Lisandro Aristimuño regresa a Santa Fe en fecha doble: agotada la del 6 de mayo, agregó una casi llena para este jueves 5. Será en formato SET1, un show unipersonal de la mano de las guitarras y un equipamiento electrónico, lo que vuelve única cada presentación. En la previa a su llegada, El Litoral conversó con él sobre esta propuesta y sobre “Criptogramas”, su más reciente álbum.
Gentileza Agnese Boaretto Lisandro en Neuquén, donde también realizó dos fechas consecutivas: para los que pudieron presenciar ambas fueron experiencias diferentes.
Tras agotar las entradas para el show del viernes 6 de mayo, quedan los últimos tickets disponibles de la segunda función que Lisandro Aristimuño brindará en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572) este jueves 5 de mayo a las 21. Los tickets están a la venta en boletería de Tribus y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
El creador oriundo de Viedma y Luis Beltrán retomó los escenarios bajo el formato SET1: solo con sus guitarras y un set electrónico que le permite crear en vivo bases y programaciones que fusiona a la perfección junto a su voz. Así presenta un concierto íntimo y unipersonal, recorriendo su obra con un repertorio de canciones elegidas y versionadas exclusivamente para este show.
En la previa del concierto, El Litoral aprovechó para conversar sobre esta modalidad originada en la pandemia, y también sobre “Criptogramas”, su más reciente álbum.
Como en el living
-Retomaste el formato solitario, parecido aquel con el que hiciste tus primeras giras con la loopera y las guitarras; acá hay algunas programaciones también ¿Es un poco la vuelta al origen?
-En realidad este set es bastante distinto; es diferente porque estoy laburando mucho con máquinas en vivo, y en realidad no estoy casi loopeando. Estoy disparando en vivo cosas que no están ni siquiera grabadas, samples y demás; eso hace que cada show sea distinto: depende de cuándo lo dispare, cuánto tiempo queda; a veces los temas se hacen más largos, a veces más cortos. Estoy improvisando bastante en vivo con máquinas y guitarras.
Este SET1 surgió un poco desde la pandemia, del hecho de no poder juntarnos con la banda y seguir laburando. Empecé a ir al estudio todos los días a modo de entrenamiento, para no perder la voz y las articulaciones de los dedos para la guitarra: cuando dejas de tocar un tiempo todo se te aplasta.
Ingresé al estudio y ahí surgió, porque al estar solo empecé a entrenar con las máquinas y de repente con mi manager nos dimos cuenta de que ya estaba armado un show, que lo hicimos medio sin querer. Y ahora estamos alucinados: la gente está muy contenta con el show y con lo que pasa en el vivo.
-Aquel ensayo personal de poder hacer música en solitario se convirtió en un formato trasladable.
-Exactamente, todo lo que empezó a surgir ahí incluso el repertorio: lo que se escucha en el SET1 es un recorrido por toda mi carrera, pero las versiones otra vez volvieron a mutar para otro lado. Con la banda casi siempre me gusta cambiar la versión original y hacerla diferente; y en este SET1 también. Digo esto porque por ahí se entiende que el SET1 es guitarra y voz, a lo cantautor, y no es un show así: dirías que más que acústico es electrónico. Si tuviera que hacer una comparación, por ahí suena parecido a “Bocanada” de (Gustavo) Cerati, ese plan.
-En esta cosa de hombre orquesta también hay una conexión especial, una intimidad, pero con vos mismo, que tenés que tener en la cabeza en qué vuelta del tema estás, dónde estás parado con respecto a la canción. Porque todo lo que suena está en función de lo que vos estás disparando y tocando.
-Claro, a eso me refería, porque las máquinas las controlo yo; no es que pongo “play” y me tengo que amoldar; no son pistas, son bases que voy largando, improvisando ahí, medio pulpo con las manos y los pies, con muchos pedales: voy disparando cosas de ahí, cuando quiero.
Eso es lo bueno del show: que no estoy atado a la máquina, “ahora viene el estribillo y lo tengo que hacer”; no, el estribillo lo hago cuando me pinta, cuando quiero, puedo dejar más compases sí quiero; tengo libertad en la programación. Del otro modo me aburriría muchísimo porque sería muy automático y medio karaoke (risas).
-Es muy autoconsciente, estás en la materia viva de la música.
-Realmente estoy usando las máquinas como un instrumento y las controlo cuando quiero. Eso está buenísimo, a veces los temas duran un poco más porque me copó una parte, cómo quedó un ambiente que logre armar con los pedales, un audio; y todo se va modificando.
En Neuquén hice dos shows seguidos cómo voy a hacer en Santa Fe; hay gente que fue a los dos y me dice que fueron re distintos entre sí. Y les digo que sí, porque no está armado el show como si fuera una cajita o un disco, sino que es muy improvisado.
-Incluso pasa con shows de bandas que están muy pisteadas, y el set termina siendo muy guionado.
-Exactamente. Lo que quería era tener esa libertad; la verdad es que en la pandemia tuve el tiempo necesario para hacerlo, porque al estar tanto tiempo sin hacer nada me recontra puse las pilas con las programaciones: las mastericé, tienen un audio muy bueno. Estuve buscando las maquetas de mis discos, las bases originales de antes de que se grabe la bata; Estoy usando mucho esos samples de cuando arrancó el tema, de los primeros demos; los modernicé, les cambié un poco el audio.
Fue un laburo de investigación también porque empecé a abrir discos rígidos del 2005, de cosas que había programado en ese momento, y las agarraba en 2021, les cambiaba los audios, las modificaba. Medio que está árabe en mi agenda también de cosas que había hecho hace mucho tiempo.
Después lo lindo del show es que la gente al verme solo en el escenario también toma un protagonismo muy especial en este concierto: es como una especie de living al que vienen a visitarme, yo estoy en el sillón y toco; es una cosa muy íntima. Con la banda éramos como ocho en escena y era como un circo (risas): podías estar mirando al cellista, al violinista, al batero. Acá la única persona que está en el escenario soy yo, y tengo ese vínculo directo con el público y las canciones. La gente siente un protagonismo que está bueno, porque cantan mucho conmigo y eso es alucinante.
Todos los azules
-Hablabas del parate pandémico, que a vos te agarró con “Criptogramas”. ¿Cómo fue ese momento donde tenías material fresco para mostrar y no podías?
-“Criptogramas” salió en plena pandemia, lo terminé en la pandemia. Las últimas cosas que hicimos fue grabar la voz de Wos, y estábamos aislados. Al día de hoy no lo conozco a Wos: fue todo por WhatsApp, mandándonos cosas por mail o hablando por teléfono; lo conozco en persona, pero no soy su amigo: compartimos esta canción, los dos estábamos muy felices. Ahora cada uno está en la suya, como se abrió todo empezamos a laburar todos.
Fue durísimo; soy independiente y de autogestión: tengo mi propio sello, mi propia productora, que casi quebró, casi la cierro; porque no ingresaba dinero, no podía tocar. Todas las entradas que vendo o lo que hago es para seguir avanzando con mi proyecto; aparte de vivir y de comprar comida también invierto en lo que hago.
-Además de retroalimentarse hay que alimentarse.
-Exactamente. Y alimentar a mi hija también. Creo que todos nos agarró una especie de pánico de cómo vamos a seguir viviendo de esta manera pero por suerte ya se empezó a abrir un poco.
También sucedió con este SET1 que a los productores locales e independientes con los que laburé siempre les copa que el formato sea así; porque obviamente es menos gente, menos guita para poder llevarlo, Está todo pensado para que todos nos movamos un poco y generemos dinero para poder seguir viviendo y haciendo cosas.
-Hablando un poco de Los Azules Turquesas, en “Criptogramas” volviste a trabajar con ellos, después de “Constelaciones” que era un disco que habías elegido grabar con otra gente y otra estructura. También en el disco hubo cosas de máquinas que después fueron reemplazadas por los músicos. ¿Cómo fue el proceso de empezarlo antes de la pandemia con todos, y terminar grabando en diferentes estudios, profesionales y hogareños?
-Arrancó antes de la pandemia, grabamos la mayoría de las bases de las canciones, quedaban por ahí algunas voces y algunas guitarras, que después las grabé; pero en su mayoría estaba casi terminado antes de la pandemia; lo que le faltaba era mezclarlo y masterizarlo. Y como decía, la voz de Wos y el piano de Lito Vitale, que son los invitados.
Sí, participó mi banda de siempre, los que me acompañaron siempre, salgo como bien decías en “Constelaciones”; donde elegí como productor cambiar un poco los timbres y las formas de tocar de cada uno. Que es como cambiar de actores en una película: a veces necesitás otras caras, otras formas de actuar. Me encantó hacer ese laburo también.
Ahora con todo esto de la pandemia con la banda hicimos un parate: no sé cuando voy a volver a llamarlos para tocar, porque ya arranqué con este SET1 que me encanta; estoy probando siempre, me gusta cambiar y mirar otras cosas, no repetirme y no hacer lo mismo. Por el momento voy a seguir laburando así; este año también tengo ganas de meterme al estudio de nuevo, en julio, pleno invierno, a grabar un disco nuevo.
En plena pandemia saqué un disco con Fernando Kabusacki, que es un guitarrista increíble; pasó medio desapercibido por el tema de la pandemia, se llama “=EP8”, es un disco electrónico ambiental. Me encanta eso de compartir con diferentes personas y no hacer siempre lo mismo: me gusta ese cambio.
-Te retroalimenta también.
-Sí, aprendo muchísimo.
-Hay canciones llamadas “Sombra 1”, “Señal 1” y “Baguala 1”. ¿Hay una idea de serie creativa o comienzo en eso?
-Surgió porque es la primera vez que grabo en un estudio que es mío. En los otros discos alquilaba estudios para grabarlos; a este lo alquilo, no soy el dueño, pero es mío: tiene todas mis herramientas de trabajo. Entonces quise ponerle el 1 para acordarme de que este fue el primer disco que grabé en un estudio propio; surgió así, medio en joda, y después me gustó cómo quedaba. Incluso el set se llama SET1, hay algo ahí que no sé qué será, con el 1 al lado (risas).
Generaciones
-Cuando lo convocaste a Wos todavía no estaba viviendo el momento de centralidad que tiene hoy. ¿Qué viste en él a nivel creativo como para pensar en esa fusión?
-A mí siempre me gustó tener invitados en mis discos. Desde el segundo disco, que se llama “Ese asunto de la ventana” (del 2005) que hay invitados. En ese momento no era muy común el “featuring”, que ahora está todo el mundo invitando y haciendo cosas a dúo. No lo digo por “oh, qué original”, pero siempre me ha encantado compartir. Menos en el primer disco (“Azules Turquesas”) y en “Constelaciones” en los demás siempre hubo invitados de diferentes estilos, no de un estilo parecido al mío: Boom Boom Kid, Kevin Johansen, Fito Páez, Ricardo Mollo, Diego Frenkel, Hilda Lizarazu, Liliana Herrero. Todos ellos pasaron por mis discos y me llena de orgullo haber hecho eso.
Ahora lo de Wos fue hermoso. La primera vez que lo escuché fue en el auto: estaba con mi hija, ella iba atrás, y me dice: “Pa, ¿podés subir un poco?”. Subí el volumen y le digo “¿quién es?”, porque no escucho mucha radio: y me dice “Se llama Wos, papi”; “No, qué bueno que está”. Me encantó porque me pareció que la base y la producción que tenía eran muy rockeras; viste que el rap a veces se va un poquito para otro lado, quizás más latino. Esto me encantaba porque tenía una base medio Pescado Rabioso y pensaba en cómo rescató una base así, súper rockera, y le puso el rap arriba; me hizo incluso recordar a los Kuryaki: en una época en que ellos también hacían eso. Dije: “Qué bueno que volvió esto”, porque me encantaba esa música.
Ahí se me ocurrió convocarlo; intenté comunicarme con él, de repente lo logré y me dijo: “Yo soy fan tuyo”; y pensé: “No que groso”. “Te escucho desde muy chico”, me dijo. Y ahí empezó: le comenté que tenía una idea que grabe y me dijo “dale, mandámela”.
-Estás en una etapa donde ya te empieza a influir lo que escucha tu hija.
-(Risas), Sí, sí. Igual con mi hija tenemos un gusto bastante parecido: eso está re bueno. Compartimos un montón de música juntos, incluso en los viajes: ahora en Semana Santa me fui al sur en el auto, viste que en los viajes largos escuchás un montón de discos. Y siempre coincidimos con mi hija: nunca tuvimos un “no, ese no”, o “no por favor, hija, no me pongas eso que me mata”. Siempre elegimos lo mismo, nos gusta un poco la misma onda. Compartir eso con mi hija es hermoso.
-El otro invitado es Lito Vitale: es “para el otro lado”; una generación anterior. Él construyó una intro en el piano para “Tu nombre y el mío”, que debe ser junto con “Azúcar del Estero” tus temas más versionados por terceros: Lito le encontró una vuelta especial. Ahora surgió la posibilidad de compartir música nueva.
-Eso fue en mi segundo Luna Park, lo invité a tocar a él y a (Juan Carlos) Baglietto: fue increíble esa noche, lo que sucedió fue alucinante; después quedó la onda. Lo que pasa es que también con Lito tuve una cercanía muy buena: viste que Lito hace homenajes y tributos, hace muchos laburos con su banda. Y me ha llamado a varios homenajes: estuve por ejemplo en un homenaje a Spinetta en Villa Gesell, para el que me llamó junto a muchos artistas: él hace medio “USA for Africa”, hace cantar a muchos (risas).
Y de ahí quedó mucha buena onda; por eso me parecía que estaba re bueno convocarlo para mi último disco: aparte de ser un maestro y de que para mí toca increíblemente el piano, fue también eso de las generaciones, como bien decías: por un lado Wos y por el otro Lito Vitale como un clásico, como un maestro que también está ahí. Hacer con esas dos generaciones un equilibrio en el disco.
Ideas nuevas
-Sigue la gira de SET1, ya pensás en el nuevo disco. ¿Cuánto de canciones hay, y cuánto de ganas de encerrarte a hacer canciones?
-Tengo bastantes ideas sueltas, que me gustan muchísimo, que las tengo que seguir desarrollando: a alguna le falta la letra, a otra le falta el estribillo. Todavía están inconclusas, pero son grandes disparadores de ideas.
La verdad es que estoy con muchas ganas: ahora por suerte con el SET1 nos vamos a girar por España, y calculo que en los viajes voy a laburar mucho eso también: voy a ir con un cuadernito y auriculares. Mi idea es también que el viaje sea un proceso de armado, para cuando vuelva y grabe acá: volvemos en junio y en julio está la idea de entrar al estudio.
Así que entre viaje y viaje, por las distancias, quizá sean mi parte de la oficina y de hacer letras, de mirar para afuera en la ventana del tren y flashearla escribiendo.