Virginia Trevignani
Socióloga FHUC-UNL
(Especial para El Litoral)
Las visiones de sentido común sobre las prácticas de transformación del cuerpo (entre ellas, la cirugía estética) explican estas conductas aludiendo a la influencia de los medios masivos de comunicación en tanto espacio de producción y circulación de patrones de belleza.
Una mirada sociológica no sobrestima el peso de los medios, sino que identifica el contexto que torna posible y plausible estas prácticas sociales. El manejo del cuerpo debe ser contextualizado en el proceso de individualización, que permite la emergencia de una subjetividad específica en la actualidad.
En otras palabras, ser sujetos en sociedades contemporáneas supone una creciente reflexividad y un actor percibido como protagonista y constructor de su propia historia.
Bajo esta mirada puede interpretarse que hombres y mujeres, transformando sus cuerpos no son meros esclavos de las modas sino hijos de la libertad (parafraseando el título de un libro de Ulrick Beck publicado en 1997). Por supuesto que la circulación masiva de los patrones de belleza construidos socialmente en torno de cuerpos saludables (léase flacos y jóvenes) interviene en los procesos de moldeo del cuerpo. Pero prestar atención a esa única dimensión, invisibiliza la compleja relación entre cuerpo, subjetividad, identidades y estilos de vida en las sociedades actuales. Otras transformaciones sociales intervienen en el auge que han cobrado en la actualidad este tipo de prácticas. Por un lado, la disolución más temprana y también de mayor magnitud de los contratos formales o informales de pareja, habilita a hombres y mujeres solos una nueva entrada a vínculos amorosos. Por otro lado, la aceleración de los tiempos de la vida cotidiana, provoca que lo que no se puede lograr con esfuerzo personal sea adquirido con ayuda externa y en un corto tiempo, esto es, con intervenciones quirúrgicas. Por último, y en el caso específico de la incorporación de estas prácticas por parte de adolescentes, puede identificarse una paradoja: en paralelo a la construcción social de la niñez como una etapa de protección, juego y aprendizaje, se observa un proceso de adultización de la niña y adolescente.En todos los casos, un doble movimiento puede ser rastreado detrás de estas prácticas: distinguirse (construirse como diferente a otros) para pertenecer (construirse como similar a otros), son dos operaciones constitutivas al acto de modificación corporal.




