Por Ricardo Porta
Por Ricardo Porta
La Pulga y su DT lograron lo que Diego no pudo: que el total del pueblo futbolero se identifique con la Selección. El romance entre el futbolero y los protagonistas alcanzan imágenes emotivas. A través del sentido de pertenencia y la calidad individual ellos transmiten desde adentro hacia afuera algo muy especial.
“Se juega como se vive” (Pacho Maturana), y aquí estaría la explicación de porqué los argentinos sufrimos en todos los partidos... ¿es que la dura vida de todos los connacionales es un lecho de rosas?. Los argentinos somos sufridos, nos levantamos de las cenizas mil veces... nos caemos y arriba otra vez... ¿o no?. Entonces: cómo no vamos a sufrir en un acontecimiento como lo es el Mundial.
Ya lo conté alguna vez: a 24 horas de ser campeones en el Azteca en 1986, en la sala de prensa del mundial y junto a reconocidos colegas, café por medio, expresábamos cuáles eran nuestras ilusiones. Cuando me tocó a mí dije: “En este momento sueño con un abrazo entre Menotti y Bilardo”. Por supuesto que me querían matar todos. No pensé que los argentinos somos muy pro y muy anti. “Uds pierden el tiempo en personalizar y no se dan cuenta que lo mejor que tiene su país ES EL JUGADOR DE FÚTBOL, que supo entender, acomodarse a Menotti y Bilardo para ser campeones del mundo”, me dijo cuando Argentina derrotó a Bélgica en semifinales el Gordo Santibañes, enrolado en la escuela “menottista” y ex técnico de Chile. Por favor sumemos Menotti y Bilardo, Maradona y Messi. No uno u otro.
El traspié de perder en el debut frente a un equipo del tercer escalón mundial nos hizo reaccionar. Pasamos México, Polonia y Australia. Jugamos pasajes de buen fútbol, pero siempre sufriendo. Luego Países Bajos y lo mismo. Pero se enriqueció lo fundamental: EL ROMANCE ENTRE EL HINCHA Y SU SELECCIÓN... y esto es inédito por la totalidad de los futboleros que sienten lo mismo.
Mi entrañable amigo y colega Horacio Pagani escribió en el 2006 “El fútbol que le gusta a la gente”, y sobre el final de uno de sus capítulos decía: “La consigna es sacarse la camiseta del club preferido. Y desde allí sabremos cómo es el fútbol que le gusta a la gente... Ese que levanta ovaciones aun cuando la pelota no entró en el arco. Ese que invita a aplaudir jugadas, a premiar caños y gambetas. Ese que están maniatando detrás de pérfidos intereses”.
Esta Selección está en un proceso de crecimiento. Claro que en el mismo se encontrará con palos en la rueda. Propios y de los otros. Pero en esta época de absoluto materialismo, le está demostrando a las nuevas generaciones que los exitosos también sufren y lloran... que por un lado están salvados económicamente, pero que hay valores comunes entre los que están en las tribunas y ellos, los privilegiados.