Por Luis Rodrigo
En forma simultánea la Empresa Provincial de la Energía y Aguas Santarfesinas Sociedad Anónima anunciaron esta semana una suba en sus tarifas. La EPE lo hizo en un 13,4 % en promedio y Assa en un 29 % para todos los usuarios.
Sólo a los fines de lo que se intenta explicar aquí, en la información anterior resulta más importante el texto subrayado que las cifras.
Razones económicas e históricas explican el monto de los aumentos (siempre atados a los insumos de precios del contexto nacional), mientras que razones de orden político hablan del subrayado. Fueron decisiones políticas las que crearon las boletas.
La EPE al anunciar un aumento recurre a la difusión de un promedio porque su cuadro tarifario ha sido construido sobre la base de las diferencias entre los usuarios (bajo la lógica de que a mayor consumo, existe un mayor nivel económico); Assa, en cambio, lo hace sobre un valor uniforme que responde a una fantasía: la idea de que existe cierta proporción entre el valor de la propiedad servida y sus consumos de agua potable y sus descargas de líquidos cloacales.
En el caso de la electricidad se cobra según la inversión que necesita el prestador para cubrir la prestación; en la tarifa sanitaria (salvo unas pocas excepciones) el pago es más parecido a un impuesto que a la tarifa de una contraprestación.
Decisiones
En la EPE, los clientes fueron divididos según su naturaleza, de acuerdo con la calidad de la prestación y dividiéndolos por sus características socioeconómicas: hay clientes residenciales (particulares y familias) pero también hay tarifas para carecientes (ex enganchados) y para jubilados (subsidiadas); otro valor para la industrias y el comercio, y otro precio para grandes demandantes de energía (fábricas electrointensivas, que requieren muchísima más potencia, y por lo tanto instalaciones, que una casa).
En Assa, en cambio, los metros cuadrados de terrenos y viviendas (copiados de los relevamientos catastrales para el impuesto Inmobiliario) se convirtieron —por obra y gracia de una fórmula arbitraria de la privatización de los ‘90— en metros cúbicos de agua de un “consumo presunto” o asignado.
El efecto es que a la hora de actualizar tarifas porque han aumentado los costos fijos (los insumos y el costo de las inversiones para acompañar el crecimiento de la demanda), las tarifas se construyen de modo diferente.
La EPE puede repartir cargas según el bolsillo del cliente; Assa, no, porque todos los valores de su cuadro tarifario parten del (ficticio) precio del metro cúbico de agua.
Medidores de eficiencia
En la EPE, es accesible el debate sobre su eficiencia o ineficiencia porque puede establecerse con precisión cuánta energía la empresa compra, cuánta distribuye y cuánta logra cobrar.
En Assa, el insumo principal (el agua cruda) es en efecto gratuita pero tiene un costo al ser tratada y transportada. Como no hay medidores domiciliarios (micromedición) no se sabe exactamente cuánta agua potable se desperdicia en pérdidas de las cañerías en las calles (no siempre afloran a la superficie) o en cada vivienda.
Los servicios cooperativos de muchas localidades del interior cobran tarifas según el agua entregada, y los promedios de consumo domiciliario son sensiblemente menores a los miles de litros que dejan escapar las canillas abiertas con descuido o las goteras.
El titular del Directorio de Assa, Alberto Daniele, lamentó al explicar las razones económicas del aumento la falta de instrumentos políticos para repartirlo de una forma más equitativa.
“Hoy la tarifa vigente es lineal: no reconoce diferencias y el incremento es igual a clientes residenciales y no residenciales”, dijo Daniele y reveló que “tenemos la intención de producir una reforma tarifaria para contar con una distribución que sea más justa y reconozca las diferencias lógicas que a nivel económico y social se presentan en la población”, opinó.
Adelantó que se exigirá “que toda nueva construcción cuente con un medidor de agua para ir avanzando a una medición real de los consumos”.
Volantes
La peatonal San Martín amaneció el sábado sembrada de volantes en rechazo al aumento de tarifas en los servicios públicos, que el gobierno provincial anunció el viernes. “Cuidá tu bolsillo; que no te metan la mano. Quinientos millones de pesos más es lo que recaudó el gobierno provincial desde enero a julio de 2008. Entonces...¿por qué el impuestazo?”, pregunta el panfleto en letras negras. En el reverso, la caricatura de un orador en un estrado, ironiza: “Le prometimos el cambio, por eso aumentamos todo”. La leyenda concluye con un NO gigante en letras mayúsculas. “NO al impuestazo, a la inflación, al desempleo”.




