Este viernes 16 a las 21, en el Centro Cultural 12 de Septiembre de Santo Tomé (25 de Mayo 1940), se presentará “El Paraíso indomable: relatos y música sobre América Latina”, a cargo de la cantante, guitarrista y bailarina Natalia Carossi, junto al actor y titiritero Rodolfo Costa. “Queremos invitarlos a nuestra sentida puesta de relatos (la mayoría de Eduardo Galeano) sobre nuestra América antigua y nativa, y canciones guaraníes y folclóricas de nuestra región”, invita Carossi, bajo la consigna: “No habrá territorio cultural que podamos defender si no lo conocemos”. La entrada tendrá un valor de $ 400 pesos.
El Litoral dialogó con la artista y maestra (y otrora redactora en estas páginas), nacida en Villa Ocampo pero radicada en Paraná desde hace años, para conocer más sobre esta propuesta, y sobre su trabajo de investigación y acción.
El origen
-¿Cómo se dio el encuentro con Rodolfo para este espectáculo conjunto, de textos y música?
-Lo conozco a Rodolfo Costa de La Barriada, en la prehistoria de Santa Fe, con los Speciali, los uruguayos; en esa propuesta tan linda que tenían de música uruguaya. Él después no hizo más música, se dedicó de lleno a los títeres, que su especialidad; al teatro, junto con este actor tan bueno santafesino, Quique Mailler. Fui a ver una obra de ellos, en una puesta hermosa que hicieron en Santa Fe el año pasado; lo fui a ver especialmente, porque yo estaba buscando un actor: en tanto este “Paraíso indomable” ya tuvo sus primeros estrenos en Alemania, en el 2015.
Es una creación colectiva que hicimos junto con un dramaturgo alemán, Jürgen Flüggen; lo presentamos en una gira por el sur de Alemania. Lo estrenamos e hicimos funciones especialmente en el Tromm Theater, que es un teatro para campesinos. Me acuerdo que nos aplaudían con los pies: es una cosa rarísima de ver (risas), en un teatro hecho por ellos de madera.
Tenía el rescate de la mirada de los pueblos antiguos de América. Si te acordás de las “Memorias del fuego” de (Eduardo) Galeano, la primera parte habla justamente del Génesis, de la visión de los pueblos sobre el origen del mundo y de la humanidad, desde distintos pueblos que existieron (y que existen muchos todavía afortunadamente) en Latinoamérica.
-¿Cuánto de esa idea primigenia es la que la que están haciendo hoy, y cuánto han modificado?
-Sí, un poco los textos: creo que quedó un solo texto del original. La idea nuestra es de intercalar los relatos con la música: en realidad es lo que siempre hicieron los pueblos originarios. Me inspiré mucho en todo la recopilación que hice de los cantos antiguos guaraníes durante diez años en Misiones, en las aldeas guaraníes, desde el año 2000. En esto de aprender en las mismas aldeas cómo se transmitió la cultura, y esta visión de origen de la humanidad; alrededor de las fogatas, a la noche, los abuelos contándoles, los relatos y los cuentos a sus nietos. Así es como se va construyendo parte de la cultura: Los guaraníes en Misiones hace 5.000 años que están.
Gran parte de la música que vamos intercalando son cantos guaraníes recuperados en esas aldeas, además de las canciones de mi autoría, folclóricas también étnicas, inspiradas en la cosmogonía guaraní.
Identidades
-Es un proceso de muchos años, de pasar del recopilar y conocer lo ancestral a traducirlo en tu propio lenguaje, como artista contemporánea.
-Como artista contemporánea y como un pedazo de guaraní que soy, porque tengo una tatarabuela guaraní, y hay todo un legado, del lado de mi vieja. Por eso en el 2000 me encuentro con Ramón Ayala en varios conciertos que compartimos, y yo produje también. Él cuando me conoce me dice: “Te voy a llevar a las aldeas, vos tenés que conocer tu gente para darle fuerza a tu proyecto; porque justamente la simiente está ahí”.
-¿Cómo se escribe hoy en términos de una canción o una creación artística que retome esa estética, pero desde un otro ser que tiene un lenguaje diferente, desde un presente? Más allá de la herencia, estamos en otro en otro contexto de creación.
-Uno tiene una personalidad, pero para poder aproximarme a ese lenguaje me tomé muchos años de convivencia, de recopilación; me inspiré en el trabajo de Leda Valladares. El estudio de la lengua, el escribir en guaraní, el buscar las formas antiguas; el aprender de lo antiguo para tener una aproximación a eso: no es que uno va a convertirse en aborigen (risas). Soy un pedazo de aborigen, tengo mucha mezcla también; pero cómo llegar a abordar algo tan sensible y poder transmitir, con una aproximación desde un estudio de la música, el canto, la guitarra que en este caso me acompaña.
-Hay una identidad que está atravesada por una cultura occidental del siglo XXI.
-Cuando vas a la selva y estás tanto tiempo conviviendo y aprendiendo, ese mundo te atrapa y notás que ese mundo (que también de alguna manera está en vos) te lleva un poco a rescatar, y te hace saber que nosotros los urbanos no somos el epicentro del mundo; sino que en otros lugares, más en contacto con la naturaleza, todavía se mantienen las formas ancestrales.
De eso se trata. de traer un poco cómo es ese mundo ancestral: al no tener nosotros como urbanos ese contacto con la naturaleza y con los pueblos que todavía preservan su cultura pensamos que el mundo occidental somos nosotros y nada más; y que eso otro es pasado. Pero por fortuna hay otras otros mundos posibles, que no perdieron vigencia.
-Claro. Por ejemplo esos cantos que yo recopilo, que tienen miles y miles de años; y ese lenguaje que se escribía hace 18.000 años tenía una escritura parecida a la hebraica y a la egipcia. Hoy ya no la tiene, pero el idioma se preserva. Hay filólogos que estudian las lenguas muertas; pues nosotros tenemos pueblos que todavía hablan idiomas que son tan antiguos o más que las lenguas muertas, que están vivas.
De la isla a la sala
-Cómo fue el estreno en el contexto este del Islote Curupí, y en el contexto de unas de unas acciones ambientales?
-Siempre estuve relacionada este con la gente aquí en Paraná, con Jorge Daneri, Eco Urbano, los Cuidadores de la Casa Común, (Luis) “Cosita” Romero, uno de los abanderados de la lucha contra el Paraná Medio: es un baqueano del río. Siempre uno relacionado y soñando proyectos conjuntos. Vino por ahí una gestión de ayuda para empezar a concretar una partecita de este proyecto; por lo menos para poder viabilizarlo acá: en Alemania eran otras realidades. Acá tenemos un auspicio de una fundación, Global Greengrants Fund: una ONG de Estados Unidos, que da muy pequeñas donaciones a este tipo de emprendimientos.
-Era una cosa muy especial, no solo porque es un entorno natural, sino que además había que cruzar al Islote para ir a verlos.
-Está todo enmarcado dentro de un proyecto que está haciendo A Ñangarekó Nderehé, una fundación que está trabajando en la administración y difusión del Islote; un trabajo de años. Algunos compañeros de la escuela de idioma guaraní están trabajando con la Municipalidad en un proyecto turístico cultural, de divulgación del Islote. Está ahí nomás, son dos minutos en las embarcaciones. Desde hace unos meses tiene turismo, y lo que más hermoso es que llevan a las escuelas: van los pibes que nunca tomaron contacto con las islas. Que puedan conocer las islas me parece maravilloso, revolucionario.
-Lo adaptan ahora al formato sala. ¿Cómo salió la invitación? ¿La idea es seguir recorriendo escenarios en este formato?
-Exacto, porque esta es la segunda que estamos haciendo, y tenemos para otras presentaciones más. Surgió buscando salas, el contexto, la logística; presentando proyectos, a ver quién le interesa, como nos podíamos articular. Y apareció esta hermosa sala.
-Fue una movida de ustedes: salir a la casa de todo los espacio donde se pueda mostrar.
-Sí, supongo que aunque tengamos un apoyo económico, la producción también la tenemos que hacer nosotros. No es fácil, es igual que si no lo tuviéramos: la producción, la prensa, todo ese trabajo invisible que también hay que hacer.
Canto antiguo
-¿Qué más nos podés contar de tus actividades? Estuviste haciendo el “Casi a capella” en la Capilla Histórica de San Miguel Arcángel, en Paraná.
-Ahora “El Paraíso indomable”; y paralelo a eso “Casi a capella”: es un proyecto que estoy presentando; hice una presentación, y ahora sigo con discípulos y cantantes invitados. La idea es trabajar sobre el rescate del patrimonio histórico, especialmente en aquellos donde haya una acústica como la de la Capilla. Una acústica que no tenemos en los alrededores, y un repertorio adaptado para esa acústica.
Eran edificios que se construían antiguamente: las capillas, justamente como extensión del cráneo, como los amplificadores, los equipos de sonido de la época. Pero que por supuesto en calidad van a ser siempre mucho mejor; porque cuando nosotros cantamos a través de un micrófono, toma nuestros armónicos y los borra el equipo, los devuelve a través de una reverb artificial. Entonces nuestros armónicos se escuchan muy parcialmente. En cambio, cuando vos cantas abajo de una cúpula la réplica de esos armónicos es completa y real: está toda la voz.
Esa tecnología es irremplazable. Es importante porque la función de los armónicos en la música (obviamente cuando está bien cantado) genera todo un estado de armonía y de salud en el cuerpo tanto del que lo emite como del que lo recibe. Es un poco inspirándome en los antiguos rituales (paganos, ¿eh?) que se hacían en este tipo de capillas para sanar a la comunidad.
El programa de “Casi a capella” incluye las cantigas, que son los cantos que van a dar origen en la cultura occidental a lo que hoy conocemos como las canciones.
-Está la fusión de lo occidental y lo americano.
-Sí, exacto. Eso ya lo habíamos soñado con una colega polaca: traer el mundo antiguo de aquel mundo y de este lado del charco; y encontrar las similitudes: por ejemplo, las escalas pentatónicas. El mundo antiguo en algún punto se encuentra: en escalas, en sentires, en poesía. El canto antiguo a capella, despojado, le rendía más el culto a la poesía: era género de la poesía. Después las canciones que hoy conocemos ya son distintas: ya no es tan poético, tiene más de tierra.
-De alguna manera: es más carnal. El canto antiguo está relacionado con los tiempos de la naturaleza; y también con épocas en donde por nada te rebanaban la cabeza. Era tan cruel, tan extremista, que la forma de compensar me imagino que eran los cantos tan sublimados, sutiles.
-Y los cantos de trabajo, presentes en todas las culturas.
-Exactamente. Hago algunas cantigas de amigo en ese repertorio, algunas canciones medievales; también están los cantos guaraníes. Son cantos antiguos de aquel mundo y de este, y voy combinando también algunas canciones mías en alusión a la cosmogonía guaraní.