“Deliverance”, la película de John Boorman que hoy cumple 50 años desde su estreno, es un estudio sobre el vínculo del hombre con la naturaleza. Y sobre cómo los instintos primitivos y la violencia prevalecen ante condiciones extremas.
Cuatro amigos (encarnados por los actores Jon Voight, Burt Reynolds, Ned Beatty y Ronny Cox viajan a los bosques para pasar unos días en contacto con la naturaleza. Pero los aguarda una pesadilla que los llevará al extremo. Foto: Warner Bros., Elmer Enterprises
Por su argumento, podría haberse inclinado más por la aventura, la acción e incluso la intriga. Sin embargo, “Deliverance”, la película de John Boorman que hoy cumple 50 años desde su estreno formal en los cines, el 18 de agosto de 1972, podría catalogarse dentro del género de suspenso/terror. Para entrar en esta vertiente, no necesita valerse de monstruos, asesinos seriales o fantasmas. Basta con mostrar el nivel de violencia al que puede llegar el ser humano y que es capaz de hacer cuando se halla ante una situación límite.
El film explora las inesperadas facetas de la violencia. FOTO: Warner Bros., Elmer Enterprises
Boorman, que había dirigido entre 1967 y 1970 el thriller neo-noir “A quemarropa” (con una interpretación escalofriante de Lee Marvin) y la bélica “Infierno en el Pacífico” (que anticipa, a través de la convivencia forzada entre dos soldados enemigos en una isla, algunos tópicos que el director pondrá en juego a lo largo de toda su filmografía) eligió una novela de James Dickey para su próximo proyecto. Que describe, en rasgos generales, como cuatro amigos que viven en la ciudad viajan a un bosque que pronto será inundado para construir una represa. Buscan un contacto con la naturaleza, pero el encuentro con los cuasi primitivos lugareños convierte la expedición recreativa en una pesadilla.
El horror
En la misma línea de la mirada que propone el escritor Joseph Conrad en “El corazón de las tinieblas”, el film emerge como una reflexión, de carácter sombrío, respecto al vínculo del ser humano con la naturaleza, con lo primitivo, con lo diferente, con la “otredad”. En un recorrido parecido al que hace el Kurtz de Conrad, los cuatro protagonistas de “Deliverance” cruzan una línea que no tiene retorno cuando se ven obligados a mirar frente a frente al horror. Que está presente en las propias acciones humanas, tanto de los zafios que lo agreden como de ellos mismos para establecer la defensa.
Durante la travesía de los cuatro citadinos, que primero parece idílica pero de a poco se va volviendo extraña (esta sensación de irrealidad comienza a gestarse en la recordada escena del duelo de banjos entre uno de los expedicionarios y un hombre-niño del pueblo) hasta acabar en la violencia cruda, uno de ellos es violado y los otros se ven obligados a matar para poder sobrevivir.
Lo más tremendo es que estos hombres en apariencia civilizados y protegidos por sus arraigadas nociones de moralidad han visto el mal, pero no solo en el exterior corporizado en los atacantes, sino también en sus propias y brutales reacciones. En la línea de Thomas Hobbes y su concepto de “hombre lobo del hombre”, el mensaje pesimista de Boorman parece ser que la violencia es lo que prevalece en el ser humano cuando está en juego su supervivencia.
Hay más. A tono con el contexto sombrío de su época (principio de los años ‘70) cuando la efervescencia de los ‘60 empezaba a apagarse, el film describe cómo los cuatro amigos han salido peores de la selva. Sus zonas de confort se han quebrado por completo y las vivencias, pese a que acuerdan mantenerlas en secreto, los han marcado para siempre. A tal punto que ya nunca podrán recuperar el “esplendor en la hierba”, sus tranquilas y reconfortantes.
La violencia está en nosotros
La película de Boorman tiene, por sus tópicos y su estructura, una conexión directa con otros filmes de su propia cosecha, pero también dialoga con “Apocalypse Now” de Francis Ford Coppola, “La costa mosquito” de Peter Weir y la menos conocida “La presa”, de Walter Hill. En Argentina se la conoció con el mucho más gráfico título “La violencia está en nosotros”, que funciona bastante bien como síntesis de lo que John Boorman pretende transmitir. Lo que entendemos como “civilización” sirve de poco cuando emerge lo instintivo.
Los protagonistas buscaban recreación, pero encontraron una pesadilla. Foto: Warner Bros., Elmer Enterprises