Por Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a La Plata)
¡De cuántas cosas disfruta la gente de Colón!
* Un año tranquilo por el promedio luego de la “alambrada” en el anterior.
* Expectante hasta la última fecha para entrar en la Sudamericana, con chances de ser primero hasta la penúltima, con un colchón de puntos que es excelente (si le gana a Boca, llega a los 60) y con un Clausura que también apunta a ser único (puede cosechar 37 puntos y superar las campañas de Ferraro y Piazza, transformándose en la mejor en 28 torneos cortos).
* Un torneo con un Bichi Fuertes en condiciones de ser máximo goleador a los 36 años (¿se habrá dado alguna vez?).
* Una temporada con pibes que salieron del club y se afirmaron (Alfredo Ramírez, Prediger, Lucas Acosta y Bertoglio). Mérito del Turco y también mérito del sistema, pues Colón está decididamente abocado, desde hace un tiempo, a madurar en forma definitiva el proyecto de inferiores.
* Un torneo, este Clausura, que le abre a Colón una posibilidad concreta de clasificación para la Copa Libertadores del año que viene (van los dos campeones de 2009 y los tres mejores de una tabla que junta al Clausura que termina con el Apertura que viene).
Por eso, se llenará la cancha ante Boca y habrá que testimoniarle un justo tributo a este equipo que sin incorporaciones rutilantes, con mucha humildad y un enorme compromiso, se está encargando de conseguir logros matemáticos que nunca se obtuvieron en estas 14 temporadas (o 28 torneos, si prefiere) desde la vuelta a Primera.
Del partido de ayer, sólo decir que <BF>Colón le tiró la jerarquía a Estudiantes y por eso lo ganó. <XB>No fue una buena actuación, pero sí una incuestionable victoria. Hubo un golazo (el de Rivarola), otro de la pibada del club (el de Ramírez, tras centro de Bertoglio) y el último de un Fuertes que había marrado tres mano a mano —cosa absolutamente rara e inesperada en él— pero que, a la vieja usanza de los grandes goleadores de todos los tiempos, metió un cabezazo para asegurar un triunfo que sólo por el discreto desempeño del equipo, se había puesto en discusión después del descuento de Calderón.
Cuestión de peso
De peso futbolístico, por supuesto, no del otro... Colón necesitó de algunos pasajes para demostrar que es más que este Estudiantes que le puso Sabella. Manejó el partido durante el primer tiempo y pudo liquidarlo sobre el final de esa etapa. Parecía que el gol de Alfredo Ramírez se transformaba en el inicio de una goleada. Sin embargo, apareció otro eterno goleador —Calderón— para meter un poco de intriga. Allí, Colón perdió las marcas en el medio pero se agigantó en el fondo (muy bien Garcé), y luego llegó el Bichi Fuertes para poner las cosas definitivamente en su lugar con el tercer gol.
El Turco ha sabido armar una estructura muy fortalecida. <BF>Se nota que tiene un excelente “vestuario” y que hay una muy buena relación con los jugadores. <XB>Eso se nota cuando no hay quejas y cuando nadie reclama un lugar por más que piense y esté convencido de que lo merece. Se nota en el que entra y también en el que sale, que tampoco se queja. Porque para que juegue Garcé de titular y para que vuelva Ferrero en este partido —o Goux— debieron salir Candia (que jugó siempre bien en este torneo) y Aguilar, que ni siquiera fue al banco de suplentes (cumplió con creces ante Gimnasia luego de 16 partidos afuera). Y porque Capurro, otro de los que casi siempre fue titular, también se tuvo que quedar afuera porque sabe íntimamente que Alfredo Ramírez hoy se ha ganado su lugar en el equipo y que Prediger es uno de los pocos irreemplazables para Mohamed.
Desde esas “bondades del vestuario” se puede analizar este presente tan bueno de Colón, que permite abrigar expectativas con respecto al futuro. Este equipo no sólo ganó bien y cómodo el partido de ayer, sino que lo hizo en los otros nueve partidos que ganó. ¡Y pensar que tanto le costaba ganar a Colón no hace mucho tiempo atrás! Sin embargo, este equipo supo de actuaciones convincentes y muchos gritos de victoria, aún cambiando sus formaciones y hasta los esquemas, producto de una planificación que el propio Mohamed se encargó de revelar antes de empezar el torneo, cuando dijo: “Vamos a jugar cada partido en forma distinta, pensando en nosotros y también en el rival”.
Colón es un equipo
Se podrá hablar de un Fuertes impactante, de Pozo, de Garcé o de Ferrero, de la desfachatez que tiene el pibe Bertoglio para jugar, o también de Prediger. Como en cualquier equipo, hay jugadores, nombres propios que se imponen sobre el resto, que sobresalen. Salvo Fuertes, por la cantidad de goles, ninguno con suficiente luz propia para tornarse irreemplazable o imprescindible. Si están todos adentro, mejor. Pero cuando faltaron algunos, el equipo no se resintió. Y en esto hay mérito del técnico, que supo desde principio de temporada que no traía jugadores desequilibrantes, que no armaba un equipo con “luminarias” ni estrellas, pero que podía hacer, de ese conjunto de jugadores que, para algunos y muy equivocadamente, eran de “medio pelo”, un buen equipo.
Y eso es Colón: <BF>un buen equipo. <XB>Funciona atrás, ya sea con línea de tres o de cuatro; tiene un mediocampo combativo y al que Mohamed le dio tanta confianza a sus jugadores que no sorprende que Rivarola haga cuatro goles en un torneo o que Alfredo Ramírez “moje” cada tanto, porque eso es lo que les pide el técnico, que pisen permanentemente el área rival.
El déficit, paradójicamente, estuvo en el sector de la cancha en donde Colón tiene a su único jugador verdaderamente desequilibrante: el ataque. Todos coincidimos en que si a Fuertes lo hubiese acompañado un delantero de cinco goles, al menos, Colón estaba para campeón. Tanto fue el fracaso de los otros delanteros, que el equipo termina jugando con Lucas Acosta de media punta y cerquita de Bertoglio, pero con un solo delantero neto (el Bichi). Ese fue el gran déficit del equipo, disimulado en parte por la enorme eficacia de Fuertes y por los goles que aportó el resto.
Sería bueno que Colón gane y que pierdan Vélez y Lanús. Sería bueno porque, de esa manera, Colón conseguiría el segundo puesto (igual que con Ferraro) y con una cosecha matemática histórica. De todos modos, el objetivo de la Sudamericana está vigente (para eso, no debería ganar Huracán). Y ahora, todo se apunta, al menos por una fecha, a esa chance.




