El patriarca del rock nacional se presentará a solas, en piano y guitarra, con composiciones clásicas y también recientes. De todo esto, de su trabajo de recuperación de archivos y cooperación con músicos de todas las extracciones habló con El Litoral, como así también de las casi cuatro décadas del sello Melopea.
Nebbia en un concierto sin público durante la pandemia, en diciembre de 2020, en el Auditorio Nacional del por entonces CCK; hoy Melopea ha reeditado en YouTube este material. Foto: Gentileza Melopea Discos
El legendario Litto Nebbia, pionero del rock en castellano y de su posterior fusión con otros géneros populares, repasará su rica historia en un concierto íntimo, acompañándose en piano y guitarra. Si bien no faltarán los clásicos de siempre, el repertorio será amplio y variado, reflejando las muchas facetas de una labor compositiva que fue desarrollando en las últimas décadas.
La cita es para el próximo viernes 23 desde las 21, en el Teatro Luz y Fuerza (Junín 2957). Las entradas pueden adquirirse por sistema Ticketway.
Anticipando su llegada, El Litoral conversó con el artista para adentrarse en su show, sus otros formatos, y las propuestas artísticas que ha desarrollado en la etapa más reciente de una vastísima carrera.
Uno, cuatro y tres
-El show en Luz y Fuerza se promete, como “una recorrida por tu obra desde Los Gatos hasta hoy”. Primero preguntarte, bueno, ¿cómo se cómo diseña un show con 60 años de música a cuestas, y qué formación te va a acompañar en esa noche?
-Estoy tocando en varias formas: una, que es con la que voy a Santa Fe, es yo solo al piano y guitarra; donde lo que más desarrollo es la pura composición de distintas épocas. A mí no me gusta tocar siempre el mismo show, las mismas canciones; así que lo que hago (con la cantidad de repertorio que tengo, tan largo, tan extenso) es que para cada actuación toco como 15 temas distintos al show anterior o al que viene. Conservo tres o cuatro canciones de esas que conoce todo el mundo, y que muchísima gente quiere oír porque las tienen en su memoria afectiva. Pero después lo que hago es cantar y contar cosas sobre tanta música.
Ocurre que sacás un disco y hay un tema que o tiene la suerte de gustar o es el que más pasan cuando vas a hacer una nota; y el resto de las canciones no las conoce nadie. Si vos no te preocupás en divulgarlas personalmente, tocando en diversos lugares, hay canciones que hay gente que no las va a escuchar nunca.
Me gusta además porque me mantiene “en dedo” con mucha música. La semana pasada toqué en Claipole y toqué veintipico de músicas, pero la semana anterior toqué en La Plata y toqué otras veintipico distintas; este fin de semana voy a tocar en Martínez otras. Entonces me mantiene con un repertorio activo, donde además surgen también anécdotas de “la cocina” de la composición, en qué disco está, cómo lo grabé, quién tocó, quién no.
Estoy tocando muchísimo de esta manera, porque puedo llegar a muchos lugares en el país que con las otras formaciones (un cuarteto y un trío) es más difícil por el tema viaje, presupuesto: los costos son como si estuvieran yendo a tocar a Filipinas.
Tengo un cuarteto, que lo llamo el Nuevo Cuarteto, pero que es con músicos que desde hace tiempo o toco para sus discos o tocan para los míos: los hermanos Corley de la banda Los Reyes del Falsete, Nica y Tomás; un violero-cantor, Ariel Minimal, del grupo Pez; y yo con piano y voz. Con ese cuarteto este año vamos a tocar el 30 de agosto en La Trastienda, después a la otra semana vamos a Rosario, después a Córdoba, tres o cuatro lugares.
Después tengo un trío con dos chicos de General Roca: empecé a tocar en algunas vueltas que andaba de gira por ahí, después me hice amigo de ellos y ya hemos grabado dos discos con esa formación. Por eso irónicamente lo llamamos el Power Trío del Sur, porque los dos son de Roca. Con ese trío en noviembre y diciembre tocaré como en diez lugares, y aprovecho para pasar por Buenos Aires y grabar un tercer disco con ellos, que saldrá el otro año.
En ese trío toco más la guitarra eléctrica: es un poco más este psicodélico, más rockerito, más eléctrico que el cuarteto, donde hay más teclados y más arreglos de contrapunto.
Celebraciones
-El año pasado dentro de los festejos de tus 75 años, salió “Temporada 75”, en dos partes. ¿Cómo nació la idea, por qué se encaró en esas dos partes?
-Grabo mucho, porque me gusta hacerlo, y siempre tengo mucho material nuevo o material que me quedó inédito de otros lugares; o temas que reviso y arreglo de otra manera.
Cuando aparecieron estos dos discos, lo iba a sacar como un disco doble y dije: “No, lo voy a voy a hacer distinto esta vez. Lo voy a sacar por separado, con dos o tres meses de diferencia nomás”. Como para poner un acento en que las dos combinaciones tienen el mismo valor de un solo disco en cuanto a la dinámica de con qué tema empieza, donde hay un melódico, donde hay un instrumental.
Se me ocurrió que a veces grababa un disco doble, y es largo. Y cuando se terminó la duración a la que todo el mundo está acostumbrado, que pueden ser diez temas, tenés que reenganchar de nuevo para que los otros diez temas que faltan, la segunda parte, tenga la misma dinámica que lo primero que hiciste: tiene su complicación. Entonces decidí sacarlo así en dos partes, y funcionan como dos discos distintos.
-¿Cómo fue elegir los temas para cada uno, los invitados y demás?
-Empecé a compaginar, y por una cuestión de puro gusto personal y de intuición decidí: “Empiezo con este, ahora va a venir este porque es más lento; este porque tiene un cambio de ritmo”. Y una vez que llegué a una duración más o menos piola, estándar de un disco (45, 50 minutos), ahí lo corté y empecé con el otro, tratando de conservar los mismos acentos, ese tipo de matices que son típicos en los discos.
Con el Nuevo Cuarteto siempre tengo alguna cosa para marcar como celebración: cuando tenés una carrera tan larga como la mía, todos los años se cumple algo. El año pasado nosotros hicimos los 50 años de un álbum mío muy viejo, muy junado, que es “Muerte en la Catedral”.
Con motivo de eso sacamos un álbum doble, que es el viejo disco original (con su nueva masterización como se estila hoy en día) y un segundo volumen que tenía grabaciones en vivo de esos temas, pero con más improvisaciones y otras formas.
Este año se cumplen los 50 años del disco siguiente que sería “Melopea”, el que tiene el mismo nombre que nuestro sello independiente. Entonces se me ocurrió esta vez que saquemos también el disco doble, pero también en vivo hacer un arreglo para que lo podamos tocar de una manera acústica.
Porque lo grabé medio siglo atrás tenía aquel trío (que tuve tanto tiempo) con Jorge “Negro” González en contrabajo eléctrico y Néstor Astarita en batería; y yo oficiaba de compositor, instrumentista, autor, y todos los temas que los cantaba yo solo: no había demasiados voces ni coros.
Y con el Nuevo Cuarteto me gusta porque hacemos voces, cantan muy bien ellos; y se me ocurrió a una parte del material hacerlo acústico, porque las canciones dan armónicamente para hacerle muchos arreglos vocales, dividir las partes vocales en que yo canto la primera y la segunda la cantan ellos: un ida y vuelta.
Va a estar lindo hacerlo, porque vamos a refrescar toda esa música: vamos a hacer la música y la armonía como es, y la melodía como es; pero no tratando de copiar un sonido que existe en otra época, con otros músicos, con otra química, con otros aparatos y otro audio. Porque eso también es el tema de las cosas que son de otra época.
-El disco captura un momento de la carrera y un sonido; y después la canción también tiene una evolución y una vida propia.
Sí. Cuando hago el festejo del aniversario de algún disco me interesa rescatar la composición, pero no me interesa tocarlo exactamente igual. Me interesa recatar las canciones, y dejo también la posibilidad de que, como siempre estás tocando con otra gente, siempre tenés una chance de una nueva jugada, una nueva química que se da en el escenario.
A veces hay temas que no están con el arreglo exacto de 50 años atrás, pero, sin embargo, dio pie a que tenga otra improvisación, otro clima. Me gusta que suceda eso, lo dejo hacer a lo dejo que se arme.
Grabaciones encontradas
-En esto de rescatar salieron “Los archivos de Nebbia”, que tienen más de 300 grabaciones inéditas en vivo. ¿Cómo fue rescatar, revisar un archivo que es enorme? ¿Hay algo que te haya conmovido al escucharlo: “Mirá cómo lo tocamos en ese momento, mira esta versión”?
-Hay muchas cosas que te llevás de sorpresa. Primero: soy un tipo que siempre improvisa mucho; siempre lo he llevado conmigo eso, pero en los discos no: tengo el tema arreglado, sacado de una manera y lo grabo. Las cosas estas de improvisación, de cambiar la rítmica, de cambiar la armonía; meter un solo con un instrumento y después con otro, son cosas que surgen en vivo, en los momentos que hay mayor felicidad, inspiración; que te sientas bien en los lugares y según con quién toques.
Entonces cuando entrás a escuchar grabaciones de viejas en vivo, encontrás una cantidad de cosas ricas musicales que no están en el en los discos originales. Y eso me gustó mucho poder este rescatarlo.
Comencé a organizar eso, porque la cantidad que tengo de grabaciones inéditas por todo el planeta no te das una idea: tengo de cuando toqué en Rusia, de cuando toqué en Londres, en España, en Alemania, en Francia, México, Uruguay, Bolivia. A veces eso está grabado con un grabador sencillo que uno llevó; otras veces sale directo de la consola.
Algunas veces el sonido parece da un disco y otras veces no, está más embromado; pero se equilibra y se justifica publicarlo, porque cobra la suerte de un documento, una cosa que nunca más la vas a oír de esa manera. También encontré entre esas grabaciones muchas veces músicas inéditas que nunca las grabé en disco: encontré dos o tres canciones que ni siquiera había registrado.
Empecé a trabajar mucho con eso porque me entusiasmó; y porque además el año pasado tuve un accidente: me quebré una pierna y un brazo, y durante un año no pude salir a tocar. Soy muy culo inquieto y quería seguir haciendo cosas, entonces se me ocurrió esto.
Me encontré con la sorpresa de que tenía muchas cosas que sonaban muy bien, muy lindas. Sacamos la primera caja, que se llama “Los archivos de Nebbia” y son 12 volúmenes. A los cinco o seis meses me puse a trabajar en una continuación, y sacamos la segunda (que salió el hace poquito): se llama “Los archivos de Nebbia - Anexo” y son seis volúmenes más. O sea, estamos en 18.
Ahora estoy armando una continuación otra vez; pero la voy a dejar para sacarla el año que viene, para darle tiempo a la gente que lo pueda escuchar todo, porque es demasiado material. Pero suena todo muy bien, es lindo, y además se da una cosa rara: lo voy compaginando como si fueran álbumes nuevos, entonces, aparece dos temas que toqué con un cuarteto en Holanda, y en el tercer tema estoy en Punta Alta yo solo. Me gusta esos saltos, hay gente que sin leerlo en la caja no se da cuenta: porque está bien masterizado todo el material, suena todo bien, está bien la voz, y se da cuenta que es un disco de un autor que compone de esa manera y canta eso de esa manera.
Por supuesto es un material muy puntual, y más que nada para tipos que son muy seguidores de lo que hago, muy fanáticos.
-Rescatabas el tema de la composición. ¿Cómo sentís que ha cambiado tu forma de componer a lo largo del tiempo, y qué te interesa hoy, a los 76 años, al momento de escribir una canción?
-Lo que ha cambiado es la lógica cronológica de la vida. A lo mejor escribo sobre un montón de cosas que me interesan desde mi adolescencia, pero ya el punto de vista que tengo es otro: no es que cambie lo que pensaba, sino que la manera de hilvanarlo, de narrarlo.
Lo mismo con las cuestiones musicales: tengo la suerte de que desde muy jovencito tengo un estilo, una manera de escribir, de cantar, de tocar. Eso lo he mantenido siempre, y lo que se va modificando es un cierto refinamiento con la narración, con las letras, con la grabación, con el sonido en general, y con la manera de tocar los instrumentos.
Lo que a mí me interesa es siempre la misma historia: hacer cosas de buen gusto, que dentro de lo posible sean originales dentro de mi onda, de mi estilo. Siempre el compositor de raza, como es uno, cree que en el nuevo disco va a hacer mejores canciones que en el anterior. Es un ida y vuelta, un boomerang que va y viene.
A cuatro manos
-En 2022 publicaron “La suite rosarina” junto a Adrián Abonizio. ¿Cómo surgió la idea de ese trabajo conjunto y cuál fue la búsqueda?
-Me gustó hacer eso, porque le había puesto música a un par de textos de Adrián, pero no habíamos hecho un trabajo así compartido. Entonces, él me escribió, me dijo “hagamos un álbum juntos, que sea como que si fuera una obra completa”. Se me ocurrió: “Escribamos sobre distintos lugares de Rosario, de donde somos, que tenemos tanta historia y que conocemos tantas cosas de ahí”.
Comenzamos a escribir las canciones: una habla de Alberto Olmedo, otra del barrio Pichincha, otra del Che Guevara, otra del bar El Cairo. Por eso se llama “La suite rosarina”. Hice los arreglos sonoros, la música; Adrián canta unos cuantos temas y también recita algunos; yo canto y toco en el resto.
No lo pudimos presentar nunca: cuando lo íbamos a presentar primero tuvo un inconveniente de salud Adrián, que ahora por suerte está bien; y después yo tuve la quebradura, me caí yendo de gira en Pergamino, y me mantuvo un año sin tocar.
Así que quedó como un álbum de catálogo: si te gusta lo que escribe Abonizio y lo que escribe Litto, y ya está. Ahora me ha vuelto a escribir, diciéndome que hagamos otro. Siempre estoy abierto a hacer cosas nuevas con quien sea... de gente que me gusta lo que hacen: cómo escriben; y que compartamos ideas estéticas.
Refugio creativo
-Hablabas de Melopea, que sigue siendo un espacio clave: en principio para tu obra, pero también para publicar obras de diferentes artistas. ¿Cómo definís el rol del sello dentro de tu trayectoria, y qué significa mantener hoy ese proyecto independiente?
-El año que viene increíblemente va a cumplir 40 años. Originalmente se me ocurrió eso para tener la libertad de poder grabar lo que me gusta: no solamente mío personal, sino (dentro de mis posibilidades) también producir algunas otras cosas.
Hay muchas cosas que he tenido la suerte poder producir: dentro del género del tango, del folclore también; y discos míos de lo que se te ocurra. Hay de todo: imaginate que es un catálogo en el que hemos grabado en total cerca de 700 álbumes. Es mucho para una guarida tan pequeña, tan chiquita como es esta.
Además, para las características que tiene el sello: es un sello para crear música, no es para descubrir nuevos talentos, ni hits, ni ninguna cosa que se le parezca. Es un sello netamente documentalista y cultural.
Estoy contento, porque es lo que quería hacer: no solamente quedarme con mi parte personal de mi carrera y mis discos. En algunos casos he tenido la suerte de poder producir y tocar con gente que yo quería mucho, que a mí me gusta. En el tango, por ejemplo, produje los últimos discos del Polaco Goyeneche, los primeros de Adrián Varela, el último de Horacio Salgán, del maestro Enrique Cadícamo. En el folclore produje el último del Dúo Salteño, una banda sonora del Cuchi Leguizamón, los dos últimos discos de Suma Paz.
Son grandes gustos que me doy; y, por otro lado, humildemente, es un aporte a nuestra música popular. Que siempre tiene el problema de que faltan más lugares para que se produzcan todas las cosas buenas que hay en todos los géneros.
-Fuiste un adelantado a algunos sellos que salieron después, como Los Años Luz o Acqua Records.
-Cada vez hay más producciones independientes, y me parece muy bien que eso ocurra. Porque para nada hay que entenderlo como que el de la producción independiente quiere ganarle al otro, ni liquidar a nadie: son cosas con las que no estoy de acuerdo.
Creo que la producción independiente surge en la medida de que la industria la del cine, la de la literatura o la de la música) no da abasto de poder producir a toda la gente. Y mucha gente de la industria lo que tienen es un interés comercial distinto, y me parece perfecto: quieren producir y publicar cosas que enseguida vendan mucho, y dejen mucha plata, OK. ¿Y qué hace la otra gente? La que quiere grabar su disco de folclore, su disco más experimental. ¿No graban en la vida, no pueden dedicarse a la música?
En ese sentido me parece que están bien los sellos independientes; incluso nuevas bandas que hay ahora, que se producen su propio disco sin el ánimo de querer tener un sello. Se producen el disco porque es la manera en que se sienten en libertad para poder hacerlo. Así que está bien, creo que tienen que convivir las dos maneras.
Pasado y futuro
-Mirando hacia atrás, ¿hay algo que le dirías al Litto de 20 años?
-Soy un tipo muy convencido de lo que hago, con una educación muy férrea de dedicación general de abocarme a mis cosas; y siempre lo he hecho (dentro de todo lo posible) sin desviarme de ese camino. Porque este camino con el arte tiene sus cosas buenas y sus cosas embromadas a resistir.
Hay mucha gente que a veces, porque no le salen los planes como era su deseo original (que es el de casi todos: poder tener éxito y llegar aquí y allá) se deprime, y lo primero que hace es cambiar el propósito artístico que estaba por hacer, lo cual es embromado.
Estoy contento porque mi vida hasta ahora ha sido siempre la de seguida de adelante pase lo que pase; porque teniendo una carrera tan larga tampoco es que todo el tiempo tenés trabajo por todos lados y te sobra. Tenés una garantía de desarrollo de cosas porque tenés un nombre y un historial de trabajo; pero hay que estar siempre metido, hay que estar siempre tocando, grabando, presentando cosas nuevas.
En ese sentido soy un agradecido del cielo, porque tengo la misma pasión encendida, las mismas ganas que cuando comencé a mis 15 años con Los Gatos Salvajes en Rosario.
-Al Litto joven le dirías “seguí, pero no va a ser tan fácil”. Y a los que quieran empezar ahora le dirías lo mismo.
-Claro, porque tengo una idea de abordar esta profesión que es la de una dedicación que tiene que ver con la vocación, con una cuestión espiritual. Veo que hoy en día hay músicos o gente que se quiere dedicar al arte por todos lados, cada vez más. Pero veo también muchos jóvenes que lo que quieren no es ser músicos y perfeccionarse, sino que quieren ser famosos, conocidos. Y me parece que no, que por ese lado no va la cosa.
Creo que uno se tiene que dedicar a algo, a lo que sea; pero en el arte, con la música, se tiene que dedicar a tratar de hacer algo que lo represente íntimamente a uno, y que uno pueda este hacer un aporte de belleza, de sensibilidad, de lucidez con la canción; ya sea instrumental o con letra, cantando o tocando la guitarra o el piano. No importa qué, pero eso para mí es la dedicación a esto.
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