El cantautor mostrará las canciones de su nuevo disco, con un nuevo sonido y acompañado por su banda estable, junto a nuevas versiones de sus clásicos. En diálogo con El Litoral, repasó la composición pandémica y los vínculos que forjó en el camino de realización.
La gráfica del nuevo álbum, un nuevo renacer para un artista en permanente evolución. Foto: Gentileza producción
Adrián Berra presenta su nuevo disco “Respirar bajo el agua” el sábado 10 de junio a las 20.30, en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572). En este nuevo disco, Adrián se sumerge en la canción desde una perspectiva diferente a la que nos tiene acostumbrados. Una sonoridad más amplia y moderna dentro de una poesía que bucea en la profundidad de lo cotidiano. Además, interpretará sus clásicos, reversionados junto a su banda.
Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (de miércoles a domingo, de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos). Antes del show, El Litoral conversó con el artista para adentrarse en este momento creativo, y el proceso que lo trajo hasta aquí.
Aislamiento creativo
-¿Cómo fue el proceso de composición de “Respirar bajo el agua”, y la grabación junto a Juanito el Cantor (y otros músicos) en Sonorámica?
-El proceso de composición fue más que nada en el último tiempo, en el que tuvimos que dejar de tocar en vivo. Fue un espacio que se abrió, bastante impensado; la composición del disco fue lo que me tuvo bastante conectado con mi música. A pesar de que uno está acostumbrado a salir a tocar y compartir las canciones, la idea de quedarse componiendo y tener tanto tiempo también para tramitar otro proceso del disco, que es el de puertas adentro, fue como una especie de regalo dentro de tanto caos, tanto quilombo.
Siento que lo pude aprovechar, por eso la idea también de “Respirar bajo el agua”: me venía mucho en esas épocas (donde también fui papá) la idea de los bebés cuando pueden nacer en el agua, en un medio acuático, que pasan de la panza al agua y quedan conectados con el cordón umbilical: de esa forma ellos pueden seguir viviendo, no se ahogan.
Pensaba que cada uno, en ese momento de encierro, iba encontrando su cordón umbilical que lo mantenía a flote, que le permitía no ahogarse dentro de tantas dificultades. Por eso se me vino esa imagen y terminó ese nombre, que para mí fue justamente la música: lo que me permitió seguir conectado con la vitalidad en un momento de tanto parate; y la composición del disco fue lo que me mantuvo a flote todo ese tiempo.
-“Respirar bajo el agua” está también en la letra de “Caminata”.
-Es un disco de siete canciones, de las cuales cuatro son colaboraciones. ¿Cómo se fue dando ese proceso?
-Hubiera hecho colaboraciones con todos; de hecho “Oración”, por ejemplo, es una canción que tiene un montón de voces invitadas, más genéricas, porque son grupales; pero también hubo muchas personas invitadas en ese coro gigante al final.
Quizás fue una sensación de, después de tanta soledad, salir y querer compartir con todo el mundo. La idea de hacer un disco para mí refleja una especie de cumpleaños, donde uno abre su casa e invita a quien quiere; y me parecía una forma hermosa de compartir con colegas, que quiero, que admiro: la compartir la música es como lo más lindo.
Después de estar tan solo en ese proceso de composición y de encierro la idea de salir y compartir con gente querida fue como una necesidad natural. Finalmente quedó un disco de muchas colaboraciones y eso me encanta.
-¿Cómo se fueron sumando? Por ahí a Ainda, El Plan de la Mariposa y Noelia Recalde te los podés cruzar en determinados contextos; quizás a Elena Roger no tanto.
-Elena viene quizás más de otro palo, desde el universo del teatro: ella es tremenda música, tremenda cantante, pero está mucho más ligada a la actuación. Me encanta, siempre me gustó lo que hizo: “Piaf” es una obra que me encantó. Hablando con una amiga justo salió su nombre, y a mí me gustaba la idea de que en “Antenas en la ciudad” que es un tema del disco, haya como otra persona, otra voz.
Ahí dijimos: “Che, ¿y Elena?”, “Bueno, dale”. Conseguimos su contacto, la llamamos, una divina total: primero que es tremendo lo que hace, y después que es una hermosa; la pude conocer a partir de esta invitación, quedó una relación re linda. Y eso me parece que también es un plus que tiene eso de invitar a Piafa gente que uno admira: es como una excusa también para poder compartir.
Lo lindo que tiene la música es que es muy comunitaria; y todos los amigos colegas, que uno va ganando a lo largo de los años son como un tesoro para mí: toda la gente interesante y copada que uno conoce (músicos, productores, gente del público) es un regalo que nos da la música.
-Con los otros fue más orgánico: “Vénganse”.
-Con El Plan, Ainda y la Noe Recalde quizás habitamos un mundo más parecido, tenemos la misma edad y venimos hace tiempo habitando los mismos espacios, muchos amigos en común. Así que con ellos sí nos conocíamos y fue más natural, tipo llamada de WhatsApp, o mandarles un mensajito; invitarlos pasarles la canción y bueno, que les guste y que se copen.
-Además de estos feats y de Juanito, entre los músicos que participan del disco hay gente destacada como Clara Presta en teclados, el “Pollo” Alejandro Gómez Ferrero de Las Pelotas en vientos, en la percusión está Lucas Helguero de La Bomba de Tiempo y la banda de La Charo, y Nico Bereciartúa de Viticus y The Black Crowes, en “Caminata”. ¿Cómo se armó ese bandón?
-El disco fue grabado con cosas con mi banda estable de ese momento: la Clari Presta en los teclados; Tomás Sanguinetti, que es un violero joven, hermoso, y tremendo lo que hace; y estaba Cristian Bonomo en la percu; él ya no está más, pero perca sí estuvo en la grabación del disco como banda estable.
Después esas participaciones de Lucas, está Jonatan Szer también, Nico, el Pollo, fueron como pinceladas dentro del disco, que me parece que fueron súper acertadas y muy hermosas. Cuando uno va grabando las canciones a veces dice: “Che, acá me imagino tal cosa”. “Bueno, llamemos a tal”. Es como alguien que pasa a tu cumpleaños un ratito y Ser deja su huella ahí y sigue. Eso es re lindo, porque también es un universo gigante: “Acá me imagino un slide”; “bueno, lo llamemos a Nico, que es un astro del slide”. Hay como unos regalitos para la canción, porque es una pincelada que alguien pasa y le da un toque a la canción: y la canción crece.
Cambios vitales
-En algún momento dijiste que “Respirar bajo el agua” tiene que ver con “animarse a bucear pero ya sin el miedo de ahogarse”. ¿Hacia dónde querías sumergirte que no habías podido hasta ahora? En tu carrera o en la vida.
-En la vida estos años me pasaron varias cosas, que me llevaron a ponerle ese título. Algo más personal tuvo que ver con esto de volver a ser papá, de elegir volver a tener un hijo, un segundo hijo. Nos fuimos de Buenos Aires para Córdoba, a las sierras, hace cinco años que vivimos acá; con todo lo que implica mover una estructura familiar y una dinámica de trabajo; con todo lo bueno que eso tiene, con todo lo que uno abandona y deja de lado, que extraña también. Reestructura de pareja, de muchas cosas: como la vida misma. Todo lo que nos va pasando, siempre con el deseo de profundizar y salir este impecables; en general no pasa, uno nunca sale impoluto de profundizar, pero cinco ya con no ahogarse es un montón.
Después en la carrera tenía muchas ganas de armar una banda un poco más grande; venía de muchos años de compartir las canciones de una forma bastante minimalista: es algo que a mí me gusta, porque eso me permite viajar mucho; soy bastante viajero, me copa desde chico. Y el hecho del formato pequeño te permite poder viajar por muchos lugares, muchas situaciones distintas.
Pero ahora lo que estoy encarando para la presentación de este disco es una banda estable más grande: somos cinco en el escenario, somos ocho viajando, con técnicos, puesta de luces y demás. Y era algo que tenía muchas ganas de encarar: estamos tocando en teatros que nos permitan llevar adelante ese concierto. Me parecía que era la mejor forma de presentar este disco.
-¿Cómo es justamente revisitar aquellas esas canciones que tocaste tanto solo o en formatos más pequeños con una formación grande?
-Esta posibilidad, esta versatilidad de formato hace que también no me agote o no me canse de las versiones de las canciones. Porque cuando las toco mucho solo después aparece la banda y es como una refrescada; y cuando vengo tocando mucho con la banda da para irme solo y poder hacer mis versiones más acústicas o más libres también: en ese sentido también me entusiasma.
Algo que me pasa que es que ahora estamos reversionando un montón de canciones viejas, de “Mi casa no tiene paredes” o de “Mundo debajo del mundo”; de discos anteriores, que vengo tocando hace muchos años. Pero ya con la formación nueva, donde la percusión tiene muchas cuestiones electrónicas, y también la mezcla de lo electrónico y lo acústico, cantamos de a cinco en un momento; yo toco la eléctrica también. Entonces hay algo en la renovación del sonido que nos permite encontrar nuevas versiones que de alguna forma renueven también las ganas de tocar las canciones más viejas.
Registro temporal
-Hablábamos de la pandemia y ahí también hiciste una mini película que se llama “Viajes a Pequemonia”. ¿Cómo surgió eso, grabado en la naturaleza?
-Lo que sucedió fue que salimos a tocar y se cerró todo de vuelta, al toque. Entonces dije: “No, otra vez no”; y quería aprovechar que acá en las sierras, donde estábamos nosotros, estaba todo bastante tranquilo: vivimos también un entorno de bastante distancia, no hay mucha aglomeración de gente. Eso nos permitía tener un poco más de libertad, más que en las ciudades, que estaba todo más encerrado.
Entonces le propuse a los chicos venirse para acá y tratar de hacer una especie de disco audiovisual, porque yo había hecho un streaming el año anterior, que estuvo re lindo: fue a guitarra y voz; y tenían hacer algo diferente. Entonces vinieron los chicos y lo que hicimos fue reversionar un montón de canciones viejas de otra manera, y hacer una especie de película con unos cuentos que van hilando las canciones y van dándole una columna vertebral al proyecto audiovisual. Son 11 canciones, dura 45 minutos: es como una especie de disco.
Fue la forma también de mantenernos a flote: de nuevo aparece la idea de qué proyecto, qué entusiasmo, qué es lo que te da vida; que te mantiene entusiasmado incluso en los momentos chotos. Y la película fue eso para todos nosotros: fueron tres meses de preproducción, 15 días de convivencia acá y grabación, y un mes de postproducción. Y me salvó en ese momento en medio de la cuarentena, cuando se volvió a cerrar: estaba muy ensimismado con la peli y eso me copó.
Me pareció que este disco nuevo no es un disco que le hable a la naturaleza; incluso dice “Antenas en las ciudades”, habla de “un departamento con pasillos elegantes”: habla de otro contexto. Y me parecía interesante, antes de grabar ese disco con esas canciones, plantar un poco de bandera en este lugar al que había llegado hacía un tiempito, y poder grabar todo en mi casa: porque la película se hizo en mi casa. Me pareció una linda forma de registrar este momento de mi vida, que no sé hasta cuándo voy a estar acá; de dejar algo plasmado como “bueno, en este momento yo vivo acá, esta es la nave nodriza de donde salgo para la gira, donde compongo”. Me pareció lindo dejar plasmado ese momento de mi vida. Quizás en un tiempo me vaya, y cuando mire la peli me voy a acordar de esos años donde estuvimos acá en la sierra.
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