De perfectos desconocidos a jugar con la cancha de Vélez repleta, resume la paradoja que vivieron en menos de un mes los chicos del seleccionado argentino sub 16 campeones sudamericanos, hecho que ocurrió hace 35 años. El 22 de abril de 1985, en un estadio José Amalfitani con casi 40 mil personas que ingresaron en forma gratuita, el equipo albiceleste, dirigido por Carlos Pachamé, derrotaba por 3-2 a Brasil y se consagraba ganador del certamen continental con puntaje perfecto.
Eran períodos sin internet, redes ni plataformas sociales que pudieran darle difusión al evento. Apenas las secciones de Deportes de los diferentes medios gráficos y la transmisión televisiva de Canal 13 (con relatos del periodista Carlos Asnaghi) le otorgaron preponderancia a un conjunto que fue ganando confianza a medida que transcurría el campeonato.
En el estreno, el elenco albiceleste derrotó a su par de Venezuela por 5-0, en cancha de Vélez, con no más de 250 espectadores en las tribunas. Ese buen paso inicial se consolidó con otros dos éxitos convincentes: sendos 4-0 ante Ecuador y Colombia, dos selecciones que todavía no habían alcanzado el desarrollo en juveniles de hoy en día.
El mediocampista por izquierda, Hugo Hernán Maradona, resultaba, a priori y por lejos, el jugador más reconocido de ese combinado de Pachamé, que tenía como objetivo la clasificación al Mundial de China. El hermano de Diego, que en ese entonces ya estaba camino a ser el mejor del mundo, mostró sus dotes de organizador de juego y buen definidor, pero los flashes fotográficos correspondían a Fernando Redondo.
El volante central que se desempeñaba como su compañero en Argentinos Juniors exhibía elegancia y distinción ya a los dulces 16, en el medio de un equipo que fue enamorando, a medida que las cámaras de la TV reproducían esos desempeños.
Así, el 3-1 a Chile y un posterior 3-0 a Perú afirmaron al elenco de Pachamé en la primera posición, junto al cuadro “verdeamarelho”. Después de quedar libre, Argentina volvió a copiar otra actuación sobresaliente y se impuso fácilmente a Uruguay, por 5-1, resultado que le permitió clasificarse a la cita mundialista.
En cancha de Ferro, por la penúltima jornada, el equipo albiceleste diseñó una nueva performance para el aplauso y liquidó a la Bolivia, conformada por la base de la afamada Academia Tahuichi: 5-1.
El escalón final se subió ante Brasil, en un barrio de Liniers que añoraba la consagración. Luego de quedar dos veces en desventaja, Argentina contó con una aparición de Lorenzo Frutos (San Lorenzo), que capturó un rebote en el travesaño, y un disparo bajo de Maradona, que ingresó por el poste derecho del arquero Luiz André.
Una vez conseguido el campeonato, con algunas modificaciones en la lista, el equipo inició en setiembre del ‘85 la preparación para el Mundial, que se celebró en China, a principios del ‘86.
“Nos entrenábamos en el predio de AFA en horario nocturno, quedábamos concentrados allí, dormíamos y nos íbamos al día siguiente con la intención de aclimatarnos al horario en China. No nos habituábamos”, contó Hugo Maradona a TyC Sports hace algunas temporadas.
En la cita mundialista, Argentina perdió con Australia (0-1), empató con Alemania Federal (1-1) y superó a Congo (4-2) en la ronda inicial, aunque no pudo avanzar a cuartos de final, porque le faltó marcar un tanto más frente a los africanos.
“No nos dieron ni un diploma de cartulina”
Pedro Sallaberry, otrora goleador del seleccionado argentino Sub 16 campeón Sudamericano en 1985 con 10 tantos, recordó aquel logro de la selección juvenil nacional.
El oriundo de la localidad bonaerense de Glew, contó que para el debut “sólo nuestras familias y unas personas más estaban en la cancha”, que el equipo exhibió una evolución en su funcionamiento durante el torneo y se convirtió “en una suerte de máquina perfecta”, por eso “la gente empezó a engancharse”, a punto tal que “el partido decisivo, con Brasil, lo vieron más de 40 mil personas”. Sin embargo, lamentó que tras la consagración “no nos dieron ni una copa ni un diploma de cartulina”.Sallaberry reconoció que el hecho de ir “de vacaciones a Santa Teresita” le permitió llegar a River Plate y disputar ese certamen continental con la camiseta celeste y blanca. “Si no hubiese ido de vacaciones a Santa Teresita no sé si hubiera jugado. Soy sincero”, dijo.
En ese sentido, narró una experiencia fortuita que ocurrió en 1980, cuando apenas tenía diez años: “Nos fuimos de vacaciones con mi familia a la Costa Atlántica y allí me vio jugar Eliseo Prado, un buscador de talentos que trabajaba para River. Prado le sugirió a mi papá que me vaya a probar al club. Allí estaba un señor (José) Curti, me probó y quedé en River”.
Sallaberry tuvo una extensa carrera como jugador, que incluyó pasos por Independiente, Chaco For Ever, Vélez Sarsfield, Banfield, Douglas Haig de Pergamino, Almirante Brown, Talleres de Remedios de Escalada y Colegiales.