Explorando el dolor y la culpa: "Expatriadas"

“Expatriadas” es uno de los últimos grandes éxitos de la plataforma de streaming Amazon Prime. Se trata de una miniserie dirigida Lulu Wang ('The Farewell') de seis episodios de casi una hora de duración - a excepción del ante último que alcanza la hora y cuarenta - que adapta la exitosa novela “The Expatriates”, escrita en 2016 por Janice Y.K. Lee.

El término, si bien en la mayoría de los casos se aplica a aquellas personas que se encuentran “fuera de su país de origen”, aquí sirve para referenciar también el sentimiento que inunda de manera compartida a su trío de protagonistas.

Estamos en presencia de un drama comandado por tres mujeres cuyas vidas están signadas y atravesadas por una tragedia que coinciden en un lugar ajeno, totalmente lejano del continente en el que nacieron. “Expatriadas” de sus propios países, de sus familias y porque no, también de sus propios sueños y anhelos.

La serie se inicia con una voz en off, que, a modo de prólogo, narra como una breve desatención, un descuido o pequeñas acciones sin mala intención pueden transformar la vida de un montón de personas. Los ejemplos son claros y van desde un semáforo mal cruzado a quedarse dormidos al frente de un vehículo. Hechos que sin dudas traen aparejadas consecuencias fatales. Esa misma voz finalmente se pregunta: ¿qué es lo que pasa con los victimarios?

“Estas historias siempre recaen en la víctima, nunca mencionan a los responsables de las desgracias. Yo quiero saber de ellos, de las personas que causaron esas tragedias. Las personas como yo ¿alguna vez encuentran la redención? ¿son perdonadas y consiguen seguir con sus vidas? No hay un solo momento en que no piense en lo que hice, no hay un solo momento en que no piense en ti, en qué estarás haciendo, y en cómo estará tu vida cuando fui yo quien la destrozó por completo”.

He allí el punto de despegue de “Expatriadas”, serie ambiciosa y por momentos muy angustiante, cuyo tema principal es la exploración del dolor. Su productora y protagonista Nicole Kidman, tras su buena interpretación en “Big little lies” (2017), ha conseguido nuevamente toparse con una producción que le permite plasmar todo su talento.

La serie

Margaret (Kidman) es una reconocida diseñadora de jardines que ha relegado su actividad en Nueva York para dedicarse a la crianza de sus tres niños y acompañar a su marido Clarke (Brian Tee) a su nuevo puesto laboral en la ciudad de Hong Kong.

Viven de manera ostentosa en un lujoso edificio ocupado en su mayoría por otros occidentales de igual posición económica. Las empleadas domésticas y los choferes particulares abundan en ese micro mundo que poco tiene que ver con lo que sucede en los alrededores. La realizadora consigue brindar un notorio marco de aislamiento, individuos ajenos no solo a lo que pasa en sus propios países sino excluidos respecto a la realidad reinante.

El relato se permite, siempre teniendo como marco esa ciudad, ir y venir en el tiempo, por lo que esa familia en apariencias perfecta conformada por Margaret y Clarke., rápidamente pasará a mostrase como devastada, sacudida por una tragedia familiar que recién se revelará por completo en el segundo episodio. El primero, sin embargo, se centrará en la fiesta de cumpleaños por los cincuenta años de Clarke, un festejo que se siente incómodo y chocante. Si bien aún no hay misterio develado, todos sabemos, espectadores e invitados, que se realiza bajo la sombra de una reciente fatalidad con la excusa terapéutica de “intentar seguir de algún modo”.

Las restantes dos protagonistas, conectadas y tocadas en mayor o menor medida por esa tragedia, son Hilary Starr (Sarayu Rao Blue), vecina y amiga de Margaret; y Mercy (Ji-young Yoo), una joven de apenas 24 años que además de estar convencida de cargar con cierta maldición es la mencionada narradora en off de la miniserie.

Hilary es una exitosa empresaria que contrariamente a lo que dictan los mandatos conservadores de su familia, decidió no tener hijos. Su matrimonio con David (Jack Huston) pende de un hilo tras los problemas de alcohol e infidelidades que arrastra este último. Hilary se muestra distante también con Margaret, algo entendemos que resquebrajo una amistad de años.

Mercy por el contrario no parece encontrar su lugar en el mundo. Es una coreana estadounidense que llego a la isla en busca de una nueva oportunidad. Es la más joven, vive sola y económicamente se encuentra al limite pasando de un trabajo a otro constantemente. En un yate toma contacto por primera vez con Margaret quien enseguida la ve como una posible sucesora de su niñera de siempre.

“Expatriadas” responde como genero al drama, su delimitación es clara gozando de cierto clasicismo en su puesta en escena. Sus seis episodios están atravesados por el duelo como trama primordial. Se trata de una realización que indaga en torno a la culpa y a las miserias humanas que se presentan sistemáticamente. Sus personajes están rotos, algunos más maquillados que otros, pero rotos, al fin y al cabo.

Lulu Wang como directora consigue transmitir a sus actores aquello que quiere decir. La narración se toma su tiempo, es prolija y muy fluida más allá de la presencia en exteriores de muchos personajes en el plano (marca distintiva en los trabajos previos de la realizadora). En ocasiones hay demasiado bullicio y una sobrecarga de imágenes que irónicamente no opacan en ningún momento el carácter íntimo de la producción. Wang encuentra un equilibrio casi coreográfico, un tumulto ordenado que luego da paso al retrato de una ciudad llena de vegetación, permitiendo así que los planos descansen.

El trabajo del reparto es fenomenal. Si bien los flashes siempre apuntan a la australiana Nicole Kidman (que ofrece un papel tan hecho a su medida que lo encara casi sin despeinarse) lo cierto es que la presencia de las actrices que la secundan es magnética. Sarayu Blue se muestra muy segura en tramas algo complicadas y Ji-young Yoo transmite con su “Mercy” de carácter irascible toda la frustración de alguien al que no le ha ido para nada bien en la vida. Una gran revelación.

“Expatriadas” cuenta con requisitos que deberían bastar para encumbrarla entre las mejores realizaciones del año. Se basa en una novela elogiada, tiene una directora reconocida y una estrella como Nicole Kidman. Es una miniserie de gran sensibilidad que retrata un ambiente que si bien puede parecer ajeno es tan mezquino e hiriente como el que nos rodea.

Un drama con dilemas y tópicos interesantes abordados de manera adulta por personajes femeninos muy fuertes. En muchos aspectos remite a éxitos como “Big Little Lies”, comparación que, injustamente, puede relegarla en las consideraciones.