El “Sapito” Gustavo Coleoni debe ser de las poquitas excepciones, en el fútbol argentino, de haber disfrutado de esa continuidad que a muchos entrenadores se les niega por esas urgencias que convierten al puesto de entrenador en una silla eléctrica.
El “Sapito” Gustavo Coleoni debe ser de las poquitas excepciones, en el fútbol argentino, de haber disfrutado de esa continuidad que a muchos entrenadores se les niega por esas urgencias que convierten al puesto de entrenador en una silla eléctrica.
Es el técnico de Central Córdoba y daría la impresión de que en Santiago del Estero muchos habrán pensado en hacerle un monumento o algo por el estilo. Hizo “la gran Kudelka” con Talleres, llevándolo de la tercera categoría a esta realidad que pocos imaginaban en la calurosa provincia mediterránea. Y habló en La Primera de Sol.
—Lindo derrotero, Gustavo...
—Cuando vine, hicimos una campaña bárbara en la B Nacional pero no pudimos mantenerlo porque venía de malas actuaciones. Cuando armé el equipo yo, ascendimos del Federal a Primera B Nacional. Ahí tuve que armar un plantel en quince días, pero formamos una química importante y logramos el ascenso la A. Y después tuvimos que volver a jerarquizar el plantel, porque con amor propio y transpirando la camiseta, solamente, no es suficiente en Primera.
—¿Sos una “aguja en el pajar” en el fútbol argentino?
—No me puse a pensar en eso. Sí te puedo decir que no hay técnicos cordobeses, como es mi caso, que se destaquen a nivel nacional, algo que no ocurre con los jugadores y los equipos de mi provincia. No sé si me consideran así. Pero de lo que estoy convencido es que, la de entrenador, es una carrera de resistencia, no de velocidad. Siempre lo digo.
—¿Te “adoran” en Santiago, se viene el monumento?
(risas) —La Superliga es de gran exigencia para mí, porque no quiero ser la cenicienta del torneo. Por eso me propuse armar un equipo duro y competitivo.
—¿Qué diferencia notás con las otras categorías que dirigiste?
—En Primera, el error se paga con gol. Y el error que el técnico puede cometer en una táctica o en un cambio, también se paga con una derrota. Esa es una...
—¿La otra?
—En pretemporadas pasadas, no sabía si ir o quedarme porque no llenaba el colectivo con los jugadores que tenía. Ahora es diferente.
—¿Como ves el futbol argentino, con esto que ocurre a nivel Afa y Superliga, con intereses muy encontrados?
—No se terminaron de acomodar algunas cosas, hay luchas de egos, se pelean a ver quién “la tiene más larga”, como se dice en la calle. Estamos en el tercer o cuarto lugar a nivel mundial, adentro de la cancha, pero deberíamos estar más maduros afuera. Pero los egos y los intereses personales van por encima de todo.
—¿De qué entrenador sacás cosas?
—Estoy muy cerca del Turco Mohamed, todos me dicen que soy parecido a él en mi manera de conducir y relacionarme con los jugadores, y para mí es un genio. Y después está Marcelo Gallardo por encima de todos.
—¿Qué tiene Gallardo?
—Hace correr al que juega bien. Y cuando lográs eso, tenés la mitad del trabajo asegurado.
—¿Y si tenés un Riquelme o alguien que sabés que no va a correr pero que va a jugar como ninguno?
—Entonces, ese jugador depende de los otros 9... Al que juega bien lo quiero hacer correr para que encuentre lugares vacíos para recibir la pelota y poder atacar.
—Dijiste que arrancás con Colón mejor que cuando empezaste el torneo con Newell’s. ¿Cómo te imaginás al rival?
—Osella no va a tirar manteca al techo, va a plantear un partido inteligente, lo conozco mucho a Diego.