Vuelven las "Noches de piano" al teatro El Círculo de Rosario
El dúo de Lilia Salsano y Daniela Salinas, Lucas Querini Grupo, Pablo Juárez, Joel Tortul y Rowina Casey Cuarteto formarán la programación de esta quinta edición. En diálogo con El Litoral, el dúo (que dedicará su set a Astor Piazzolla) y Querini (que mostrará las composiciones de “Milonga litoraleña”) anticiparon parte de lo que será una velada única.
Querini está abocado a unir las músicas unidas por el Paraná, de Buenos Aires a Brasil, además de reivindicar a compositores de la región. Además del repertorio piazzolleano, Salsano y Salinas se interesan por repertorios latinoamericanos menos transitados. Fotos: Gentileza Más Que Dos Producciones
El sábado 28 de septiembre, a las 20, llega al Teatro El Círculo (Laprida 1223, Rosario) la quinta edición del ciclo “Noches de piano”, una propuesta surgida en 2017 que ha reunido a pianistas de primerísimo nivel, reconocidos en distintos géneros musicales. La idea que dio origen a la propuesta es brindar a los músicos rosarinos un espacio donde puedan mostrar su música junto a otros colegas con distintas trayectorias, así como también convocar a los artistas más jóvenes para que puedan vivir esa experiencia artística y, a la vez, la camaradería que permite una convocatoria tan diversa.
Nuevamente, la agenda incluirá intérpretes, compositores y arregladores de distintos géneros -tango, folclore, jazz, música contemporánea-, que confluirán en una noche de celebración de la música. Ellos son: Lilia Salsano y Daniela Salinas, Lucas Querini Grupo, Pablo Juárez, Joel Tortul y Rowina Casey Cuarteto. Las anticipadas están en venta en boletería del teatro y en Ticketek.
La música tiene conexiones secretas: Salsano es bisnieta de Luis Ricci, maestro rafaelino que formó a Remo Pignoni, uno de los artistas a quienes ha tributado Querini en los últimos años. Justamente con el dúo de la santafesina y la patagónica Salinas, y con el rafaelino afincado en Rosario desde hace dos décadas, conversó El Litoral para adentrarse en las propuestas de la velada.
Los ángeles de Astor
-El dúo comenzó en 2021 con motivo del homenaje por los cien años del nacimiento de Astor Piazzolla. ¿Cómo ha evolucionado su colaboración desde entonces y qué las motiva a seguir explorando la música de cámara argentina y latinoamericana para dos pianos?
Daniela: -Desde un comienzo tuvimos una gran empatía a nivel personal y descubrimos muchas afinidades en la manera de sentir y comunicar música. Con el tiempo de ensayar y tocar juntas, ha crecido la amistad, la comodidad para trabajar y el entendimiento musical. Todo esto ha alentado el deseo de seguir trabajando y orientar nuestras búsquedas al repertorio latinoamericano por el que compartimos un profundo interés.
-El repertorio que abordarán en “Noches de piano” incluye obras icónicas de Piazzolla. ¿Qué significa para ustedes tocar estas piezas y cómo se acercan a la interpretación de la música de Piazzolla en un formato para dos pianos?
Daniela: -El proceso de adaptar los tangos de Piazzolla para dos pianos ha sido una experiencia creativa y desafiante. Hemos trabajado con arreglos de Julián Caeiro y Pablo Ziegler, y hemos creado nuestra propia versión de “Adiós Nonino”, siempre teniendo presente las versiones del propio Piazzolla. Esta diversidad de enfoques nos permite explorar diferentes facetas de la música de Piazzolla y, desde la posibilidad del piano, ofrecer una interpretación fresca y personal.
-¿Cómo seleccionaron las obras que interpretarán?
Daniela: -Pensamos en brindar al público un abanico de tangos muy conocidos y de carácter muy variado a la vez; así que tomamos algunos de sus famosas series “Las estaciones porteñas” y la “Serie del Ángel”, completando con el infaltable y querido “Adiós Nonino”.
-Lilia, sos reconocidas como una de las pianistas argentinas más sobresalientes de tu generación. ¿Cómo equilibrás la responsabilidad de mantener vivas las tradiciones musicales de Argentina con la innovación y la reinterpretación en tus actuaciones?
Lilia: -La responsabilidad suena a algo muy serio. Si bien (por supuesto) en cada interpretación, pongo toda la seriedad de toda la formación que he tenido (y continúo formándome e investigando) estar al piano tiene que ser casi un acto de jugar, de aventura: de disfrutar. Uno sin querer va llevando la llama de mantener viva la música de nuestros hacedores, de nuestros compositores argentinos. es algo que se va dando este naturalmente.
Mi primera maestra, quien me dio todas las bases, fue Elda Ricci de Vieri, mi abuela. En nuestra formación ella este lo que proponía era que la música uno la estudiara tanto que se haga propia; como si fuera tu propia creación: tu ser tiene que estar en el decir de la obra. O sea que se va haciendo una propia creación, y ahí tiene sentido. Quizás eso también ayuda este a mantener esto de manera fresca.
Me ha ayudado el diálogo con otras artes, con las nuevas generaciones: uno aprende muchísimo de deconstruir ciertas maneras que había; ciertos malestares que a veces uno sentía y que no se daba cuenta por qué: quizás este acartonamiento de la música clásica, académica, a mí nunca me cerró. Y en este diálogo con otras artes, con estos nuevos pianistas, encuentro otras maneras más genuinas, más conectadas con mi ser, de cómo vivir esto de hacer música; y este tipo de música (académica).
También me ayudó mucho buscar repertorios menos transitados, pero fascinantes a la vez; y que también gustan muchísimo. A veces uno piensa que es mucho más difícil encarar obras ya tan transitadas, como puede ser las sonatas de Beethoven. Uno se encuentra ahí en un laberinto de cómo generar algo propio que pueda ser interesante, cuando ya hay tantas versiones. Tampoco creo que yo no pueda ser capaz de dar mi propia versión (obviamente que sí); pero me gusta más la aventura de descubrir estas partituras que no suelen estar tan presentes en los programas de conciertos, y es una manera de renovarlos.
-¿Qué desafíos y recompensas ofrece el formato de dúo de pianos en comparación con la interpretación solista o en otros formatos de música de cámara?
Lilia: -Me resulta muy fácil hacer música con Daniela, y muy estimulante también; porque entre las dos nos vamos tirando ideas, y “che, qué lindo que hiciste esto”, “qué hermoso aquello”, “acá le vamos a poner este tipo de sonido”. Entre las dos nos vamos contagiando, nos van surgiendo ideas, y se va enriqueciendo un montón. Ese diálogo depende de las personas: a veces más difícil, a veces es imposible; creo que no importa tanto los instrumentos como si quiénes son las personas que están detrás de esos instrumentos, y que tengan más o menos afinidad con uno.
Trabajar con dos pianos es poder tener dos orquestas: imagínate que tenés el registro de una orquesta entera dos veces, es alucinante: la sonoridad que se pueda alcanzar, la fuerza expresiva. Es fascinante, estimulante, es un flash (risas) tocar a dos pianos.
Creo que para la gente que va a escuchar también es así como “wow”: cuando hicimos justamente ese festival de Piazzolla a dos pianos, y luego fueron cuatro pianos, era increíble: a mí, que soy pianista, escuchar cuatro pianos sonando a la vez te vuela la cabeza; eran cuatro orquestas.
-¿Qué planes futuros tienen para este dúo? ¿Hay algún proyecto o repertorio en particular que estén ansiosas por explorar en el futuro?
Lilia: -Estamos indagando, juntando un verdadero tesoro de partituras de nuestros autores latinoamericanos a las que hay que darles vida; por ahí no transitan tanto los escenarios y son tan interesantes: tantos ritmos, tantos climas, atmósferas que se logran; y que cuando vos lo escuchan decís: “esto es latinoamericano”. Es una faceta muy interesante y muy rica de para trabajar, así que estamos ahí con ese proyecto, más allá de también ampliar todo lo que es Piazzolla.
Hay un “temita”: a nivel nacional no hay tantos lugares en donde haya dos pianos que tengan características similares. Acá en el Teatro Municipal de Santa Fe tenemos esta joya de los dos pianos Bösendorfer, pero no es algo común. Entonces estamos viendo de realizar propuestas en el exterior: es posible que se venga alguna gira. Y seguir trabajando y disfrutando de hacer música juntas.
Un sentido regional
-Lucas, sos una figura clave en la revitalización del tango. ¿Qué significa para vos presentar “Milonga litoraleña” en las “Noches de piano”?
-Por suerte esta es la tercera vez que me convocan para “Noches de piano”: es un ciclo súper importante, y siempre es lindo compartir con referentes del instrumento. En esta oportunidad elegí participar con el quinteto, porque es un proyecto nuevo que estamos presentando en distintos lugares: varias veces acá en Rosario, en Buenos Aires, Esperanza, Rafaela.
La idea es poder llevar al quinteto al teatro El Círculo, que es un teatro realmente muy lindo, y poder contrastar nuestra propuesta con la del resto de los y las colegas, que cada uno tiene su personalidad. Siento que la música que hacemos con el quinteto, y este proyecto en particular, tiene que ver mucho con mi búsqueda pianística y artística, sobre todo a partir de este año.
-El repertorio que interpretás abarca no solo tango, sino también milonga, candombe, choro, rasguido doble y chamarrita. ¿Cómo logras combinar estos géneros en una propuesta cohesiva que expande los límites de la música ciudadana?
-La búsqueda de este disco y este concierto tiene que ver con percibir en todas esas músicas ciertos patrones y cierta herencia rítmica en común. Si bien cada una de esas músicas tiene su tradición, sus exponentes, sus particularidades y sus instrumentos, hay una esencia rítmica que comparten; y que siento que es interesante de vincularlas en una nueva música imaginaria. Siempre también con cierto vínculo fuerte con el tango como referencia.
Todas estas músicas se vinculan rítmicamente, y esa idea es un campo fértil para poder crear e imaginar nuevas músicas. La imagen que me resulta interesante es la de pensar toda esta zona geográfica (que involucra el Río de la Plata, y después subiendo por el Paraná el Litoral santafesino, el Litoral paranaense, el Litoral uruguayo y el Litoral del sur de Brasil) como una gran región. Que, si bien en distintos lugares las músicas van tomando ciertos rasgos identitarios, no deja de ser también un territorio común que comparte muchas cosas.
Rosario (donde vivo hace ya 20 años) es un punto intermedio en donde si bien la tradición tanguera de Buenos Aires está presente, la manera de expresar siento que necesita de otros condimentos; que tienen que ver con el río, con los paisajes, con la llanura, y no tanto con ese sentimiento urbano de ciudad gigante, como es Buenos Aires. Un poco pensándome desde Rosario, y para toda esta región, la idea es expandir el lenguaje del tango hacia el sonido y los paisajes litoraleños.
-En “Milonga litoraleña” trabajás con un grupo de músicos talentosos. ¿Cómo ha sido la experiencia de colaborar con Simón Lagier, Danilo Cernotto, Julián Cicerchia y Pablo Devadder en este proyecto?
-Son músicos que admiro muchísimo, los fui eligiendo porque siento que son las personas más indicadas para participar de este proyecto en particular. Porque son músicos que han experimentado distintos lenguajes: no solamente conocen el tango como género, sino que también tienen cierta vinculación con la improvisación: esta música necesita de esa habilidad también. Y tienen vínculo con la música folclórica del Litoral.
Si bien con cada uno de ellos fui compartiendo otros proyectos anteriormente, e incluso fui compartiendo dúos con cada uno de ellos, fui eligiéndolos por esta capacidad de cubrir las necesidades de este repertorio y estas músicas; tanto como intérpretes como creadores.
-Como compositor y arreglador, has trabajado con orquestas sinfónicas y grupos de tango de renombre. ¿Qué diferencias encontrás al escribir para una gran orquesta en comparación con un quinteto más íntimo como el de “Milonga litoraleña”?
-La escritura para orquesta (lo mismo que la escritura para algún ensamble como este) tiene distintas aristas. La orquesta sinfónica, la orquesta de cuerdas o el quinteto de cuerdas son tipos de orgánicos que tienen mucha tradición escrita, y tienen ciertas “reglas” de escritura, que vienen de muchos años de historia. Por lo tanto, ese lenguaje que cada tipo de orgánico tiene es necesario conocerlo, y poder manejarlo para poder trabajar, sobre todo con orgánicos profesionales: con orquestas sinfónicas u orquestas de cuerda profesionales.
Ya para ensambles más chicos, y sobre todo cuando se trata de un ensamble de música propia, si bien obviamente hay herramientas técnicas que se comparten (el manejo de la armonía, el contrapunto, la forma, la textura, el ritmo, que es en general para cualquier música), después están las particularidades creativas de cada tipo de música. Para esta música en particular, la dificultad de la escritura creativa y las particularidades de este tipo de lenguaje; que si bien tiene vínculo con los géneros intenta crear una especie de género nuevo, en donde se van tomando partes de los distintos lenguajes.
-Grabaste un material en homenaje a la música de Remo Pignoni y un disco junto a Noelia Moncada dedicado a Alfredo “Tape” Rubín. ¿Cómo elegís los proyectos en los que te involucrás, y qué te atrajo de estos compositores en particular?
-Todo mi trabajo en los últimos 15 años tiene que ver con la música argentina: el tango, el folclore. E independientemente del formato con el que trabaje (he trabajado con las orquestas sinfónicas, con orquestas de cámara, cuartetos de cuerdas, orquestas de tango, orquestas de folclore) mi necesidad o mi búsqueda artística pasa por poner en valor la música argentina: poder ampliar la capacidad expresiva y poder llevarla a distintos formatos.
Por eso es que una de mis primeras búsquedas solistas fue la de hacer el disco de la música de Remo Pignoni: es un compositor que me influenció muchísimo, por ser un músico de Rafaela y por la búsqueda artística de Remo, que siento que es la misma búsqueda que tengo yo; que es la de vincular la música argentina a tradiciones más académicas, pero siempre priorizando a que suene música argentina. La búsqueda del proyecto de Remo tuvo que ver con trabajar a partir de un orgánico de tradición académica, como lo es el quinteto de cuerdas, pero hacerlo sonar con el swing de la música folclórica.
Y por el lado del Tape Rubín, es poner en valor la creación, la composición, de tangos cantados, con letra, en la actualidad; y jerarquizar una disciplina dentro del género que, si bien tiene una tradición enorme, riquísima y altamente valiosa, también es bueno que existan y que podamos poner en valor las creaciones contemporáneas. Y más en el caso del Tape Rubín, que es a mi criterio uno de los más importantes y que mejor síntesis logra entre la tradición de escritura y de letrística tanguera con la expresión del presente.
Lo que me motiva a tomar a otros compositores tiene que ver poner en valor a nuestra música y a nuestros creadores. Estoy convencido de que nuestra música es muy valiosa; de que hay en el presente y en pasado figuras que es muy importante rescatar y reconocer; sobre todo por una cuestión de identidad común, y de valorar, nuestras tradiciones, nuestros grandes artistas, las capacidades de nuestro pueblo; y no dejar que las músicas queden en el olvido o en el anonimato.
Durante toda la historia de la música los compositores los compositores estudiaron a antecesores: Beethoven estudio a Mozart, Brahms estudió a Beethoven; Mendelssohn rescató a Bach, y así sucesivamente. Cada compositor fue estudiando a sus antecesores, y haciendo trabajos alrededor de su obra: primero porque reconocían en la obra de sus antepasados arte valioso. Segundo por un deseo artístico: yo elijo estos compositores porque realmente me gusta su música, y quiero que mucha gente más la conozca. Y tercero por continuar la tradición: como decía (Gustav) Mahler: “Adorar la tradición no es adorar las cenizas, sino mantener vivo el fuego”. Una manera de mantener vivo el fuego es tomando a los artistas de la tradición que uno respeta y valora, y volver a ponerlos en el ruedo.
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