Danilo Chiapello - [email protected]
Una heladería, una farmacia y un conocido restaurante fueron blanco en las últimas horas de violentos asaltos a mano armada, en una seguidilla de golpes que causa preocupación en distintos ámbitos.
* El último de los hechos ocurrió ayer minutos después de la medianoche en la heladería Grido, de avenida Freyre y Mendoza. Dos sujetos fueron los que llegaron y pidieron ingresar, ya que dicha firma a partir de cierta hora de la noche atiende con sus puertas cerradas.
Los supuestos clientes -dos muchachos de entre 18 a 25 años- tenían buen aspecto y no despertaron las sospechas de las empleadas que confiaron en hacer una buena venta. Sin embargo, una vez adentro, uno de los sujetos sacó a relucir un picahielos y con ello exhibió sus verdaderas intenciones.
Nerviosos e inseguros arremetieron contra las empleadas a quienes redujeron con precintos que colocaron en sus muñecas. En este contexto una de las chicas se llevó la peor parte ya que el caco la arrastró de los pelos y retorció sus brazos para que obedezca sus instrucciones.
Le apuntaba a la cabeza con el peligroso picahielos mientras impartía órdenes. “No me mirés porque te mato”, gritaba.
En tanto su compinche se alzaba con la recaudación de la jornada, unos 1.300 pesos. Antes de fugar no olvidaron robarse además los teléfonos celulares de sus víctimas a quienes dejaron encerradas en el baño del local.
Frente a la Casa Gris
La otra incursión delictiva se consumó la madrugada del domingo en el restaurante Castelar del Sur, ubicado en la intersección de Gral. López y San Martín, frente a la propia Casa de Gobierno.
Eran cerca de las 3 cuando en el lugar ya no había clientes y sólo quedaba el encargado junto a otras cuatro personas, entre mozos y colaboradores. Todos estaban entrando las mesas que habitualmente ponen en la vereda.
De repente irrumpieron en el negocio dos hombres. Uno de ellos de entre 40 a 45 años; el otro mayor de 25. Ambos estaban bien vestidos.
Sin pérdida de tiempo el mayor de los sujetos sacó a relucir una pistola y encañonó al encargado. Le dijo que le entregue la plata y que no intentara nada raro. Por su parte el otro rufián mantenía fija la mirada en la puerta haciendo las veces de “campana”.
Los rufianes se hicieron de unos 3.800 pesos en efectivo y fugaron, dejando encerradas a sus víctimas en el interior del comercio.
Martín es el encargado del restaurante y quien se topó cara a cara con los delincuentes. En diálogo con este diario expresó que “todo fue muy rápido y los tipos (por los ladrones) sabían muy bien lo que hacían. Aquí hubo inteligencia previa. De todos modos nosotros ya sabíamos que en cualquier momento nos iba a tocar. Este lugar cierra tarde, cuando en la zona no hay ningún control. No se ven policías de madrugada. Entonces, era cuestión de tiempo nomás...”, explicó resignado.
Contra todos
En tanto el sábado a la tarde la farmacia Irazábal también sufrió la visita de los “amigos de lo ajeno”.
Minutos antes de las 15 ingresaron al local de Aristóbulo del Valle al 5100, esquina con Agustín Delgado, dos individuos con características muy similares al hecho anterior.
De inmediato redujeron al farmacéutico, Juan Amílcar Irazábal, a quien bajo amenazas lo llevaron hasta los fondos del comercio. En simultáneo el otro rufián hacía lo propio con todos los empleados y hasta con dos clientes que se encontraban al momento del robo.
Desde la caja sustrajeron unos 800 pesos en efectivo. También se llevaron el dinero que tenían encima sus víctimas como además los teléfonos celulares de todos.







