El Gobierno vuelve a enfrentarse al dilema de siempre: juntar reservas sin despertar al dólar
Primeros ensayos de recomposición sin desbordar el tipo de cambio para asegurar el cumplimiento de prontos vencimientos. Caputo insiste en que las bandas no se tocan y que acumular reservas es prioridad, pero los fondos piden más flotación y algunos economistas comienzan a preguntar sobre el margen de maniobra del plan.
Resguardado en el esquema de bandas, Caputo prioriza la acumulación de reservas para afrontar vencimientos. Foto: REUTERS / Cristina Sille.
En las últimas semanas, el Gobierno empezó a ensayar una respuesta a la pregunta que la economía argentina repite desde hace una década: cómo acumular reservas sin tensionar el dólar. Con el tipo de cambio calmo dentro de la banda, el riesgo país bajando y los bonos subiendo al calor del acuerdo con Estados Unidos, el Banco Central y el Tesoro retomaron las compras de divisas mientras el mercado sigue de cerca los movimientos.
Fuentes del mercado aseguran que el lunes de la semana pasada el Tesoro compró unos 64 millones de dólares a 1.430 pesos, un valor 4,5% por debajo del techo de la banda cambiaria. No es un monto que mueva la aguja por sí mismo, pero sí una señal: el Gobierno volvió a salir a buscar dólares, recomendación sobre la que el Fondo Monetario Internacional viene machacando enfáticamente.
Las cuentas que hacen los analistas de mercado muestran que, entre el lunes 28 de octubre y el 7 de noviembre, se registraron compras por unos 880 millones de dólares, que llevaron el total de depósitos del Tesoro en el Banco Central a unos 910 millones. Ese colchón, sin embargo, se usó para cancelar el pago de intereses al FMI, un recordatorio brutal de que la respiración financiera todavía depende de los vencimientos externos.
En paralelo, se abrió otra discusión. Según publicó Bloomberg, un gestor del fondo Pimco, uno de los gestores de inversión más grandes del mundo, pidió “encarecidamente” al Gobierno de Javier Milei que deje flotar el dólar ahora que el escenario es favorable, con la advertencia de que los grandes capitales no convalidarán activos en pesos si sienten que el tipo de cambio está administrado al límite.
El gigante Pimco pidió "encarecidamente" dejar flotar el peso.
Frente a esas presiones, el ministro de Economía, Luis Caputo, viene marcando en sus apariciones públicas que las bandas no se tocan, ratificando que el Gobierno no está dispuesto a abandonar el esquema hasta no acumular las reservas suficientes y buscando despejar dudas sobre si el dólar está realmente tranquilo o apenas anestesiado.
Caputo defiende las bandas
Frente a industriales que le vienen reclamando políticas para el sector, el ministro de Economía Luis Caputo ratificó lo que viene diciendo desde hace semanas: el esquema elegido es el de flotación con bandas y, por ahora, no habrá cambios. Lo dijo sin vueltas: “Las bandas cambiarias están bien calibradas”. Y agregó, ante la tentación de quienes piden flotar libremente: “Hay que graduarse primero antes de flotar libremente. No nos agrandemos”.
Caputo argumentó en la Conferencia de la UIA que la volatilidad de la demanda de dinero en Argentina hace inviable una flotación pura. “En estos meses hubo una dolarización que no se ha visto en la historia”, sostuvo. “La mayoría de los países no flota libremente, ningún país en desarrollo lo hace”, insistió, antes de advertir: “No nos comamos el cuento de que es fácil flotar porque no es así. Al primer shock, terminás poniendo un cepo”.
Caputo en la UIA
El ministro reforzó otra vez la idea de gradualismo: “Muchos países iniciaron su estabilización con bandas cambiarias. En algunos casos duró muchos años. Es un esquema conocido, no estamos inventando nada”.
También metió política en la ecuación. Según dijo, la flotación libre no es compatible con la oferta electoral argentina. “Tampoco podemos darnos el lujo de flotar libremente con la volatilidad política que tenemos”, afirmó. Y agregó una frase que levantó cejas: “Mientras la alternativa siga siendo el comunismo es muy difícil flotar”.
En materia de reservas, Caputo sostuvo que “este es el gobierno que más compró: 29 mil millones”, aunque admitió , que “se retuvieron menos porque hubo que pagar deuda”. De todos modos, aseguró que acumular reservas “es una prioridad”, que el balance del Banco Central “se va a fortalecer” y que las metas con el FMI “se van a cumplir sin problemas” gracias a las nuevas condiciones financieras.
“Vamos a acumular reservas y probablemente más de las que cualquiera puede estar pensando”, remarcó, desafiante. Y aclaró que las compras serán “inteligentes”, sin emitir pesos “que nadie quiere”, para evitar presiones inflacionarias.
Arriazu y los beneficios de la "flotación sucia"
En paralelo, el economista Ricardo Arriazu, una de las voces más escuchadas por Milei, aportó una mirada más técnica. En una columna publicada este domingo en Clarín, dijo que el régimen de bandas implica una “flotación sucia”, donde el Banco Central debe intervenir para evitar que el peso se aprecie demasiado y donde la meta central debería ser comprar divisas todos los días sin preocuparse por el precio puntual del dólar.
“La propuesta es un poco más sofisticada”, afirmó. “Implica una meta de compra diaria de divisas con total indiferencia sobre la posible evolución del tipo de cambio”. Explicó que esas compras podrían ser hechas por el Tesoro —lo que daría garantía de pago de deuda y elevaría las reservas brutas— o por el Banco Central, emitiendo dinero.
Ricardo Arriazu, economista, dio su mirada técnica sobre el plan.
No obstante, Arriazu fue claro respecto a cuál es la vía sostenible: la cuenta capital. “Argentina necesita acumular reservas, pero no lo va a hacer por la cuenta corriente —aunque los planetas se estén alineando a nuestro favor— sino por la cuenta capital, cuando se restaure la confianza y el gobierno pueda volver a los mercados voluntarios de crédito”.
Su repaso histórico sobre la región fue lapidario. Mencionó que Latinoamérica acumuló déficits abultados entre 1980 y 2024, con apenas cinco años de superávit. Argentina, en particular, sumó un rojo de US$ 196 mil millones. “Los que apuestan contra el peso deben perder alguna vez para evitar nuevas corridas en 2026 y 2027”, advirtió.
Pronosticó, además, que “lluvias oportunas” traerán cosechas récord y el sector energético aportará históricos saldos favorables de US$ 4 mil millones en 2026 y US$ 7 mil millones en 2027. En ello, destacó el rol de Estados Unidos: “La ayuda financiera es muy importante para solucionar un problema de liquidez, no para gastar. Pero aun más importante es no equivocarse en el manejo de las variables económicas”.
Melconian volvió a cargar contra el dólar
En la discusión también estuvo Carlos Melconian, quien habló ante inversores estadounidenses. Su planteo fue crítico del programa económico del Gobierno.
Cuestionó el esquema de bandas: “Podría desaparecer. Y el dólar podría ir a $2.000 sin tragedia”. Luego, atacó la lectura oficial del respaldo financiero externo: “El doctor Bessent nos colocó tres stents y evitó el infarto cambiario. Si no salía, el paciente se moría. No estoy exagerando”.
Melconian cuestionó al Gobierno.
Melconian sostuvo que noviembre y diciembre son meses de alta dolarización y pidió no “ilusionarse con que baje”. Aseguró que el tipo de cambio actual “no incentiva” la búsqueda de financiamiento y que, aunque la cobertura cambiaria extrema se moderó, el mercado sigue mirando con desconfianza.
También criticó la apertura del cepo para personas físicas, a la que calificó como “mala praxis”. Y minimizó el efecto político del llamado “riesgo kuka”: “No fue el factor determinante en la salida de capitales”.
Cuestionó incluso la comunicación oficial: “El presidente y el ministro de Economía deberían ser más claros en explicar dónde estamos y hacia dónde vamos”.
Aun así, se permitió cierta dosis de optimismo: “Mi impresión es que estamos frente a una oportunidad. El 2026 no es un imposible. No voy a pronosticar ninguna tragedia”.
Al final, dejó una advertencia estratégica. Según su visión, el Gobierno puede avanzar en reformas, pero “no acumular reformas”. Su consejo fue ordenar prioridades: “Tener un programa económico y sacar las mejores reformas posibles”.