En “La violencia de la ternura”, el actor, humorista y entrevistador Tomás Quintín Palma vuelve la mirada sobre su propia biografía y se libera, con humor, del peso de haberse criado en un hogar de artistas. Se presenta este domingo en Demos Comunidad Cultural Emergente.
A partir de su propia experiencia, Tomás propone en la puesta un interrogante que es universal: ¿Quiénes somos y adonde vamos?. Foto: Gentileza producción
“La violencia de la ternura”, la obra protagonizada por el actor, humorista y entrevistador Tomás Quintín Palma que se presentará este domingo 14 de agosto a las 21 en Demos Comunidad Cultural Emergente (9 de Julio 2239), está definida por sus propios realizadores como una propuesta con “introspección pública garantizada”. Y tal enunciación parece atinada si se considera que se trata de un trabajo con una fuerte carga autobiográfica en el cual el propio Tomás, nacido y criado en una familia de payasos de Rosario, utiliza el humor para hacerse cargo de un peso que siempre llevó consigo, bajo la forma de “pelucas, goma espuma y dientes gigantes”. Como un modo de abordar su anhelo de siempre de un “hogar normal”, pero también para amigarse con una parte de su historia personal que, finalmente, lo constituye.
El espectáculo cuenta con música de piano en vivo a cargo de Pol Medina y la dirección de Toto Castiñeiras. Foto: Gentileza producción
El propio Quintín Palma contó a este medio el origen de “La violencia de la ternura”. Fue dentro de la propuesta Microteatro, en Buenos Aires, un formato importado desde España. Tomás montó una primera versión de la obra con una duración de 15 minutos. “Ahí me animé por primera vez a pararme frente al público, porque siempre hice radio, televisión, escritura y filmaciones”, explicó. En la medida en que lo fue probando advirtió que, potencialmente, era un material poderoso. “Sentí que había algo”, manifestó. Luego, el proyecto fue adquiriendo su actual fisonomía y pasó el Teatro El Picadero, el Auditorio Belgrano y NUN en Buenos Aires, por el Teatro Bar de La Plata, el Teatro Municipal de San Martín, por Lanús y hasta por Uruguay.
Para evocar una época, en la obra se recrean en vivo dos payasos. Foto: Gentileza producción
Clowns que marcaron infancias
En la obra, Tomás juega con su propio itinerario vital. Es que sus padres tenían un grupo de teatro que se llamaba Chemiguitos, que se mantuvo varios años. Piripincho Rigattuzzo, un conocido payaso rosarino, era muy allegado a ellos. “Por lo tanto, me crié con toda esa fábula. Una mezcla de ficción y realidad, gente poniendo límites con peluca, mamá y papá disfrazados. Desde mi neurosis, pude ver todo el daño que había ahí. Por eso aparece la idea de la violencia de la ternura. Esa ternura que parece linda, pero es un mecanismo que puede ejercer alguien que esté haciendo el mal”, contó.
Flyer del espectáculo. Foto: Gentileza producción
En la construcción de la puesta, Tomás halló una foto reveladora: todos sus familiares vestidos de payaso mirando a cámara y el mismo de “civil”, bebé, mirando a otro lado. “Eso me disparó un montón de cosas, ya que después a mí me hacían actuar y disfrazar” recordó. De hecho, para la evocación de una época, en la obra se recrean en vivo dos payasos: Pipistrilo y Piripincho, representados por Nicolás Palma Kreig. “Mi hermano, que tiene el clown en las venas, hace a esos dos payasos de los 80, algo que está muy bueno porque son el recuerdo vivo. Muchos rosarinos que han ido a ver la obra se largaron a llorar, es muy conmovedor”, afirmó.
En la obra, Tomás juega con su propio itinerario vital. Foto: Gentileza producción
Quebrar mandatos
El espectáculo (además de las intervenciones de Tomás y Nicolás) cuenta con música de piano en vivo a cargo de Pol Medina y la dirección de Toto Castiñeiras. “Toto trabajó en el Cirque du Soleil. También estaba podrido de los payasos y le encantó el proyecto. Así que aprovechamos y destruimos a los payasos y al circo, pero después proponemos una reconciliación. Es como cuando uno rompe con ciertos mandatos, termina creciendo y después quiere a la familia. Te alejás para formar tu identidad, para ser otro. Y siendo ese otro, volvés para reconciliarte”, explicó Tomás. “La violencia de la ternura” es, precisamente, ese viaje. El de alguien que escapa, pero sigue estando aunque se haya ido.