle.
—Bilardo dijo alguna vez que Zubeldía era un adelantado...
—León, cuando iba a un lugar lo modificaba para él, producía cambios. A las mayores frases con las que me muevo en esta profesión las aprendí de él. León estaba adelantado. Agarrá cualquier nota a León en un diario o revista de los ’80. Paenza dijo una vez: “El Ruso viajaba al futuro, veía como eran las cosas y volvía acá para contarlo”. Bilardo, Paenza, Griguol... todos lo escuchaban.
—Anécdotas para tirar para arriba imagino.
—Cuando firmo con el Madrid, Jorge Valdano me pregunta ¿Lamas usted era ayudante de León, no? Sí le dije. “Es la mejor carta de presentación que podés tener en España”, me dijo cuando me firmó mi contrato. Esa es una.
—Debe haber otras...
—Salgo un día de casa y estaba el “Flaco” Menotti en la puerta. Enfrente había un taller de autos que atendía un argentino, entonces le digo “Se equivocó, es enfrente”. Y me dice no, te busco a vos porque sos el amigo de León Najnudel y no lo puedo ubicar.