El ganador del Premio Estrella de Mar 2024 como Mejor Humorista, Wali Iturriaga, llega a la sala Luz y Fuerza (Junín 2957), el sábado 15, con su espectáculo: “La Jenny ¿Dónde está Juan Carlos?”. En esta nueva aventura teatral, el multifacético artista trae una historia de enredos disparatados que hace centro en la rebelión del querido Juan Carlos con su “tóxica” esposa y madre de sus hijos.
Será en doble función: a las 20.30 y a las 22.30; las entradas están disponibles en www.ticketway.com.ar y sus puntos de venta. Los afiliados a Luz y Fuerza pueden adquirir entradas con descuento (hasta dos por afiliado, hasta agotar stock) en el quinto piso de la sede gremial.
Anticipando el desembarco, El Litoral conversó con Wali sobre esta propuesta, sobre su crecimiento escénico desde el mundo digital y su conexión con diferentes públicos a partir de su sensibilidad y retroalimentación
Universo familiar
-“La Jenny: ¿Dónde está Juan Carlos?” plantea una crisis doméstica disparatada. ¿Cómo nació la idea de poner en escena esta “rebelión” de Juan Carlos?
-Surgió un poquito de todo lo que viene pasando en las redes; la historia se va formando mucho en la búsqueda que tiene la gente y en lo que me pide lo que me pedía en las redes. Escucho mucho eso: me gusta estar muy en contacto con todos los seguidores. Siempre es “Wali, hacé un video de esto, me gustaría que vaya por acá”; y se va formando la idea de esa rebelión de Juan Carlos, que siempre queda de alguna u otra manera como la víctima en la relación. Se trata un poco de eso, de él tratando de imponerse un poco ante la presencia tan fuerte que tiene la Jenny.
-En la obra aparecen grupos de madres de WhatsApp, terapia de pareja y un montón de cosas ¿Cómo te nutrís para abordar estas dinámicas familiares y sociales desde el humor?
-Es del día a día: soy muy observador, me gusta estar siempre pendiente de todas las cosas que van pasando; miro mucho lo que pasa también en mi familia, con mis hijos, en mi casa, en la escuela. Obviamente lo llevo al humor, a una caricatura exagerada de la vida real que trata de contar un poco cosas que nos pasan a todos; siempre de esta manera muy exagerada. Me voy fijando todo el tiempo, y escuchando mucho lo que quiere la gente. Me voy nutriendo de cosas que me pasan en mi casa, en el cole, lo que cuentan los chicos de las seños.
Lo bueno es que se terminó generando algo tan lindo, que se entiende que es humor y que es una búsqueda de ese lado, hasta en el mismo colegio de los chicos. Hace poquito tenía una reunión de tutores por uno de mis chicos, y las seños me hablan siempre como con un cuidado: “Esto que dije seguro lo ponés en algún video, Wali; seguro que lo dice la Jenny”. Siempre está muy presente y en el colegio lo toman súper bien.
El camino del éxito
-Traés esta propuesta a Santa Fe, con funciones agotadas en prácticamente todo el país. ¿Qué te genera ver que donde vas se llena, incluso por afuera de la maquinaria tradicional de promoción?
-Eso es algo muy lindo que me viene pasando hace mucho tiempo. Estuve también muy metido en esa maquinaria para ver qué pasaba: hicimos muchas temporadas en Mar del Plata, por ejemplo, que es donde se concentra todo el teatro under y comercial. Terminó pasando que estuvimos siempre primeros, y siempre desde este lado mucho más under, más con la conexión con la gente, más desde esa búsqueda.
Así que a mí nunca deja sorprenderme. Este año estamos haciendo el cierre de gira: en este momento estoy en Miami, tengo un show mañana (por el sábado 8). Después vamos para Santa Fe y Paraná, luego hacemos un poquito más de lugares de Argentina y termino el 30 de noviembre: de alguna manera es un cierre, porque es el único año después de mucho tiempo que no voy a hacer temporada en Mar del Plata.
Vengo dándole muy duro al cuerpo y al show, son siete años seguidos; gracias a Dios de mucho éxito y de mucha aceptación de la gente, con todas las funciones agotadas. A veces está bueno parar, para tomar más fuerza y seguir después con más ganas el año que viene.
-Un productor dijo alguna vez de tu show: “Nadie sabe por qué funciona, pero funciona”. ¿Por qué crees que conecta tanto lo que vos hacés, y el personaje de la Jenny específicamente?
-Pasé por todas las etapas en estos últimos siete años: de estar muy feliz, estar muy enojado. Porque uno a veces sin querer quiere terminar “perteneciendo”, o que los productores, o que la mirada de la gente de teatro de muchos años lo acepten de una manera natural. Y eso siempre costó, por el prejuicio “desde dónde viene éste”.
Estamos en un cambio generacional y multimedio muy grande, donde parece que lo que viene de las redes siempre es algo en joda o algo de que tuviste suerte y la pegaste. Eso en algún momento me molestaba, y me generaba más ganas de competir y de demostrar que lo que pasa en el escenario no es simplemente un videíto sacado de las redes y lo llevamos ahí; que la gente va simplemente porque me sigue en Facebook, Instagram y TikTok.
La realidad es que, para mantener siete años seguidos este éxito, gracias a Dios, uno tiene que poner todo en la cancha; y tiene que estar muy preparado arriba del escenario. Porque si no las cosas duran muy poquito tiempo, como le pasó a muchos que pueden pegarla mucho en las redes y eso atrae gente, tracciona; pero eso puede durar dos meses, hasta que la gente dice: “Bueno, listo: lo vi al personaje, ya me saqué las ganas”; y después pasa al olvido, lamentablemente.
Creo que en todo este tiempo demostré que está bueno lo que hacemos, que hay mucha preparación y un equipo muy grande. Entonces esas cosas se dieron vuelta, y pienso que de ahí viene también esta atracción tan grande con la gente, que ya superó las redes: el crecimiento se dio mucho más en el teatro y lo que pasa ahí que en las redes. Pienso que viene por ahí tanta atracción del público, y el boca en boca; es un trabajo también de muchos años que fue demostrando que lo que hacemos está bueno.
Apuesta vital
-¿Cómo fue tomar conciencia a vos de decir: “Che, ya no soy un influencer o alguien que hace videos, sino un artista federal con un determinado éxito, y una convocatoria”, con la responsabilidad que eso conlleva?
-Creo que nunca tomo conciencia: en mi mente está seguir manteniéndome igual como si no pasara nada. Tengo esa cosa en la cabeza de decir, “Esto pasó un poquito por suerte”, y mi grupo más íntimo me dice: “No: hay mucho trabajo”, todo lo contrario. Sé la responsabilidad que hay y soy muy responsable; estoy muy abocado al laburo que hacemos en el teatro. Pero trato de no “caer” del todo, porque está bueno no subirse a esa. Es como una rueda: podés estar arriba y al otro día podés estar abajo; y tenés que aprender a aceptar que las cosas son así. Me gusta estar súper tranqui con ese tema y que las cosas fluyan, siempre trabajando mucho.
-De todos modos, en algún momento dijiste: “Me quiero dedicar a esto en serio”.
-Totalmente: pienso que desde que tomé conciencia en mi vida, desde muy chiquitito. Si bien mi historia familiar viene de mi viejo fisicoculturista, con una cadena de gimnasios; yo metiéndome casi sin otra opción a ese mundo, que me encanta: ahora empecé de vuelta a entrenar un poquito. Toda mi vida me dediqué a eso, estudié, viajé y tenía mi gimnasio; pero paralelamente el arte estuvo siempre presente y siempre me gustó.
Siempre fui de chiquito de disfrazarme, querer llamar la atención; siempre atrás de un personaje: soy muy tímido en la vida real, hay un contraste muy grande. Siempre arriba de un escenario, tocando muchos años en bandas de punk rock y girando con eso. Así que sabía que de alguna u otra manera iba a terminar en esto: sólo que se entiende que es muy difícil vivir del arte; y yo con una familia tan grande, tener que salir adelante con eso era casi un sueño imposible.
Gracias a Dios se dio, y estos personajes hicieron un cambio completo en mi vida, donde dije: “Bueno, dejo todo lo que hice hasta ahora (tenía 30 y pico de años, una vida armada, una carrera formada, un negocio) y me dedico a lo que yo quiero: es mi sueño, sé que le voy a poner todas las ganas, todo el entusiasmo y toda mi vida para que las cosas salgan bien”. Salgan bien o mal, en ese momento me importaba simplemente decir: “Estoy luchando por lo que quiero”.
Para todos
-Te definieron como el primer humorista de teatro masivo surgido realmente de las redes, pero te siguen chicos, adultos, adultos mayores. No todas las formas del humor pueden llegar a tantas generaciones. ¿Por qué pensás que es tan transversal?
-Eso fue mutando mucho. Cuando arranco a hacer personajes en las redes (que fueron muchos, no solo la Jenny; la Jenny fue la que más pegó) me pasaba que era enfocado y dirigido totalmente a un público adulto. Los temas que se hablaban, las cosas que contaba eran problemas de pareja, donde siempre se tocaban temas muy específicos, el sexo, pero siempre con palabras mías, inventadas; que se entienda, pero que un niño no lo pueda llegar a descifrar.
A medida que fue pasando el tiempo y el teatro se fue haciendo más fuerte, cada vez había más chicos. Eso me hizo cambiar completamente el rumbo: hoy se siguen tocando temas de adultos, obviamente, pero es ya mucho más family friendly, puede ir toda la familia; y los temas que se tocan siempre son con palabras mías inventadas, que por ahí un chico no se da ni cuenta.
Van nenitos muy chiquitos, te diría de tres años, que están enloquecidos por ver a Jenny, porque la toman como Barney, por los colores y todo lo que pasa. Y gente muy mayor, que encuentra también esas historias que cuenta la Jenny, que pienso que es lo que hizo fuerte al personaje: esos monólogos un poquito más largos, contando historias de antes, cosas que pasan en la casa que a la gente mayor le encanta y se siente súper reflejada en eso; las historias con el marido, con los hijos.
Y también con esa mujer de 30 y pico que está con problemas con el marido, viviendo esas cosas. Me cuentan sus historias y me dicen: “Vos sabés que yo era así con mi marido”, o el marido me dice: “Yo era así con mi mujer, y hoy nos podemos reír de eso, nos sentimos identificados y podemos solucionar hasta más rápido los problemas”. Vienes desde ahí, pasa por todas las edades y todos encuentran algo lindo y divertido en esos personajes tan característicos.
-Hablabas de caricaturizar un montón de situaciones, ¿Cómo se hace para que la caricatura no sea hiriente para alguien, o cual es el límite hasta donde uno puede reírse?
-Al comienzo tenía ese miedo; aparte hace tres, cuatro años estaba muy fuerte el tema de la cancelación y estábamos todos muy sensibles por todo, que ya el humor era muy difícil de hacer desde cualquier punto de vista. Pero lo que creo que hice bien fue mostrarme a mí, mi vida personal con mi mujer, con mis hijos, con mi familia; y se entendió perfectamente que esto es una ficción, un personaje que no tiene nada que ver conmigo ni con la realidad.
Fui escuchando mucho también; sé que tuve errores y los pude ir cambiando, de cosas que le podían no gustar a la gente, y uno va aprendiendo y escuchando con humildad: siempre tratando de mejorar. Pero si tengo que poner algo arriba de todo es que pude mostrar que no tengo nada que ver, que es un personaje. La gente me conoce a mí y conoce los personajes, entonces puede diferenciar bien eso.
En las redes se juzga mucho al personaje: Ricardo Darín o Guillermo Francella pueden estar haciendo en una película de asesino, en otra de cura y en otra de violador, y vos no vas a pensar nunca que el actor es eso; estás pensando que está interpretando un personaje. Eso es mucho más difícil en las redes.
Renovarse
-Dijiste que a diferencia de otros veranos vas a a parar un poco. ¿Qué se viene para vos a partir del año que viene?
-El año que viene arrancamos con todo con otro show. Este es reformado, lo hicimos solamente un año; pero la idea siempre cuando se hace un show es hacerlo dos, hay gente que lo hace un poquito más. Quiero cambiar completamente: ir por otro lado, meter un poco más de personajes.
Siempre es bueno parar un poco para despejar un poco la mente y armar nuevas cosas más lindas. Ni hablar que hace también el descanso físico: son años muy pesados: por ahí la gente no sabe, pero vivimos de gira y gracias a Dios tengo muchas funciones. Entonces a veces son siete, diez días seguidos de doble función, y terminás haciendo 40, 50 funciones en un mes: se hace pesadito.
Así que la idea es principalmente despejar la mente y meter un poco más de personajes: no me quiero quedar solamente en estos personajes teniendo tantos para mostrar; y agrandar mucho más el universo.