Por Eloy Rodríguez
- Al día 28 de noviembre de 2013, el bombeo de agua hacia el canal a cielo abierto que corre paralelo a la Ruta Provincial 91-S estaba detenido. El nivel del azud nivelador construido sobre el río Salado, 7 kilómetros al sur de la ciudad de Tostado, había bajado considerablemente. Son las consecuencias del uso que Santiago del Estero le da al río Salado impidiendo su escurrimiento a Santa Fe, argumentando no recibir el caudal pactado con Salta. Dicha provincia argumenta que ante la falta de lluvias en las fuentes acuosas ubicadas en las estribaciones orientales de Los Andes, en dicha provincia, primero abastecerá los diques Cabra Corral y El Tunal y después, si alcanza, cumplirá con lo pactado. Mientras, Santiago del Estero incumple con el escurrimiento pactado en la entrada del río a la provincia de Santa Fe. Deberemos acostumbrarnos a la vía del reclamo para exigir el cumplimiento y a vivir constantemente bajo “luz amarilla”.
Ante este escenario sumamente crítico, los consorcistas del canal a cielo abierto de Pozo Borrado, San Bernardo y Villa Minetti, con proyección de extenderse hasta Santa Margarita y Gregoria Pérez de Denis, se enteran por los medios de comunicación del convenio que se firma entre el Ministerio de Aguas de la provincia y la Municipalidad de Ceres para una mayor extracción del agua almacenada en el azud nivelador. Un azud que hoy no recibe este vital elemento para poder cumplir con los compromisos asumidos con el departamento 9 de Julio. El anuncio llama la atención porque sólo unos días antes de esta novedad, las autoridades habían concurrido a Tostado y no mencionaron el proyecto de un acueducto río Salado-Ceres. El consorcio citado debería haber sido notificado como parte integrante de este derecho a la dotación de agua. El río Salado no posee el caudal necesario para asegurar un acueducto con agua constante y de buena calidad. Es un curso alóctono (se desarrolla lejos de su origen, en una zona árida emanada de otras zonas más lluviosas), senil (lento y perezoso), “meandroso”, tiene un régimen pluvio-nival (lluvias y nieve en su nacimiento), en nuestra zona responde a los requisitos de un clima subtropical con estación seca y con su menor estiaje en invierno, donde muestra un “hilo” de agua perdido entre dos barrancas. Además, está sometido a un reparto de caudales acordado entre Salta y Santiago del Estero, desde la década del ‘60, con una omisión de la participación santafesina. Los habitantes del noroeste santafesino sufren los problemas que genera residir aguas abajo, más que nada cuando los que viven aguas arriba se despreocupan por la justa distribución de caudales para los que habitan aguas abajo. Santiago del Estero comenzó una obra de canalización de 130 km. del río Salado, hasta Figueroa, incluyendo el Canal de Dios y tiene construidos casi 800 km. de canales utilizados para riego por inundación, método que no repara en el agua desperdiciada. No debe existir en el departamento 9 de Julio alguien que no quiera que los “ceresinos” comiencen a solucionar el problema del derecho al agua, pero a la mayoría se les ocurre pensar que la gestión más urgente es la integración ordenada de la provincia dentro del desorden exhibido en la cuenca del Salado-Juramento, de modo que se “garantice” la entrega necesaria de agua a Santa Fe para lograr una plena utilización del recurso construido con el azud nivelador. Una garantía que no ofrece el río Salado para la constante dotación del recurso a través de un acueducto. La solución definitiva es un acueducto desde el río Paraná, un cauce con características totalmente óptimas y opuestas a un río Salado, que a sus particularidades naturales debería agregar, el aquelarre de su uso y su facilidad para ser “rehén”.
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