“Traducción del inglés -“Veronica’s Room”- es una obra de teatro de Ira Levin, originalmente montada en 1973. Debido a que identificar a los personajes por su nombre estropearía la trama de la obra…”. Eso dice la fuente de toda sabiduría: Wikipedia.


“Traducción del inglés -“Veronica’s Room”- es una obra de teatro de Ira Levin, originalmente montada en 1973. Debido a que identificar a los personajes por su nombre estropearía la trama de la obra…”. Eso dice la fuente de toda sabiduría: Wikipedia.
Ira Levin es un autor con muchas obras. Esta es una de las mas reconocidas y revisadas, finalmente representadas.
Hablemos de “El cuarto” (de Verónica). La pieza es un thriller psicológico, protagonizado por Silvia Kutika, Fabio Aste, Fernanda Provenzano y Adrián Lázare bajo la dirección de Virginia Magnago.
“La principal característica de este género es tener una trama que haga que el espectador esté en constante suspenso, que le genere la necesidad de finalizar la historia y que mantenga la ansiedad, la emoción y la incertidumbre hasta la resolución del tema”
“El suspenso psicológico, suspense psicológico o thriller psicológico es un subgénero de suspenso que generalmente tiene como tema central un enfrentamiento (o juego) entre los personajes, más mental (o psicológico) que físico, en el que la inteligencia o los aspectos intelectuales o mentales tienen una gran importancia”.
Una película de Polanski, con una memorable escena del primer plano de una papa brotada (actriz Catherinne Deneuve, “Repulsión”, 1965) es lo primero que recuerdo de la segunda época del miedo en el cine, que de eso se trata. En esa película la banda sonora era de un personaje que desde entonces sigo con respeto: Quincy Jones. Che, fue productor, arreglador del mas famoso corto musical, protagonizado por un cantante: Michael Jackson (¿Adiviná cómo se llamaba el clip? Já. Sí, ese…).
Polanski es el que lleva al primer plano como autor de novelas duras y misteriosas a Ira Levin con “El bebé de Rosemary” que incluye, en el backstage, la pelea con Sinatra, Mia Farrow y la maldición de Sinatra a Polanski, que se cumplió rigurosamente. Francis no quería que su chica hiciese esa película y lo advirtió, hasta obligó a un cambio de guión cuando le cortó el pelo a tijeretazos a su amante de ese año, la Mia (Farrow). Le dijo al estudiante en Lodz que si hacía esa película se tendría que ir de Estados Unidos. Y... Bueh.
Sin embargo creo que -personalmente- es con “La ventana indiscreta” (1954) y el “troesma” Hitchcock donde encuentro que eso es bueno. ¿Que es “eso”?. El suspenso, el no saber qué va a venir en la próxima escena, que hay fuera del encuadre de la toma, que aparecerá en el contra plano y que banda sonora me sobrecogerá. Anthony Perkins disfrazado de su mamá, qué escena, qué escena... (1960, “Psicosis”).
Los personajes son, pero lo importante es la trama; los personajes tienen mandatos que cumplir y uno entra al cine sabiendo que eso sucederá.
Mi emocionado homenaje a un amigo, Jorge Luján Gutiérrez, fue el primero que escribió (o que leí que escribiera) que en una película había que cobrar media entrada, porque estábamos siempre en el borde de la butaca, recogidos por el suspenso (hablaba de “El Exorcista”).
Vamos con el plagio. Si en una obra de suspenso, de thriller, de susto y sorpresa, durante su desarrollo mientras “la vemos” estamos sentados placenteramente en la butaca no hay tal policial sicológico, ni miedo, ni chuchos de frío, ni “piel de gallina”. Ni medio pelito levantado.
Confesión, leyendo en la soledad de la madrugada “En la carretera” de Cormac McCarthy he sentido julepe. El miedo es un destello interior, aparece cuando uno no lo espera. Eso es así y no se porque, pero sucede.
Que nos queda... Nos queda un concepto: el teatro no es el cine ni es su magia ni es su código. Ni es la madrugada y la lectura atenta. En teatro cada día es diferente y es un desafío. No es “la mejor toma”, es la que sale ése día. Riesgos mayores.
En el teatro, en esta oportunidad, estaban todos los condimentos. Actores convencidos, platea callada, un texto traducido y adaptado. Ni siquiera vedetismo de primera estrella que no deja protagonizar a los demás. Nada mal. Todo correcto.
Respeto profundo por la señora Kutika. Mas respeto, todo el respeto a la compañía por traer una obra de texto, que es anterior y será posterior a una temporada de verano. Es un esfuerzo valioso. Aplausos. La presencié completamente sentado en la butaca.