Jóvenes Pordioseros: la vida en el escenario y más allá
La banda liderada por Cristian “Toti” Iglesias vuelve a Santa Fe para mostrar nuevas canciones (incluyendo “Argentina”, uno de los emblemas sonoros mundialistas), con Bares y Los Rogers como bandas invitadas. En la previa, El Litoral conversó con el fundador para adentrarse en su presente artístico y personal.
Toti al frente de la formación actual, que completan Leonardo Raffa en bajo y coros, Lucas Fiorentino en batería, Germán Drago en guitarra y coros y Gustavo Zorry en teclados. Foto: Gentileza producción
Jóvenes Pordioseros, la banda liderada por Cristian “Toti” Iglesias, vuelve a Santa Fe con un show muy esperado en el que presentarán sus nuevas canciones lanzadas en la segunda parte de este año, y que formarán parte de su nuevo disco a editarse en 2023. Será este domingo a partir de las 20 en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572), con Bares y Los Rogers como bandas invitadas. Las entradas pueden adquirirse a través de la boletería del local o a través de Ticketway.com.ar y sus puntos de venta (online y físicos).
Antes de la visita, El Litoral conversó con Toti (referente de una formación que hoy completan Germán Drago en guitarra y coros, Leonardo Raffa en bajo y coros, Lucas Fiorentino en batería y Gustavo Zorry en teclados) sobre las nuevas canciones, la actividad del grupo y su buen momento personal.
De regreso
-Vuelven a Santa Fe, la segunda vez que vienen después de que hubo parar todo. En un año en el que no han dejado de girar. ¿Cómo estás viviendo este momento, en el que también han sacado música nueva?
-Creo que somos una de las bandas que más viajó en los últimos años, incluso ante la pandemia. Me acuerdo de la época viste de oro, de 2005, que te ibas a una provincia y había tres bandas tocando, nos cruzábamos en la ruta: Intoxicados La Mancha, nosotros; al otro día te cruzabas Guasones, Kapanga. Después vino la pandemia, entonces todo eso empezó a mermar.
Nos consideramos federales: siempre intentamos viajar. Venimos muy abajo, entonces no se nos caen los anillos por cuando hay que sacrificar algo: “Che, el hotel no va a ser cinco estrellas”, como quieren todas las bandas; y así no salen a tocar nunca. Todos quieren: “Poneme el sushi acá”. Yo me preocupo porque obviamente haya lugares normales para dormir, para que coman todos, que no traten bien; y vamos y tocamos. No podés matar a los productores. “Poneme un micro de gira”, y para ir a Tucumán me dijo un amigo que salió como 700 lucas.
Estamos muy felices de ir. Todo tiene un contexto para mí: hago las notas y no hablo de música casi; hablo un poco de las canciones, pero siempre termino hablando de la vida.
En gestación
-El año pasado decías que el disco nuevo se tenía que llamar “Argentina”. Por lo menos ya salió el single de “Argentina” y lo están eligiendo como tema del Mundial. Está buenísima esa repercusión extra que te da sacar un tema, engancharlo con el Mundial y que la gente lo tome por ese lado también.
-El tema lo tenía antes de la pandemia: ya lo venía tarareando, y en realidad decía: “Yo te amo rock and roll, yo te quiero rock and roll”. Pensé: "Siempre hablo de rock and roll, ya lo dije en varias canciones. Le voy a poner ‘Argentina’, si yo amo a la Argentina”.
Después vino todo eso que ya se acercaba (en realidad faltaban dos años). Lo lindo de esto es que hay muchas bandas que cuando llega el Mundial o Navidad te hacen unas canciones como para Navidad, para vender: se nota que no hay corazón ahí. Yo ya lo tenía.
Jorge Rossi (Intoxicados, Los Gardelitos, Manto) estuvo en la producción: se iba a girar el viernes y sábado con Los Gardelitos y después venía y grabábamos otros temas. Si hubiera un disco físico se llamaría “Argentina”; pero ahora sacamos un tema cada dos, tres meses: es raro.
-Antes había sacado “Ultra free” y “Llévate mis penas”. Una es muy divertida, tiene todo el doble sentido en la letra; y la otra es muy autobiográfica. Son como tus dos caras: la de los pibes eternos que se divierten y el adulto que se rescata, está tu hija.
-A mí me gusta mezclar eso en las letras: “Yo no molesto a nadie con mi harina”, tirar todas esas que pasen por ahí arriba. Al principio éramos muy explícitos, hasta que se acercaron los nenitos de ocho años a los recitales antes de las 9: fue la Mega la que hizo que los nenitos escucharan rock, y que después haya un festival a las seis de la tarde. No podíamos cantarles lo que cantábamos en Cemento.
Con los chicos ya hicimos todas las de “noche de gira”, y ahora lo usamos desde otro lado eso: está bueno reírnos de eso.
-Esos códigos como “te rompo el protocolo”.
-“Nena no tengo el Covid, te puedes acercar, te rompo el protocolo esta noche sin parar”. Me causa gracia, lo tenía hace un tiempo largo.
La mitad de “Llévate mis penas” la escribí cuando tenía 16 años. Con varios temas hice así, como “Adicto” o “Desvelado”, que dice: “Vengo desde muy lejos / ni siquiera la muerte nos va a separar”. Cuando era chico decía: “Vengo desde muy lejos / a beber a este bar”, re boludo (risas). Pasan los años y agarré las melodías: la fui aggiornando, y viendo a ver como me quedaban mejor.
Me gusta hablarle normal a la gente. Los Jóvenes Pordioseros tienen que sacar temas y tiene que tener un par de letras como cuando empezamos que éramos directos; y si bien después te cuidás un poco más la boca me gusta decir cosas así como habla uno. Jóvenes siempre cantó así: no solamente cuando hago alusión a las drogas, sino lo de las minas. Y es muy tanguero, porque está siempre llorando: hablo en tercera (persona) porque el pobre tipo que canta esas canciones de amor es un tanguero, es Julio Sosa: siempre sentado solo, en una habitación, en un bar: lo abandonaron todos.
Yo le digo a los chicos: hice tantas canciones que no siento como si las hubiera hecho yo. Tengo personalidad disociada encima (me salvé de la colimba por eso): lo que digo hoy me lo olvido en una hora, y toda está conversación la puedo contar recién en la semana que viene a alguien. Hablo en tercera y digo: “qué loco, cómo sufre este pibe” (risas), no siento que sea yo.
-Te corrés de que eras vos por un rato.
-Claro, “¿Cómo escribí esto?”. Me acuerdo de cuando escribí las canciones y digo: “La hice en tres minutos”. O a qué mujer se la hice, porque son todas historias reales. Después en alguna, en 105 canciones que hice, hay cosas que no hago. Una de mis primeras canciones decía: “Yo tengo un carro nuevo Chevrolet”, y no sabía manejar, ni para viajar en bondi tenía.
Las de amor son historias reales: “Nunca me enseñaste” dice: “No me puedo dormir / desde que no estas acá”; se la hice a una piba en siete, ocho minutos cuando me dejó, puede ser en 2003: ya tocábamos en Cemento. Me decían los pibes: “Qué buena que está la letra”; el sonidista me decía: “Mirá que soy heavy, pero está buenísima”. Y sentía que no era yo. Como 15 años después fui a tomar algo con la piba, y le pude contar que esa y otras dos canciones más eran para ella, “Todavía no puedo olvidarte” también.
Colaboración
-Recién hablabas de la personalidad disociada, y en el video de “Llévate mis penas”...
-Está buenísimo, al director (Gonza López) no lo conocía de antes. Siempre los dejo trabajar a todos: cuando entran los músicos nuevos les digo "no hagan cosas de banda chica, aunque seamos chicos". Eso de: “Es el cumpleaños de mi novia, no puedo ir a tocar tal día”. O eso de: “¿A qué hora se toca? Porque hace frío”. “Ya estás acá, flaco, ¿qué tenés que hacer en tu casa a esta hora? Invitame un trago y esperamos”. Así me crié, siempre la banda fue prioritaria, también en Navidad y Año Nuevo.
Salir a rockear era importantísimo: tenía 16 años y ya quería tener una banda, imaginate cómo amo el rock and roll. Mi abuelo falleció y le dije a mi mamá: “Después lo voy a ir a visitar, porque ya está muerto; no me voy a volver de Tucumán: acá le canto unas canciones”.
-Termina el video, el adversario se saca la máscara y sos vos mismo. El adversario a veces es uno mismo, ¿no?
-Sí. Ahí Gonza hizo eso; me dijo que con más tiempo hubiera hecho muchas más cosas, pero así estuvo buenísimo. Es como cuando vas al estudio y todos quieren meter. A Gonza lo dejo ser, a los que vinieron antes, como Gabriel Grieco, que hice como nueve videos con él, a Octavio Lovisolo. Aprendí que no se puede ser el cura y estar en la procesión, o patear el corner y cabecear. Vi muchísimos músicos así. No digo que no podés ser cantante, director y un pajarito que vuela; pero no todo en el mismo tiempo.
-Alguna vas a hacer mal.
-Todo va a ser a medias. Si no un día tenés que poner a alguien que más o menos controle la otra parte tuya, y después te fijás al otro día.
Yo los dejo ser; y el gusto que tiene este muchacho que hizo el video me encanta. Lo de la máscara se le ocurrió a él, y mirá que yo soy de máscaras. Usaba la máscara con el pico del “Doctor peste” (después vino la pandemia), que en realidad era de la época de la peste negra o la fiebre amarilla: los doctores se la ponían para que no les afecte. Después tengo una así pero en forma de hueso de un video de Las Pelotas, me la regalaron.
-¿Se vienen más canciones en el futuro cercano?
-Sí. Cuando tenía que hacer un disco, me encerraba dos días y hacía 40 temas: los hago, gracias a Dios; no digo que todo sea bueno: quiere decir que me siento y luego puedo lograr melodías, cosas. Ahora sí más tranquilo porque, yo sé los próximos dos ya se de qué se trata lo que quiero grabar. Ahora viene uno más: una balada muy a lo “Eterno”, el tema que canté en 2014 con Facu Soto (Guasones): en tonos menores: “Cómo se va, se va la vida / mi corazón nunca te olvida”. Voy a hacer algo así, pero (esto lo digo acá, porque todavía no lo invité) con Javier Calamaro. Y le voy a decir que componga una parte de la canción, así firmamos juntos.
Así fue con Soto: yo tenía la canción y le digo: “Ponele una letra tuya”. “Pero vos ya tenés la letra”. “No, ponele una letra y es de los dos, porque vas a cantar con tus propias palabras y lo vas a sentir, no vas a cantar algo que yo puse”. Y lo que escribió está buenísimo; entonces quiero que Javier haga eso.
Nuevo despertar
-Tenés dos temas en vista. ¿Qué más se viene para el año que viene?
-Después de pandemia el objetivo es: “Donde se pueda tocar, vamos, enchufamos y tocamos”. Tengo un amigo músico Fer Pita de los Heroicos (Sobrevivientes), que se fija en esas cosas; el otro día me dice: “Este año fueron la banda que más tocaron”. Él es muy rockero y se da cuenta cuando alguien está girando. Y sí, no paramos: todos los fines de semana si no enchufa la banda, enchufo yo, con unos amigos que se llaman Paladar Fané, o con los que era mis asistentes cuando separé Jóvenes y formé Hijos del Oeste: tenían 16 años en esa época, ahora tienen 30 y dos hijos cada uno.
A Paladar Fané la próxima vez los quiero llevar para allá, es uno de los lugares a los que los quiero llevar; ahora porque estaba todo organizado, pero son mis amigos. Así que voy a ver si los llevo de gira también, porque nunca está de más ir con amigos. Mirá qué amigos que son: la otra vez había 50.000 personas en un festival en San Luis, o 60.000; tocaba Guasones, La Cargosa, nosotros; estaba Rusher King. Al bajista de esta banda le dije: “Vamos a disfrutar, vos vas a tocar. Colgate la acústica”, y tocó todo el recital.
Yo disfruto: somos una banda de amigos, somos compañeros. A Tribus nos encanta ir: vi los carteles que pusieron en la calle y estoy muy agradecido de eso, porque ya no se hace. Es un esfuerzo, y un mimo para la banda; sé que esas cosas son caras, esos carteles que miden como seis metros. No lo veo desde hace años eso: por ahí llegué a ver algunos que son la mitad de eso.
Dije: “Ojalá salga todo bien”. Primero porque soy agradecido; después que me encantó el mimo, así que está bueno que sepa la gente el esfuerzo que hacen. Ya no se ponen esos carteles porque los productores muchas veces se tiran para atrás, “no, mejor me ahorro la plata, por las dudas”. Cuando me lo mostraron me hizo muy bien al alma, y me sentí querido.
Allá siempre que vamos hacemos esos recitales de rock and roll que explotan. No hacemos lista de temas, se arma en el momento. “¿Con qué arrancamos?”, y vamos a disfrutar. La banda no sale en estrella: me gusta sentirme como si estuviéramos ensayando. Yo me rompí el orto, volanteé por todos lados, desde los 15 años que la banda; me peleé con un millón de personas que no creía en mí, músicos ni nadie, ¿y no me voy a tomar una cerveza? Yo quería eso de mi vida: tomar una cerveza en el escenario y decirle a la gente: “¿Qué quieren escuchar?”.
Estoy en un momento muy lindo, por mi hijita Ámbar, que tiene tres años. Me despertó: estaba medio... no digo cansado del rock; antes de ella, yo tocaba muy feliz, le decía a un montón de amigos: “El único momento donde yo estoy feliz es cuando subo al escenario. Estoy dos horas, una hora, soy muy feliz”. Necesitaba vivir por algo más; me había aburrido de la vida. Iba a ensayar cuatro horas y después hacía cuatro bares, dos boliches, un after, y al otro día las siete de la tarde todavía estaba en la casa de un chabón que no sabía quién era, con otra gente: me pasó varias veces. De repente cuando tenía un poco de luz, veía un tipo sentado al lado, con anteojos negros, y decía: “¿Quién es?”. Mira.
Antes de pandemia ya había estado dos o tres años encerrado; y me portaba mal adentro de mi casa, porque estaba triste, me mataba. Ella me dio vida: tengo un porqué ahora. Obvio que tener los nenes cuesta, pero está buenísimo.
-Te esperamos en el show entonces.
-Vamos a estar con Los Rogers y Bares; seguramente los vamos a invitara a cantar un tema, porque siempre apoyo toda la movida.
-Alguien lo tiene que hacer.
-Claro. Me hubiera gustado que hicieran eso cuando empecé: “Subí”. Para mí es importante ayudar. Hacemos tanto ciudades como pueblos; y sabés qué importante es ir a un pueblo y decir: “Los que tienen una banda que suban a cantar conmigo”. Esas manos están buenas: “Hoy por ti y mañana por mí”.