"Blues a la luz del fogón": fantasmagoría del Paraná con sabor a Mississippi
El músico santafesino lanzó reciente mente su debut como solista: un álbum conceptual que fusiona el blues con leyendas y relatos de terror del Litoral argentino. En diálogo con El Litoral, el artista repasó el origen del proyecto, su concreción, y las inesperadas repercusiones de público.
“La idea del disco conceptual la tuve siempre, por escuchar mucha música de los 70: una cantidad de bandas, sobre todo las de rock progresivo, las que más desarrollaban el concepto en el disco”, cuenta el artista. Foto: Gentileza producción
El músico y compositor santafesino Albano Medvescigh nos sorprende con su reciente debut solista, “Blues a la luz del fogón”. Este álbum conceptual se erige como una obra única que fusiona el blues con leyendas y relatos de terror del Litoral argentino, transportando a los oyentes a un universo donde lo místico y lo musical se encuentran alrededor de un fogón imaginario.
“Blues a la luz del fogón” consta de nueve canciones que sumergen al oyente en un viaje de suspenso y melancolía. Desde la inquietante figura de “El lobizón” hasta “La Llorona de la Ruta 2”, cada track ofrece una narrativa rica en matices que captura la esencia de los mitos y leyendas locales. Con un estilo que oscila entre el blues del delta y tonos más sombríos, el álbum invita a una experiencia auditiva profunda, donde cada nota parece contar una historia.
El Litoral conversó con el artista para saber más sobre este universo que suena a Mississippi con palabras del Paraná.
Idea primigenia
-Es un disco conceptual, atravesado por imaginario de una región y las leyendas de ese universo. ¿Cómo se dio esa confluencia?
-Es la antítesis de lo que se está viviendo en estas épocas, en cuanto a lo que abunda en oferta artística no va por ese lado. La idea del disco conceptual la tuve siempre, por escuchar mucha música de los 70: una cantidad de bandas, sobre todo las de rock progresivo, el concepto en el disco. Me considero fanático de muchas de esas bandas.
Siempre fue una especie de sueño, de anhelo: “Qué lindo haber vivido esa época para poder hacer un disco conceptual; permitirse componer una serie de canciones que tengan una linealidad en la letra o la música”. Fue un sueño medio frustrado en el paso del tiempo; y también por las épocas, cómo va actualizándose la tecnología: cada vez más lejano.
También soy amante de las historias de terror, paranormales, que abundan en nuestra región. En 2022 compuse una canción que habla del lobizón, una de las leyendas más importantes de nuestra zona, en formato blues.
-Y en primera persona.
-Sí. La idea era plasmarla en una banda de rock and roll; en ese momento por cuestiones técnicas de la música el tema queda muy forzado y no quedó formando parte del repertorio.
Me gustó mucho la canción, y dije: “Esto está para explotarlo un poquito más”. Pasó un año, más o menos, y pensé: “Me gustaría componer otra canción de la misma temática”. Naturalmente surgió la imagen de la Llorona, otra leyenda. Cuando tenía dos letras escritas ya dije: “Esto naturalmente tiene que ser una obra conceptual”; y esa es la obra que tanto estaba buscando.
Me gusta mucho el folclore, me gusta mucho el rock; pero el padre del rock es el blues, y el blues en otras tierras también es folclore. ¿Por qué no traer esas raíces folclóricas que tienen los bluseros norteamericanos acá? A cantarle no al río Mississippi, sino al Paraná: las cosas que vivimos son muy parecidas, inclusive geográficamente; no en cuanto a la historia en sí (aunque un poco sí también), pero tenemos muchísima riqueza en mitos y leyendas. La idea fue justamente meterlo con este género que necesita, sí o sí, de mucha sangre para poder expresarlo
-Aparte en la historia del blues aparece “el mojo”, esas supersticiones de la región del Mississippi.
-O el mismísimo Robert Johnson, con su encuentro en la encrucijada con el Diablo. Lo paranormal está muy metido también en el blues: era cuestión de que alguien se animara a hacerlo, por lo menos tirar una primera piedra y después ver que surge de acá en adelante. Ojalá se abra una temática nueva en el blues.
Marco creativo
-Después de las dos primeras fue muy rápida la composición del resto de las canciones.
-Sí, porque ya estaba delimitada la fórmula: un blues que hable de esto. Me cerró una idea de disco, las siguientes canciones las pensé también por títulos: más o menos de qué quería hablar. El blues es un género que tiene muchas restricciones desde el lado compositivo: tiene determinadas cantidades de estrofas, de letras; el blues tradicional: hay millones de tipos de blues, pero los tradicionales son de 12 compases. Hay una restricción, unas cláusulas, un límite a la hora de componer; y a mí me sirve mucho, porque digo “me puedo explayar hasta acá”; y no es como la hoja en blanco, que tengo tanta libertad que no sé qué hacer.
El blues te da una pauta muy fácil de cumplir: con muy poquito, determinadas rimas, ya tenés una canción hecha. Pocas estrofas, mucho despliegue instrumental, es el formato ideal. Si lo hubiese compuesto en otros género, rock progresivo, seguramente iría por el segundo tema (risas): porque te da tanta libertad para armar.
-“El lobizón” duraría 15 minutos.
-Exactamente.
Exploración
-También está “Los llantos del ombú”, y las historias de pescadores de “Epitafio costero”.
-Cada canción está bastante ligada con alguna experiencia que he vivido o escuchado. No tuve que salir a buscar mucho, por suerte: las historias me llegaron y dije: “Bueno, hasta acá agarro”; porque soy muy de no terminar las cosas. “Esto lo quiero terminar, porque está buena la idea”; para cumplir con eso, de todas las leyendas que conocía hice un descarte y me quedé con las más particulares, con la que más me emocionaban. No quiere decir que sean todas, ni que sean las leyendas más representativas de la zona. Nombrabas “Los llantos del ombú”: voy a hacer hincapié en esa, pero lo mismo pasa con cada historia.
Soy hijo de docente: mi vieja, ya jubilada, profesora de Lengua y Literatura. También tuvo sus años experimentales de radio, de periodista. En una ocasión me pidió que la acompañe (yo era chiquito) a la casa de Raúl Avellaneda de Paraná: un historiador, un tipo muy apasionado por todo lo paranormal; coleccionista en esas épocas de rollos de cámara Kirlian; era un loco interesante, creo participar en programas de (canal) Infinito en esa época.
Contó la historia de los llantos del ombú, pero hablando de una casa particularmente de Paraná; y es una casa conocida, que está en el centro de la ciudad. Por las dudas no me tomé la libertad de dar ubicación, para no condicionar: porque terminan teniendo dueños las casas, y puedo arruinar a alguien (risas). Situé la historia en un lugar X, que no se menciona; cuenta justamente la historia que nos contó este señor: a la noche, los habitantes de esa casa (que hasta el día de hoy no se puede habitar) escuchaban en el fondo, en un ombú que había en un patio grande, nenes llorando todas las noches. Esa historia es potentísima: hacerle una canción solamente es muy injusto; ¿cómo no traer a colación eso en nuestra música?
Dupla generativa
-En un momento ya tenías las canciones, trabajaste con Gustavo Rotger en la producción del álbum, en un estudio que armaron ustedes (Menester Studio). ¿Cómo fue el proceso de grabar el álbum, y como juega el hecho de tener un espacio propio donde uno puede plasmarlo sin que te corra el tiempo?
-Sin Gustavo Rotger yo no hubiera podido ni siquiera hacer el estudio (porque el capitán del estudio es él) y no hubiese tenido el incentivo necesario para poder concretar el disco. Soy un loco que no termina las cosas; entonces Gustavo me ordena artísticamente. Con él tocamos varios años en Combustión Interna, se cansó de mí (risas); se está dedicando al estudio y a su trabajo de luthier.
Cuando le compartí la idea, me dijo: “Vamos a hacerlo, vamos a intentarlo, pero lo vamos a terminar: no lo dejemos ahí”. Por un verano toda la parte compositiva fue rapidísima: letra y música se hicieron enseguida. En la gacetilla dice una semana y no exagera: una semana y media en realidad. Me “mambeé” muchísimo en el disco.
Después a la hora de hacerlo, producirlo, nos llevó casi dos años, un año y medio. En lo que primero implicó tener un ambiente propicio para hacerlo: tuvimos que montar un estudio. No fue “la” excusa el disco, pero sí una de las tantas. Teníamos un proyecto como portafolio para mostrar.
-Y un primer proyecto que digas “se grabó acá”.
-Sí, después se terminaron cerrando una cantidad de otros proyectos hasta poder cerrar el disco. Y todo el proceso fue largo, porque el dicho al hecho hay un largo trecho: producir la música, y de forma independiente; con la parte de los músicos (él se encargó mucho de elegir los músicos implicados) fue un fue una tarea bastante larga.
Bluesmen
-Músicos que son figuras del blues de Santa Fe: Oscar “Luli” Gauna, Ale Río, Fernando “Gato” Lara.
-Totalmente. Acá en Santa Fe está lleno de bluseros; decir que ellos son los principales bluseros es totalmente injusto: ellos son algunos de los tantos bluseros de una ciudad que ofrece mucho.
-Son gente que está bien que esté en un disco de blues.
-Para mí (porque me pongo la camiseta de lo que hice) son los representantes del blues, cada uno en su instrumento. Si voy a ver un recital de blues en Santa Fe seguramente uno de estos músicos va a estar. Y haberlos tenido a ellos tres para mí fue un privilegio, voy a estar eternamente agradecido; y de su predisposición constante, la de los tres por igual. Y la maldad mía, la injusticia de tener que decirle “hasta acá hacé, por favor, más no”; “me encantaría que todos toquen en todo el disco”, pero ya era un abuso de la buena onda, que pusieron ellos. Porque encima lo hicieron desinteresadamente: eso es algo, que no cualquiera lo hace.
Ellos propusieron sus líneas, se metieron con el disco, grabaron de la mejor manera; a la hora de hacer videos volvieron. Y hasta el día de hoy me siguen dando manija con la difusión. Eso es digno de ser agradecido y destacado, porque más que músicos también son excelentes personas.
Si me los dieras todo el tiempo me dan ganas de hacer discos y discos, porque los tipos son una máquina de producir. Y hacen una cosa más linda que otra: hay que decirles “cortá” porque si no se obsesionan y quieren mejorar lo que hicieron. Y lo peor es que lo terminan mejorando.
-En un momento hay que decir: “Cerramos el tema”.
-Si no, es muy difícil.
Ciclo nocturno
-El disco abre con el “Blues a la luz del fogón - Parte 1” y cierra con la “Parte 2”. ¿Cómo surgió esta idea de darle una conexión y redondearlo así?
-Tenía todos los temas sueltos, y me faltaba el factor que los haga conceptuales, el hilo cronológico. Y la metáfora, el rito del fogón, vino como anillo al dedo: creo que a cualquier que lo hubiese pensado, porque hubiese tenido estos temas y tiene que titularlo, tiene que buscar un nombre del disco; que mencione el género, y que mencione más o menos de qué va a hablar.
“Blues a la luz del fogón” engloba eso: vos lo escuchás sin saber de qué se trata y sabés que es un disco de blues, y sabés que va a hablar de una temática se da en algún rito llamado fogón.
-Donde salen las historias.
-Exactamente. Entonces era como un nombre obligado. Yo no sé si es mucho fruto de la creatividad, o es una cuestión objetiva que iba a terminar teniendo ese nombre. La “Parte 1” habla de un fuego que se enciende: un ambiente propicio, introduce en lo que se va a escuchar; y la “Parte 2” concluye lo mismo, el cierre es el amanecer: cuando ya todos los mitos y las leyendas por ahí quedan opacados por el brillo del sol y ya no se genera el mismo clima.
-Es de día y los fantasmas se van a dormir.
-Básicamente es eso.
Por la propia
-Hablabas de Combustión Interna; estuviste en otros proyectos como Jack (tributo a AC/DC). ¿Cómo fue ponerse al hombro una carrera solista?
-Ahí se da la situación inversa a lo que hablamos de las cláusulas y los límites. Por ahí las cláusulas y los límites te los ponen un proyecto: por ejemplo Jack era un tributo, y era básicamente calcar algo que ya existe. Lo mismo Combustión Interna, que es una banda de rock and roll que terminan apuntada a determinado público: generalmente tocamos en motoencuentros, y hay que hacer música fierrera; y eso es el único gancho que tenemos (risas).
Cargar con el hecho de ser artista solista es tener una libertad que por ahí te abruma. No sé qué va a ser de mí hacia el futuro como artista solista, porque la verdad que el blues no me representa totalmente: también me gusta mucho el folclore, el rock and roll y el tango; y seguramente sean algunas de las tantas vetas que quiera experimentar, desarrollar, profundizar. Este es el primer chispazo.
-Cuando sos solista y ponés tu nombre están todas las opciones, y tenés que tomar todas las decisiones vos solo. Acá sí tenés la hoja en blanco.
-Tal cual. Y bueno, acá estoy: escribiendo las primeras líneas de esa hoja en blanco. Veremos si me llevan a profundizar un poco esto, que ha dejado (y está dejando) bastante tela para cortar.
-¿El blues o la temática?
-La temática. El disco lo hice sin expectativas, por un goce propio: “Quiero alguna vez escuchar un disco de blues conceptual, porque no sé si existe”: “Me quiero dar el gusto por lo menos de hacer el disco que a mí me gustaría escuchar”. Y lo hice: después me senté, descorché un vinito y lo escuché terminado en un sillón, ese día que se estrenó; y dije “Qué lindo haber podido hacer esto”.
Sin expectativa esperaba terminarlo y ya está; pero a la gente le está gustando mucho: me piden que lo toque, no solamente acá en Santa Fe, sino afuera. Y no lo tenía pensado: a los muchachos les decía: “grabémoslo”, no pensaba tener que decir: “Vamos a tocarlo a tal lugar, a tal otro”.
Ahora estoy analizando qué hacer en ese futuro, porque me piden desde el “Volumen 2” hasta salir a tocarlo; y muchísima difusión se está haciendo en este momento, la gente lo está escuchando muchísimo. No puedo creer las estadísticas cuando las veo: no solamente en Argentina, sino se ve que también hay otros lugares en los que también se escucha. El disco sigue vigente, tiene su vida propia, y no sé qué me va a obligar a mí a hacer. Estoy acá disfrutándolo, contándolo al disco, y viendo hacia dónde va el viento; pero me parece que está yendo mucho para ese lado: para seguir un poco por ese camino. Así que no quiero tomar todavía ninguna decisión concreta.
Más historias
-Pensando en las leyendas, los relatos, ¿hay alguno que te gustaría abordar en alguna canción de la misma tónica?
-Dejé afuera leyendas como la Luz Mala, por ejemplo; y es de los principales reproches que me hacen. Entonces sí: la Luz Mala, el Pombero, que tiene también su forma. Me he hecho recaudador de historias porque mucha gente escucha el disco y se identifica mucho: me empiezan a contar historias. Entonces tengo historias por todos lados. El otro día me recomendaron un libro muy bueno también que me lo compré y lo empecé a leer ayer; de un tipo que hizo, muchas recopilaciones de historias del Delta.
Ahora tengo una cantidad de materiales y digo: “Esto puede llegar a convertirse en algo que siga. Estoy ahí como viendo. Es como que todavía está muy verde: recién hace dos meses salió el disco.
Me mencionan mucho un aljibe en Diamante: una casa que tiene un aljibe. Debería ir a visitarlo... acompañado, por las dudas.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.