Keith Richards no es solo uno de los guitarristas más influyentes de todos los tiempos. Es una postal viva del rock: resiliente, irreverente y dueño de un estilo inconfundible tanto dentro como fuera del escenario.

Su figura se confunde con la historia misma de la banda británica y, en particular, con la creación de Exile on Main St., el disco grabado en Francia durante su exilio fiscal que terminó marcando un antes y un después en la historia de la banda.

Keith Richards no es solo uno de los guitarristas más influyentes de todos los tiempos. Es una postal viva del rock: resiliente, irreverente y dueño de un estilo inconfundible tanto dentro como fuera del escenario.
A lo largo de seis décadas de carrera junto a los Rolling Stones, su aporte no solo ha sido musical sino también espiritual, consolidando una imagen de resistencia artística frente a las modas y el paso del tiempo.
Al llegar a los 82 años, Richards sigue activo, de gira y componiendo. Y aunque su vida estuvo signada por excesos, juicios y una salud que muchos predijeron frágil, se mantiene como una figura indestructible, tan vigente como siempre.

A principios de los años ’70, los Rolling Stones vivían una situación crítica: su representante Allen Klein los había dejado en la ruina y el sistema impositivo británico exigía pagar más del 90% de sus ganancias. La única salida fue el exilio.
Richards se instaló en Villa Nellcôte, una mansión alquilada en la Costa Azul francesa. Allí, entre salas oscuras, calor sofocante y un desorden caótico, los Stones montaron un estudio de grabación improvisado. Durante meses, músicos y técnicos entraban y salían en horarios irregulares, mientras el consumo de drogas y alcohol se mezclaba con la creatividad desbordante.
Fue en ese contexto donde nació Exile on Main St., un álbum doble lanzado en mayo de 1972, que captura como ningún otro el espíritu libre y desgarrado del rock.

Exile on Main St. no fue fácil de digerir en su momento. Su sonido sucio, saturado y visceral fue recibido con críticas divididas. Pero con los años, se convirtió en una obra de culto. La fusión de blues, gospel, rock sureño y country, sumado a la estética cruda de la producción, le otorgaron un lugar central en la historia del rock.
Keith Richards fue el verdadero motor creativo del disco. En temas como “Happy”, grabado casi en soledad, se refleja la libertad musical y la falta de estructura que caracterizaron esas sesiones. También destacan “Tumbling Dice”, “Sweet Virginia” y “Rocks Off”, todas impregnadas del espíritu de Richards.
Cinco décadas después, Exile on Main St. sigue siendo considerado uno de los mejores álbumes de los Rolling Stones y una de las cumbres del rock de los años ’70. Y si bien la historia del disco es colectiva, lleva la impronta personal de Richards: desprolijo, apasionado, intuitivo.
Mientras el mundo celebra sus 82 años, Keith Richards encarna una leyenda que sigue tocando, componiendo y sorprendiendo. Su figura no solo desafía el paso del tiempo, sino también la lógica misma del negocio musical. Porque, al final, Richards no es solo el guitarrista de los Stones: es su corazón.