La cantante argentina de jazz y música brasileña, radicada en Los Ángeles desde hace 20 años, vuelve al país en dos conciertos, que compartirá con el santafesino Francisco Lo Vuolo, mientras prepara para diciembre el estreno local de su álbum debut, “Bridge to Infinity. Tribute to Zane Musa”. De todo esto conversó El Litoral con la artista, como así también de sus aprendizajes en la Meca del jazz.
Corradini fue abriéndose camino y capacitándose, hasta formar su quinteto y encarar su primer álbum. Foto: Gentileza de la artista
La cantante de jazz argentina Karina Corradini, radicada en Los Ángeles desde hace 20 años, regresa al país para presentarse en dos fechas porteñas: el sábado 24 de septiembre en El Fino Jazz Club (Paraná 673, 1º Piso), con un repertorio de boleros, blues y bossa, y el viernes 30 en Swing City Buenos Aires (Scalabrini Ortiz 103), con un programa dedicado al cancionero clásico del jazz. En ambos conciertos, estará acompañada por destacados músicos nacionales, incluyendo el pianista santafesino Francisco Lo Vuolo.
Estas presentaciones serán el anticipo de la presentación oficial (prevista para diciembre) de su disco debut “Bridge to Infinity. Tribute to Zane Musa”, lanzado en 2019 con producción y arreglos del celebrado contrabajista Christian McBride.
Aprovechando esta vuelta, El Litoral conversó con la artista para adentrarse en su aprendizaje angelino, la creación del álbum y su actualidad artística.
Reencuentro
-¿Cómo se siente volver a tocar para el público argentino después de varios años?
-Me siento muy entusiasmada: no veo la hora de que llegue la fecha para cantar, las dos que tengo, y poder compartir con los músicos argentinos que tanto admiro, con los que voy a trabajar, intercambiar música y alegría en el escenario.
-Vas a compartir escenario con un referente del jazz de Santa Fe como Francisco Lo Vuolo, junto con otros destacados músicos. ¿Cómo se armó el staff, y cómo se eligió el repertorio que promete “boleros, blues y bossa”?
-Un tesoro nacional, Francisco. Yo ya había trabajado con Leonel Cejas, un gran contrabajista al que admiro mucho, y un ser humano divino; y otras veces con un amigo mío, Oscar Giunta, a quien conozco desde que somos muy jóvenes. Yo ya trabajé con él y con su trío, que es explosivo. Pero Oscar estaba ocupado, entonces le pedí a Leo Cejas que me recomendara: ya era amiga de todos a través de redes, porque al estar en Los Ángeles es la manera que me actualizo con los músicos argentinos: todos ponen videos, entonces puedo escucharlos, disfrutar de su talento. Ya los tenía a todos agregados, pero en realidad no los conocía. Ya admiraba mucho a Francisco, a Leonel de Francisco, que es el trompetista; Sebastián Groshaus en batería. Y agregamos un percusionista, Jorge Vardé.
Con respecto al repertorio, si bien el jazz es la música en la que yo siento que mejor me expreso, a mí me gustan todos los estilos de música; y especialmente lo que en Estados Unidos llaman jazz latino: que son los boleros y la música brasilera. Soy una enamorada de esa música por siempre; entonces en mi disco quise que me representara el repertorio.
Si bien en este show no voy a presentar mi disco, sino que voy a hacer una presentación del material que estuve presentando en los Estados Unidos todo este año, también es una mezcla de un poco de todo: principalmente siempre standards de jazz, que es la espina dorsal de mi música; también estoy muy enamorada de la música brasilera desde que soy muy chica: me gusta cantar bossa nova, temas de (Tom) Jobim, de Elis Regina, que es mi ídola número uno; y algún bolero para mi corazón romántico.
El 24 el repertorio va a ser de esta manera, y por eso vamos a tener un percusionista. En Swing City, el viernes 30, como es un club de swing me inspiró a volver a un repertorio que he cantado toda la vida: el gran libro de standards americanos de swing y baladas. Así que va a ser todo bien jazzero, 100 %; sí que en vez de tener percusión vamos a tener al gran guitarrista Ramiro Penovi.
-En el disco hay un balance entre el American Songbook y la MPB (música popular brasileña), como Dorival Caymmi.
-La música brasilera me gusta tanto como el jazz. Para mí Elis Regina es lo mismo que Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan: la considero como lo máximo de la historia de la canción.
La portada del disco, con el nombre de los notables músicos que grabaron junto a Karina. Foto: Gentileza de la artista
El álbum
-¿Cómo fue el proceso de gestación de tu primer disco solista, después de haber colaborado con muchos artistas?
-Un disco para una cantante es el sueño máximo. En Argentina (donde viví hasta los 29 años) no puedo solventarme un disco, se me se me dificultaba, y tenía toda mi energía puesta en tocar en vivo, porque trabajé muchísimo acá. Llegué a Estados Unidos con un demo muy bueno, que hice acá antes de irme; y con eso empecé a buscar lugares para tocar. Conocí a un músico allá que hacía rhythm and blues, y hasta que me animé a tener mi propio quinteto, me llevó un tiempo.
Hice otro demo allá, muy lindo, volví aquí e hice una grabación: eso iba a ser casi un disco, y no lo fue porque yo no estaba 100 % contenta de cómo estaba el sonido. Entonces dije “no, esto va a continuar siendo mi demo”. Es una hermosa grabación, pero yo quería algo un poco mejor, más impecable.
Pasaron los años y no es fácil para una cantante argentina que llega, y tuve que juntar mi dinero: esto es un es una producción independiente, no tengo una etiqueta discográfica. Ya había forjado una amistad con Cristian McBride hacía bastante tiempo, un día estábamos sentados almorzando y le cuento de que tengo el proyecto de hacer mi disco, y que estaba muy contenta; solamente como quien le cuenta un proyecto a un amigo. Y Cristian saltó y me dijo: “Quiero ser parte, por favor”. Cuando tenés un amigo así, una persona tan importante, que alguien que vos honestamente querés muchísimo, no querés tomar ningún tipo de ventaja. Me emocioné mucho y le dije “no te estaba preguntando, simplemente te estoy contando”; y él: “No, por favor, quiero ser parte de ese disco, por favor, esperame”.
Me recontra emocioné: Cristian ya era el director del Walt Disney Concert Hall, en ese momento del Departamento de Jazz; ya era una gran figura en ese 2011. Tuve que esperarlo un año hasta que él abriera su agenda, porque todos los años gira por el mundo.
Mientras lo esperaba grabé seis temas, en los cuales puse al pianista y al saxofonista del grupo de Los Ángeles con los que tocaba en vivo: Mahesh Balasooriya y Zane Musa. Ellos estaban tocando en el grupo de Arturo Sandoval, y yo tenía que combinar mis fechas. Le pregunté a Christian (porque el bajo y la batería tienen que llevarse perfecto) a quién quería que llame para tocar la batería. “Llamá a mi amigo Marvin ‘Smitty’ Smith”, que era un peso pesado: toda tímida lo llamé por teléfono, y cuando le dije que iba a ser con Christian la grabación, y que me mandaba él, aceptó inmediatamente. Fue un gusto porque es una persona maravillosa, y de talento ni hablemos. Lo llamé para ya grabar esos seis temas antes de que llegara Christian: lo hicimos con René Camacho, que es un gran contrabajista de Los Ángeles, especialmente en el área de latin jazz. Esos temas están arreglados por Eric Bulling, que fue el arreglador de Ella Fitzgerald en el disco “Ella Abraça Jobim”: es un chileno que vive en Los Ángeles.
Cuando llegó Christian en el 2012, empezamos la grabación: me hizo llamar a Munyungo Jackson, uno de sus mejores amigos, que fue percusionista de Miles Davis, ahora trabaja con Stevie Wonder, y es un ser humano entrañable; también surgió una amistad y cuando escuchó el disco me dijo: “Karina, dame todo que me lo llevo a mi casa y le pongo percusión a todos los temas”.
Maheesh me mandó al estudio de Nolan Shaheed; una leyenda de la música que toca trompeta en el disco también y el dueño del estudio donde lo hicimos: No Studio, en Pasadena. Nolan tocó con Duke Ellington, Count Basie, Sarah Vaughan, y fue el director musical de la leyenda del soul Marvin Gaye. Así que imaginate las historias deliciosas que escuchamos en el estudio.
Esos dos días de grabación con Christian fueron una verdadera fiesta: una alegría inmensa de mis músicos de conocerlo y de poder intercambiar con semejantes otros músicos, y de Christian con sus amigos. Ellos me ayudaron mucho, porque tienen un cachet altísimo, sabían que era una producción independiente y me apoyaron.
Despedida
-Se acomodaron al presupuesto.
-Claro, una gran humanidad. También se muestra en el disco, en el talento.
En el medio sufrí una enfermedad autoinmune que me llevó años poder superar, y no quería grabar con la voz a media química. Entonces esperé a poder sanarme, completamente y a terminar de juntar los medios económicos, porque quise terminarlo con broche de oro. Contraté al ingeniero sonido Don Murray (ganador de un Grammy para Arturo Sandoval, ha hecho otros discos increíbles) para que haga la mezcla de sonido; y me llevó a los estudios Sony en Culver City, en Los Ángeles Hicimos la masterización con Eric Boulanger, que justo un día antes se acababa de ganar un Grammy por el disco de Luis Miguel “Viva México”.
Estos gigantes me pasearon por todos los estudios Sony, que son una ciudad. Está el estudio Barbra Streisand, el más grande que hay para grabar orquesta en los Estados Unidos. Así que estaba en una nube.
-Zane murió antes de que salga el disco, decidiste que el título sea un tributo a él.
-Exacto. La pérdida de Zane Musa para mí fue devastadora, porque no solo era mi saxofonista, sino que era mi amigo, y en ese proyecto estaba muy involucrado. Él, que también era un gran cantante, me producía los vocals. Estábamos esperando para hacer la mezcla juntos, porque necesitás oídos expertos para poder mezclar. Al final terminé haciéndola con el ingeniero solamente, pero quería una espalda con un oído como el de Zane, para confirmar lo que estaba escuchando.
Quince días de que tuviera este “accidente”, no lo quiero llamar suicidio porque sé que no fue así; hablamos por teléfono como una hora y media, sobre muchas cosas de la vida; y él estaba muy bien y muy contento, con muchos proyectos.
Se fue en un crucero con Arturo, había bebido mucho y cuando bajó se cayó de una estructura de un estacionamiento del puerto, y lo perdimos. Y así fue como le dediqué el disco: antes iba a llamar “Right here, right now” (“Aquí mismo, ahora mismo”) que era lo que yo sentía. Lo llamé “Un puente al infinito”, porque creo que la música que hicimos con Zane, el disco, era un puente donde me podía comunicar desde aquí al infinito donde él estaba. Porque así son la música y el amor: cruzan el mismo puente hacia el infinito.
Crecimiento
-¿Cuánto de tu forma de cantar actual llevaste de acá y cuánto adquiriste con la formación que recibiste allá?
-No sé, nunca pensé eso, pero siendo honesta, creo que de un 30 que tenía podría decir que ahora tengo un 70 % más, de todo lo que me formé en los Estados Unidos. Imaginate que es la Meca del jazz, así que era intimidante para mí poder empezar con mi quinteto: tomé fuerzas como al año y medio, dos años que había llegado; porque antes había estado cantando con este grupo de rhythm and blues.
Inmediatamente fui a tomar clases. Aquí estudié con un gran profesor de canto, creo que fue el mejor de la Argentina en cuanto al canto popular; y también cosas líricas, porque era cantante del Colón: se llamaba Norberto Mazza. Él tuvo la escuela con Valeria Lynch, le enseñó a la “Tana” (Susana) Rinaldi, a Patricia Sosa: un formador de voces increíbles.
Pero cuando llegué a Estados Unidos en el barrio negro fue donde más me formé, con los profesores Jimmy Clark y Howlett “Smitty” Smith, los dos profesores que daban interpretación de jazz todos los martes: primero fue Jimmy, y cuando falleció tomó la posta Smitty. Ellos fueron los que me enseñaron a interpretar el jazz: la sucesión rítmica, las frases, la profundidad con que se interpreta; dónde hay que respirar y donde no, muchas cosas técnicas de la interpretación; y el swing, que es lo más importante de esta música.
También estudié técnica con Seth Riggs, el padre del Speech Level Singing, que fue profesor de Michael Jackson, Barbra Streisand, muchos gigantes: hasta Stevie Wonder estudió con él. Yo tomé tres o cuatro masterclasses con Seth y en lo diario estudié como tres cuatro o años con una de sus manos derechas esta técnica.
Tomé masterclasses con Rhiannon, que es una leyenda de la enseñanza del jazz vocal, porque tiene un estilo súper libre para enseñar; trabajó con Bobby McFerrin, entonces te libera de todos los miedos. Tomé masterclasses con Sheila Jordan, con Jay Clayton, con Kevin Mahogany. Y durante la pandemia me dediqué completamente a estudiar: eso fue mi salvaguarda, mi isla. Fui a clases de piano, de audioperceptiva, de rítmica; tomé muchas clases privadas con Luciana Souza, la brasilera talentosísima, que es tan talentosa para cantar como para enseñar.
Así que formé muchísimo en los Estados Unidos. Las escuelas son intensísimas: cuando estás en el Departamento de Música no tenés vida, comés y bebés música; mientras estás almorzando estás estudiando (risas)
Porvenir
-El álbum el que hablábamos salió en 2019, quedó atravesada su presentación por la pandemia.
-Fue trunco, como decía mi padrino, Adolfo Ávalos: “Chacarera trunca”. Cuando salió el disco ya empezaba a tener festivales; ya me habían contratado para un gran festival en Los Ángeles: de la radio de jazz con 24 horas siete días a la semana de Los Ángeles, la KJazz (KKJZ). Y se tuvo que suspender porque comenzó la pandemia y se cayó todo. Logré hacer dos presentaciones en Los Ángeles, pero después ya está, fue todo.
Y ahora la revancha de traerlo a Argentina el disco; si bien no en estas presentaciones, que son como un precalentamiento para mí: con el grupo argentino voy a presentar lo que estuve trabajando allá últimamente. Pero ya está organizado: para el 15 de diciembre vuelvo al país a presentar el disco con una banda completa en Bebop Jazz Club.
-¿Ya estás pensando en tu próximo material?
-Definitivamente: ahora ya no voy a esperar tanto (risas). De hecho, empecé a trabajar con Josh Nelson, en Los Ángeles, que ya me hizo un par de arreglos maravillosos. Josh fue el pianista de Natalie Cole, y es uno de los grandes pianistas requeridos en la ciudad.
Algunos de los temas que voy a cantar ahora los que voy a incluir en el segundo disco. Así que estoy muy entusiasmada también de volver y trabajar allá; vamos a ver si puedo volver a hacer algo con Christian, Dios mediante: ahora ya me cebé (risas).
Pero es muy difícil, ahora tiene el triple de lo que tenía cuando grabamos este disco. Tiene dos programas de radio en la WBGO (la radio número uno de jazz de los Estados Unidos) y es el director CEO del Newport Jazz Festival. Es una locura, todos le preguntamos cómo hace, es Superman, para poder hacer tantas cosas al mismo tiempo. Encima ganó ocho Grammy desde que empezamos hasta ahora (risas).
-Ahora para convencerlo es más difícil.
-Estoy segura que siempre está abierto a apoyarme, es una cosa impresionante, un cariño muy grande, y me da una potencia tremenda que semejante monstruo crea en mí. Pero es una cuestión de realidad. Dicen que la música es el arte de combinar los sonidos, pero...
-En realidad es el arte de combinar los horarios.
-Claro. Y bueno, va a ser difícil, así que vamos a ver.