El jueves 23 el Senado celebró su primera sesión por teleconferencia, pero quien propuso ese cambio debió asistir al recinto y sentarse como siempre en su banca. Rubén Pirola juró otra vez como presidente provisional del Senado, un cargo especial que le corresponde a la mayoría PJ de la Cámara, que se negocia junto a las vicepresidencias, pero que tiene que tener la aceptación de todos los bloques.
En la Asamblea Legislativa está claro su poder. El presidente provisional, como el presidente de la Cámara de Diputados -ambos electos por sus pares- flanquean al vicegobernador en el estrado.
Además de las respuestas previsibles sobre el diálogo y la búsqueda de los consensos, Pirola dice algo más: “no se te puede subir el cargo a la cabeza, soy uno entre pares”.
“Quienes buscamos encontrar acuerdos siempre esperamos previsibilidad y sostener lo más valioso en política, que es ser confiables. Cumplir los acuerdos”, repite.
De proclamado bajo perfil, hace décadas que dejó de ser un técnico. “Elegí hacer política porque me cansé del no se puede, cada vez más creo en que los cambios de fondo se consiguen cuando no son abruptos, cuando se generan procesos largos en la sociedad”.
Su trabajo es el de “alguien que articula y está bajo el mandato de que no se corte el diálogo”.
Pirola es vicepresidente del PJ a nivel provincial y es parte del Nuevo Espacio Santafesino, un proyecto político “que nació entre dirigentes que nos vemos como pares, con otros senadores, intendentes y presidentes comunales” y que lidera Armando Traferri (PJ-San Lorenzo), al igual que el bloque del PJ, donde el NES tiene un fuerte peso a la hora de tomar decisiones en un “oficialismo responsable”. Ese sector impulsó a la vicegobernadora Alejandra Rodenas.
“Hay dirigentes que son líderes sin título, que no tienen un cargo pero que en cualquier reunión lideran, naturalmente. Tienen la pasta para el liderazgo. Y hay otros que son líderes porque tienen los títulos legítimamente ganados. Y en “el Pipi” se dan esas dos: coordina y lidera”.
Y agrega: “sus pares lo pusimos ahí y él se ganó ese lugar. En el Senado, siempre lo repito, las imposiciones no funcionan”, deslizó.
Pirola piensa que hay una generación de dirigentes en el peronismo “fuertes en el territorio”, y no solo piensa en senadores, también en los intendentes y los presidentes comunales.
Pirola cumplió este año 25 como contador y acaso por eso haya sido lo suficientemente terco para discutir, desde otra lógica, con abogados, desde 2017 obviamente con intermitencias- cómo hacer para sacar al Senado del recinto. Lo empujaba la idea de llevar el cuerpo al interior de la provincia y a preguntarse qué hacer si por ejemplo una inundación o algún otro hecho deja aislada a la ciudad de Santa Fe. Y ese imponderable llegó.
“Me cansé de perder discusiones en reuniones de trabajo con especialistas en derecho, hasta que le encontramos la vuelta. Mi razonamiento siempre partía de que si hay una razón de fuerza mayor, hay necesariamente una excepción. Y por eso siempre pensaba en cómo llevar la sesión a otro lugar, el proyecto que trabajamos desde hace unos tres años apuntaba a las cabeceras departamentales”, recuerda Pirola. Su equipo revisaba con atención los artículos del reglamento y cuando llegó la cuarentena bastaron algunos cambios de fondo más para permitir las telesesiones. Ya lo habían imaginado.
-¿Cómo está el gobierno provincial, cuál es su evaluación?
- Asumió en una situación compleja, de caos, con cuentas colapsadas por el Frente que forman el socialismo y el radicalismo, sus responsabilidades son compartidas. Sin dudas, la falta de entendimiento en el período tan extenso de la transición hizo todo más difícil y se agotaron recursos. Se dejó un plan de obras pero sin fuentes de financiación que se agotaron antes del cambio de gobierno. La Provincia estaba paralizada en los últimos 4 ó 5 meses, tras la elección dadas las condiciones económicas nacionales y las condiciones políticas locales.
Pienso que la poca capacidad de quienes se convirtieron en oposición para poder aceptar esa nueva realidad, tampoco ayudó a generar un marco de entendimiento cuando ya había asumido el nuevo gobierno. Y a esa situación ahora se suma la crisis por la pandemia.
“Imagino que viene un mundo transformado. Que muy pronto perdamos la cultura latina del beso y el abrazo. Y que por diez o veinte años quizá no lo notemos en lo económico y parezca similar la producción de bienes y servicios. Pero el capitalismo tiene ciclos y cambios de modelos y éste parece uno. Tenemos en Alberto Fernández el liderazgo exacto para cuidar las libertades del país y cuidar al país y sus prioridades. Hoy lo demuestra al poner por delante la vida al bolsillo y al tomar las decisiones por consenso, con los gobernadores. Debe haber sufrido las peores presiones para fingir que no nos iba a tocar, como hicieron en otros países con los resultados que ya conocemos”.