Los artífices de la modificación sostienen que los alumnos se verán beneficiados porque el promedio general será más alto. Esto les permitirá competir con los estudiantes de otras universidades en la obtención de becas y proyectos nacionales. Con los cambios, también vinieron las quejas.
En setiembre de 2006 el Consejo Superior de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) aprobó _a instancias de una propuesta de los estudiantes_ una nueva escala de calificaciones, en reemplazo de la vigente desde 1989. La diferencia principal radica en que ahora se aprueba con la nota 6, mientras que antes se lo hacía con 4, siempre en una escala numérica de 1 a 10.
``Esto no implica un cambio sustancial respecto de los requisitos de aprobación, porque siempre hablamos de un 60 % de los objetivos alcanzados para ambos casos (antes 4, ahora 6). Lo que tenemos actualmente es una mayor coherencia entre el porcentaje y la calificación numérica'', explicó Isabel Molinas, secretaria académica de la UNL.
La nueva escala entró en vigencia a comienzos de este año, luego de las adaptaciones administrativas, académicas e informáticas pertinentes. La modificación generó la reacción de los estudiantes. Por un lado, reconocen que, al ubicarse el aprobado dos puntos más arriba, se verán beneficiados en la comparación con otras universidades. Algunos se quejaron porque la reconversión de una escala a otra no contempla lo que costaba obtener un 7, con base de aprobado en 4 (donde había 3 notas en el medio).
La iniciativa de cambiar la escala de calificaciones partió de los consejeros estudiantiles. ``Veíamos que nuestros alumnos y egresados estaban en inferioridad de condiciones para competir a nivel nacional en distintos proyectos, becas y concursos. Sobre todo, porque Rosario ya cambió su escala el año pasado y Córdoba lo había hecho hace más tiempo'', comentó Jorge Saccone, presidente de la Federación Universitaria del Litoral (FUL).
Según dijo, los promedios más bajos se registran en Ciencias Económicas y Derecho, mientras que en la Facultad de Humanidades hay una gran divergencia entre las distintas carreras.
Saccone manifestó que la mayoría de los estudiantes está conforme con el cambio ``porque los beneficia'', aunque admitió que ``las quejas más recurrentes provienen de aquellos que tienen una cantidad importante de insuficientes, y cuando se hace la reconversión, el promedio les queda por debajo del aprobado''.
El dirigente estudiantil consideró que ``es un mito'' la versión que corre entre los alumnos de que ``ahora se debe estudiar más para llegar al aprobado'', porque ``el porcentaje de la prueba que debe estar correcto sigue siendo del 60 %''.
Criterios de conversión
El cambio generó la necesidad de diseñar una tabla de conversión para las calificaciones que hasta el momento se habían registrado con la escala anterior, para la que se tuvieron en cuenta varios criterios. El primero fue decidir trabajar con tres valores constantes: el 1, el 10 y el ``aprobado'' con 6.
El otro criterio fue que la modificación no planteara diferencias en la calificación conceptual, es decir, que un alumno aplazado seguía siendo aplazado, el aprobado seguía siendo aprobado, pero también se mantenía el ``bueno'', el ``distinguido'' y el ``sobresaliente''. Si un alumno había recibido una calificación conceptual ``bueno'' (antes ``bueno'' era para las notas 6 y 7) ahora lo mantiene, pero con 7.
Para la nota 8 se incorporó el concepto ``muy bueno''. De esta manera, las notas actuales son: insuficiente (1, 2, 3, 4 y 5), aprobado (6), bueno (7), muy bueno (8), distinguido (9) y sobresaliente (10). De esta manera, la escala conceptual no se modificó.
``Para poder garantizar los valores y las calificaciones conceptuales constantes lo que hicimos fue aplicar dos funciones logarítmicas. Tuvo que ser de este modo porque existe una importante diferencia entre las tres calificaciones para el aplazado que había antes y las cinco de ahora. Esta diferencia no se registra en las materias con aprobado'', aclaró la secretaria académica.
Este año se dispuso también que los egresados tengan la posibilidad de solicitar un nuevo certificado analítico, ``porque muchos lo necesitan para presentarse en mejores condiciones a becas y puestos laborales'', advirtió Molinas.
La evaluación como eje
``Si hablamos de escalas de calificaciones es importante que podamos pensar el tema dentro de la problemática más amplia de la evaluación, que por definición es compleja y controversial. No se evalúa igual en todas las unidades académicas ni en todas las carreras, y esto tiene que ver con las lógicas disciplinares y profesionales y, fundamentalmente, con metodologías de enseñanza y aprendizaje diferentes'', sostuvo la docente.
``La otra cuestión es que cuando hablamos de evaluación, la pensamos como una instancia de aprendizaje; pero al mismo tiempo es el momento puntual -en casos de evaluaciones finales- en el cual el docente y el alumno dan cuenta de lo enseñado y lo aprendido. Esta situación hace que siempre la evaluación tenga un componente incómodo'', agregó.
Para la responsable académica de la UNL, el eje de problematización es la validez y confiabilidad de los instrumentos de evaluación: ``Esto nos lleva a pensar en instancias parciales de evaluación y seguimiento a lo largo del cursado y en evaluaciones finales donde se contempla lo que está registrado en el examen, pero también la historia del alumno y de las clases. Siempre teniendo en cuenta que en nuestra universidad existe la categoría de alumno libre''.
Disparidad nacional
En el país, no existe un sistema unificado de calificación, lo que trae aparejado serios inconvenientes vinculados con la movilidad estudiantil. Los programas de articulación superior establecen ciertos acuerdos, como los emanados del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).
Dada la diversidad, existen tablas de conversión que resuelven, por ejemplo, qué hacer con los ``pases'' de alumnos de una universidad a otra. ``Algunas universidades sólo aprueban las equivalencias, pero esto después impacta en los promedios, tanto a favor como en contra'', expresó la docente.




