Por Agustina Mai
Quienes aman a los animales, es decir a los seres vivos y en definitiva la vida, se alegraron cuando El Litoral informó hace tres meses (06/08/08) que 26 pumas habían sido rescatados de un coto de caza, ubicado a 200 km. al norte de la capital provincial. Los animales, que esperaban una muerte segura en manos de cobardes, fueron alojados en la Granja La Esmeralda.
Pero si fueron rescatados de la muerte, no por eso están viviendo como merecen, ya que continúan en la Granja, hacinados en jaulas muy pequeñas. Por esta situación ya murió un puma al ser atacado por otro macho.
El subdirector de la Granja Carlos Cecchini sostuvo que “ya estaban en cautiverio, en condiciones infra-animales, en jaulas de un metro por uno. Acá no tienen el ambiente ideal, pero por lo menos tienen condiciones más dignas”.
No se trata solamente de que estén un poquito mejor de las “condiciones infra-animales” en las que estaban -en lugar de jaulas de un metro por uno ahora son de tres por tres-, sino de que estén en verdaderas condiciones dignas. Diez pumas en jaulas de diez metros cuadrados no constituyen ningún tipo de condición digna.
En tanto, el médico veterinario Daniel Hunziker, coordinador de la Granja, fue contundente con su respuesta: “No es algo que dependa de nosotros”. ¿De quién depende entonces? ¿De Fauna de la Nación? ¿Del juez a cargo de la causa? ¿Del Ministerio de la Producción?
Ante la consulta de por qué no se soltó al grupo de pumas, el veterinario aclaró: “Están en la Granja en carácter de tenencia legal temporal, mientras la Justicia determina si el tenedor de esos animales es infractor o no. El destino no depende de nosotros”.
Es comprensible que 26 pumas que aparecen de un día para el otro no sean fáciles de ubicar. Pero la Granja La Esmeralda funciona como un centro de rescate, por lo que debería contar con las condiciones para dar un albergue digno a los animales que son rescatados. Si no, no cumple su razón de ser.
Scabuzzo reconoció esta necesidad, pero se defendió argumentando “es la misma Granja que está en los últimos 25 años; no es la Granja que construimos nosotros en el mes de diciembre”. Justamente si esta nueva gestión considera que lo que se hizo durante 25 años estuvo mal hecho, debería poner más esfuerzo en diferenciarse y concretar obras. La necesidad no pasa por darle una lavada de cara a la granja ni por colocar lindos carteles que indiquen dónde quedan los baños, sino por la espera de seres vivos que merecen una vida mejor.




